Anne Hidalgo, alcaldesa de París, se ha bañado en las aguas del Sena, esas mismas sobre las que Cortázar veía una luz de ceniza y ... oliva. Al parecer ya no son tan de ceniza. La alcaldesa lo ha hecho para demostrar que están limpias justo antes de los Juegos. Por supuesto, es un gesto de cara a la galería, como casi todos en los políticos de hoy en día. Y es que no te vas a morir por un simple baño. Yo lo tengo claro, si quieres demostrar que está descontaminado, no nades: bebe.
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Pero más allá del bautismo, que hizo con bañador de una sola pieza, el caso es que el gesto me recordó a ese otro más castizo y español, más tipo Torrente, de Fraga en Palomares, para demostrar que la playa no estaba emponzoñada por las bombas americanas caídas al mar durante unas maniobras militares. Un gesto similar, aunque menos glamuroso, y es que la playa de Palomares no es el Sena y el bañador de Fraga, tipo anchuroso, muy de la época, no es el de buzo que lució la alcaldesa.
El acto, además, me ha llevado a pensar en nuestro presidente, López Miras. ¿Por qué no hace otro tanto en el Mar Menor para demostrar que sus aguas mansas no están menoscabadas, ahora que parecen despuntar de nuevo, según los últimos estudios? Podría hacerlo, no con el bañador de buzo de la alcaldesa ni el pasado de talla de Fraga, sino con uno más menudo, tipo bóxer. Eso al menos nos daría seguridad. Sabríamos que estamos en buenas manos por una razón sencilla: alguien que se pone ese bañador, a lo Briatore, es alguien que mira al mundo de frente, un tipo de esos de los de aquí estoy yo 'pa' lo que me echen.
Así que Miras, tú también, haz tu bautismo, para que el turismo, que se ha ido porque no le gusta bañarse en aguas estercoladas, desagradecido él, vuelva a donde nunca debió irse y aprendamos para siempre aquella lección de abuela, carrozona pero cierta, que decía que no es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia.
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