La generación del cambio
Daniel Vidal
Lunes, 25 de mayo 2015, 14:31
La inmensa mayoría empezó a trabajar antes de cumplir los 18. «De lo que saliera, para pagarme mis cosillas. Mi madre sacó a cinco hijos adelante ella sola y yo a los 15 años ya cuidaba algunos niños de Rianxo, en La Coruña», recuerda Isabel Cea (Bueu, Pontevedra, 1978), cantante del grupo Triángulo de Amor Bizarro. En la 'añada' de Isabel predominan los currantes de pura cepa que tienen a los amigos y la familia en un lugar predilecto de su escala de valores, a una distancia infinita de, por ejemplo, la religión o la política. Salieron muy prontito de casa de sus padres a conocer mundo y a buscarse «las habichuelas», recuerda el actor Carlos Santos (Murcia, 1977), el célebre 'Povedilla': «Yo me fui con 22». Si hacía falta y había dinero para un billete, al extranjero, ¡hasta Australia!, como Juan José López (Mequinenza, Zaragoza, 1980), fundador de la consultora Royal Comunicación (Kia, Alcampo, Unicaja...), profesor de marketing, casado y padre de dos niños de biberón. En esa misma quinta de los 'treinta y largos' de Juanjo, casi todos están emancipados y ganan un sueldo digno, aunque ninguno tiene la sensación de tener la vida resuelta. La escritora Elvira Navarro (Huelva, 1978), de hecho, gana poco más de mil euros al mes, tira en verano con la devolución de la renta y a veces no puede hacer frente a los 264 euros de la cuota de autónomos: «¿Hijos? ¿Hipoteca? ¡No, no, no!».
El 90% de los treintañeros que hoy trabajan tienen un título universitario, pero la mayoría vive de alquiler. También saben otro idioma, además del castellano. Aunque solo sea el gallego, como en el caso de Isabel Cea. Y entre otras cosas en común, la generación nacida al cobijo de la Constitución del 78, de la democracia que construyeron sus padres y sus abuelos, quiere un cambio. «Dar voz y voto a gente nueva, que los de siempre chupen banquillo», admite Carlos Santos. Una «regeneración» en los partidos y en las instituciones que, según proclamó esta semana el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, «solo puede ser abanderada por gente nacida en democracia, que no tenga mochilas, ni dinero en Suiza ni casos de corrupción», lo que ha generado una lluvia de críticas (por querer jubilar a los nacidos antes de 1978) y hasta ciertas matizaciones (fotos con los canosos de su partido) por parte del propio Rivera.
«Estaba buscando un titular», critica Elvira Navarro, aunque después le da la razón: «Es más fácil cambiar determinados comportamientos cuando uno es más joven. Creo que hay un tapón generacional en las instituciones y creo que esta generación sí puede abanderar el cambio». La arenga de Rivera, sin embargo, no la comparte Javier Elzo, catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto: «Es toda la sociedad la que cambia, la que evoluciona, no generaciones concretas. Las generaciones no son grupos aislados». Y eso que, en un estudio elaborado por el propio Elzo en 2006, ya se identificaba un perfil de joven «llamado a protagonizar» un giro político. Carlos Santos tampoco comparte la opinión del líder de Ciudadanos: «Es una cuestión de ideas, más que de edades. También hay gente joven en el PP y en el PSOE». Y también le quita la razón a Albert Rivera uno de sus futuros votantes: «Sí, sí, lo puedes publicar. Yo voy a votar a Ciudadanos. Nunca me he casado con nadie, que creo que es lo que debería hacer todo el mundo. Éste me parece ahora el candidato más sensato», reconoce Juanjo López. «Aún así, no me parece que nuestra generación tenga que liderar el cambio. Las circunstancias tan negativas que hemos vivido estos años nos han afectado a todas las generaciones por igual y tiene que ser toda la gente la que provoque el fin del bipartidismo y el cambio, como ya estamos viendo. Los más jóvenes también están tirando del carro. Porque, con independencia de cualquier ideología y cualquier edad, cualquier español se puede sentir defraudado de la que han montado en este país quienes han gobernado durante tantos años».
