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Güiza ha dado la vuelta al partido con sus dos goles al final de la segunda parte./ REUTERS
El arte de Güiza consuela a España
COPA CONFEDERACIONES

El arte de Güiza consuela a España

Dos genialidades del jerezano y el gol de Xabi Alonso en la prórroga evitan el descalabro de la selección ante Sudáfrica (3-2)

Ignacio Tylko |

Lunes, 29 de junio 2009, 00:34

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España se consoló en un partido ingobernable, tedioso en el arranque, trepidante en el final y con triunfo en la prórroga gracias a un afortunado golpe franco que anotó Xabi Alonso porque Llorente despistó al portero. Güiza y Mphela, delantero del Mamelodi Sundowns sudafricano, vivieron sus momentos de gloria como internacionales al salir desde el banquillo y marcar a pares. Sobre todo el jerezano, ya que su heroicidad tuvo efectos balsámicos.

Flamenquito puro. España puede agradecer al ariete del Fenerbahce no haber cerrado de forma calamitosa su participación en la Copa Confederaciones. Con dos goles magníficos, uno tras parar con el pecho y el otro tras picar el balón de forma antológica, Güiza evitó el segundo descalabro consecutivo ante un adversario de tercera fila. Hubiera sido demasiado castigo para un Del Bosque errático que esta vez supo reaccionar a tiempo.

La baja de Xavi a causa de una alergia desorientó al seleccionador. Por vez primera en el campeonato, confeccionó un once muy diferente al que probó en el último entrenamiento. Apostó por un doble pivote de contención en el centro del campo.

Sorprendió ver juntos a Xabi Alonso y Busquets ante los 'Bafana' y la ausencia de un enganche. Hizo cuatro cambios con respecto al equipo titular ante Estados Unidos y, salvo el obligado de Xavi, resultaron significativos. Aunque insistió en la víspera que nadie debía sentirse culpable, las ausencias de Sergio Ramos, Puyol y Fábregas dieron que pensar.

Al medio catalán le molestó no jugar. En el descanso se quedó con cara de circunstancias en el banquillo mientras los otros reservas calentaban sobre el césped. Sintomático gesto recogido incluso a través de los videomarcadores del estadio.

Decisiones salomónicas

Buscó profundidad con Cazorla y Riera en las bandas y mantuvo a los dos delanteros que peleaban por la 'Bota de Oro' de la Confederaciones para no molestarlos. La apuesta le salió rana. En la segunda mitad quitó a Villa y Torres a la vez, igual que en el encuentro de la primera fase. Otra decisión salomónica.

España salió sin alma, pensando más en volver a casa que en un partido que no despertó expectación ni entre los anfitriones. Las tres de la tarde, hora fijada por la FIFA para el comienzo, y el sol que lucía en una excelente tarde de invierno, invitaban más a la siesta que al juego en las faldas de la cordillera Magaliesberg.

Ciertamente, la selección se lo tomó con calma chicha. Apenas un par de acciones destacadas en un primer tiempo horrible que enfadó incluso a Del Bosque. Una jugada individual de Villa, quizá el más activo, que acabó con una parada soberbia de Khune, y un pase de Alonso a Riera que el mallorquín desperdició por tirar en lugar de pasar, y poco más.

Limitados pero más generosos en el esfuerzo, los sudafricanos le ponían algo más de ritmo al partido. Equilibraron la posesión de balón, lo cual ya es meritorio ante los campeones de Europa, y gozaron de alguna buena ocasión. La mejor, un disparo del perseverante Tshabalala que desvió Iker y el posterior tiro de Booth.

España salió con más ímpetu la reanudación. Un gol anulado por fuera de juego a Busquets y sendos disparos de Riera y Cazorla crearon incertidumbre en los sudafricanos. La entrada de Silva y Güiza dio otro aire al equipo, más toque, movilidad y profundidad.

Los cambios

Los anfitriones se defendían como gato panza arriba cuando llegó otro error terrible de la zaga española. Arbeloa cubrió mal su zona y Piqué y Capdevila miraron cómo el recién entrado Mphela controlaba en el área pequeña y fusilaba a Casillas.

Con todo perdido, Del Bosque quitó al fin a Busquets, trasladó a Cazorla a esa zona y apostó por Llorente. Sólo esperar al arte de Güiza para obrar una remontada. El partido estaba acabado, la victoria en el bolsillo pero llegó una falta, el zapatazo del maldito Mphela y la prórroga. Un cara o cruz. Dos equipos rotos, dominio español y contras amarillas. Iker salva un par de goles cantados. Capdevila centra al travesaño y el árbitro se come un penalti por mano de un central tras cabezazo de Silva. Incertidumbre hasta que Xabi Alonso ve puerta. Como dijo Villa, el tercer puesto es un mal menor.

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