Venus de Bullas, una obra de Chelete Monereo y un pórtico almohade
Una selección de piezas de arte y bienes para seguir descubriendo (y apreciando) la Comunidad
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Venus de Bullas MAM. Museo Arqueológico de Murcia
Venus halladas al arado
Podría componerse una singular antología de esculturas descubiertas entre surcos; obras del pasado que aguardaran su segunda vida bajo las herramientas del campo. La Dama ... de Elche apareció fortuitamente durante unas excavaciones, al igual que esta Venus de Bullas, encontrada durante labores agrícolas en la villa romana de Los Cantos. La escultura era parte de la decoración de una villa de época imperial, dentro de lo que se conoce como escultura ideal. Imágenes atemporales concebidas para embellecer patios, jardines o estancias nobles. La Venus de Bullas -esculpida para ser contemplada casi de frente- está erguida, con la pierna derecha ligeramente flexionada. El manto, algo tosco, no se ciñe al cuerpo, sino que cae suelto dejando al descubierto el mons pubis -del latín montículo púbico, también conocido como mons Veneris o el «monte de Venus». Diosa del amor y de la belleza, del deseo y la fertilidad, era también -en su versión romana- protectora de los jardines, de la victoria e incluso del comercio carnal (de ahí viene el término 'enfermedades venéreas'). Se le consagraba el quinto día de la semana, el dies Veneris, el viernes. A veces basta un golpe de arado para que el tiempo despierte. Y al contemplarla hoy en el Museo Arqueológico de Murcia, podemos imaginarla aún bajo tierra, dormida durante siglos, esperando su renacer.
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Hablar con uno mismo. 2021. Colección particular.
El silencio denso de Chelete Monereo
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Siglo XII Museo Siyâsa, Cieza.
Pórtico almohade de la Casa 10
En el antiguo casino de Cieza se esconde una de las joyas museísticas más singulares de la Región: el Museo Siyâsa. Bajo su tejado se despliega una auténtica «muñeca rusa» arquitectónica, donde, dentro de un edificio, se han reconstruido dos viviendas andalusíes del poblado islámico de Medina Siyâsa, situado en el monte del Castillo. Desde los ventanales del museo puede contemplarse ese yacimiento original, y viceversa. Es un juego de espejos entre lo real y lo reproducido. Como resume Joaquín Salmerón, alma del proyecto: «miramos desde una casa falsa con arcos auténticos hacia una casa auténtica con arcos falsos».
La casa número 10 acoge un pórtico almohade, uno de los mejores ejemplos conservados de talla en yesería de su tiempo. Sobrio, sin policromía, pues estaba proscrita por el rigor religioso de la época. En la planta superior, las mujeres podían observar lo que ocurría en el patio sin ser vistas, a través de celosías, especialmente durante las visitas de varones ajenos a la familia. Todo el diseño doméstico respondía a una lógica de intimidad, circulación de luz y aire en compartimentación jerárquica del espacio. Una reconstrucción milimétrica -fruto de un riguroso trabajo arqueológico- permite adentrarse en la vida cotidiana de la élite musulmana del siglo XII, durante el esplendor del Islam andalusí murciano en pleno corazón de Cieza.
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