El enfado de Isabel
A este joven padre de familia se le nota cabreado, a pesar de que su empresa factura 600.000 euros al año y emplea a 16 trabajadores. Pero Juanjo, que gana bastante más de 17.000 euros al año (el salario medio a esta edad), no está más indignado que Isabel, vocalista y alma de Triángulo de Amor Bizarro, un grupo gallego de pop/rock (bizarro, claro), siempre presente en los carteles de los festivales, que hace casi diez años ya cantaba cosas como «el mundo libre quiere ya / el mundo libre quiere ya un incendio...». Isabel ríe y saca risas, pero entre medias de la conversación no deja títere con cabeza y huye de megáfonos con pegatinas: «¡Yo no quiero ser portavoz de mi generación! Odio el rollo este de abanderar 'movidas'. Yo solo quiero gritar y cagarme en la puta. Estoy muy cabreada con este país, con el mundo en general, por cómo funciona nuestro entorno, por el abuso continuado desde hace tanto tiempo, desde arriba hacia abajo. Los de mi generación nadamos entre dos aguas. En teoría tenemos muchos derechos, pero la realidad luego es otra. Vivimos en un país envejecido, y por eso cuesta cambiar. 'El coletas' (por Pablo Iglesias, líder de Podemos) me cae majo, pero le veo lagunas».
Isabel no tiene muchos gastos en su casita de Abanqueiro, una pequeña parroquia del municipio de Boiro, en La Coruña, donde 'Triángulo' también montó su estudio. Allí pasa Isa sus vacaciones, «escuchando el silencio y los pájaros», después de «tanto festival y tanto ruido». Y reconoce que se arruinaría «en dos días si viviera en Madrid. A mí también me gusta comprarme vestiditos, pero...». Pero la industria de la música, en su caso, da para lo que da: «Curramos 24 horas al día para sobrevivir». Como hacen, ilustra Carlos Santos, muchos de sus excompañeros del colegio Maristas: «Gente brillante, muy preparada, con familias más acomodadas que la mía, que le ha tenido que dar la vuelta a la tortilla y se han convertido en unos auténticos buscavidas, en el mejor sentido de la palabra. Se han rebelado contra el destino y han dicho: 'de esta salgo'».
«Quejarse no, protestar sí»
A Elvira Navarro no le gusta quejarse. Pero cree que la gente tiene derecho a protestar. «Es diferente». Y reflexiona: «No creo que seamos una generación mimada, sobreprotegida», como defiende el sociólogo Javier Elzo. «Ese es un argumento del sistema para acusarnos de la progresiva pérdida de derechos. Somos una generación que creó muchas expectactivas. Crecimos con la Expo, con los Juegos de Barcelona... Era la cultura del pelotazo, de fastos en España, y eso nos influyó. Es malo generalizar, pero estamos desactivados, como derrotados de antemano».
Elzo concreta: «Es una generación con baja autoestima. La generación del 'todo hecho', del 'papá y mamá', de una cultura del derecho pero no del deber». Juanjo López casi se ofende: «No, no, no... Yo he tenido una autoestima altísima toda mi vida». Carlos Santos razona: «Esa baja autoestima puede deberse a la hostia tan grande que nos hemos dado todos cuando nos hemos encontrado lo que había al final del camino, del plan de vida que nos había diseñado la sociedad en la que vivimos. Se supone que uno estudiaba, trabajaba, se compraba una casa y tenía una familia... Ahora si quieres hablamos de becas, de paro, de hipotecas, de desahucios...». Y eso que, según los datos del INE, 'solo' el 20% de los jóvenes de entre 35 y 39 años están en paro. Muy por debajo del 51% de la media juvenil nacional.
Pero si algo irrita a Carlos Santos, como a Juanjo López, es la corrupción... «ese chiringuito que se han montado». A Elvira Navarro le parece, incluso, que la corrupción está «naturalizada» a todos los niveles en España. «Somos un país de pícaros», observa. «Otra cosa que hemos aceptado como normal es la precariedad, trabajar para vivir al día», añade. Navarro, criada en una familia «burguesa» asegura sin tapujos que votará a Podemos. Carlos Santos no lo tiene tan claro, pero algo ya ha decidido: «ni PP ni PSOE. Mi voto ayudará a la regeneración».
Todos respiran un aire de cambio que el empresario Juanjo López compara con un conocido anuncio: «Esto es como lo de Mercedes. Una marca de coches que antes se asociaba a señores mayores ricachones y ahora la anuncia un cocinero con cresta y un pendiente en la oreja (David Muñoz). El 'spot' dice 'algo está pasando en Mercedes', ¿no?». Y continúa: «Hace poco vino un amigo de mi pueblo, de mi quinta, que toda su vida ha sido votante cerrado del PSOE. ¡No se podía hablar con él de política! Un súper socialista. Sin sacar el tema previamente, me dijo: 'Juanjo, voy a votar a Ciudadanos'. Pues eso. Algo está pasando... en España».