A 40 grados y corriendo
LA ISLA... Y LA CIUDAD ·
Avanzado julio, casi agosto, y la ciudad sigue sin vaciarse. Otros años por estas fechas ya estaba medio deshabitada e ibas por el centro como ... si fueras por las afueras: tan desierta estaba. Este no, ni siquiera de atletas y esa especie 'cunetera' que abunda ahora y que vemos todos a un lado, en las cunetas: son esos locos que corren a pleno sol. Plaza de los Cubos, voy conduciendo. 16.00 horas, más de 40 grados. Un chaval pasa corriendo. No le falta un brazo, creo que tiene las dos piernas. Va carleando, eso sí, pero parece que está entero. Demasiado. Pienso: si fuera yo, ya estaría muerto. Y eso que acostumbro a correr tres veces por semana, pero bajo el sol no puedo. Y es que, según cada uno, las cosas sientan de una forma u otra. Es lo que dice Millás cuando explica que el problema no son las drogas, sino el carácter de quien las toma. Algunos las prueban y las aguantan, pero otros quedan descuadernados de por vida.
Llego a casa. Aparco en el garaje y subo. El ascensor se para en la primera planta y un chico me pregunta si puede subir. Eso no pasaba antes de la pandemia. Te subías y ya está. Ahora se pide permiso, por aquello de los contagios. Después de todo, va a resultar que la pandemia no nos ha hecho mejores, cosa que solo creyeron los cándidos y los 'alma de Dios', pero sí más considerados.
Entro en casa. Me recibe mi perra 'Luna' y luego se desentiende. Se encallejona en su mundo. No sé. Decía García Márquez que los perros estaban bien, pero que a veces miraban como si no tuvieran alma. A mí me mira raro, pero no me extraña si ve, como está viendo, que sigo leyendo 'El hombre sin atributos'. Llevo una cuarta parte. Dicho así, parece una birria, pero hablamos de 500 páginas entre pecho y espalda en pleno apogeo del verano murciano, con el termómetro 'haciendo cumbre'. No es tanto como correr a 40 grados bajo el sol, no, pero igual hay que tener estómago.
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