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Tengo algo 'muy gordo' que contarles: he viajado al futuro. No he ido en un Delorean, ni acompañada de Doc (Christopher Lloyd), el profesor chiflado de 'Regreso al futuro', o como decía el replicante Roy Batty (interpretado por Rutger)... «He visto cosas que ustedes nunca hubieran podido imaginar».

He pasado unos días recorriendo el País Vasco y Navarra y allí viven en el año 2050.

Tiene delito que, teniendo el apellido y las raíces que tengo, no conociera parte del Norte. Aprovechando un viaje de placer y trabajo, he podido recorrer Irún, Vitoria, Pamplona o San Sebastián.

Vuelvo fascinada de cómo viven en el futuro, mientras pienso que estamos a años luz por varias razones que me apetece compartir en este encuentro dominical.

Carriles bici que se respetan, tanto por peatones, conductores y ciclistas. Increíble. La limpieza de sus calles y respeto por el entorno, ejemplo de civismo y convivencia, envidiable. Por no hablar de la educación y saber hacer del sector servicios. La atención al turismo, y hospitalidad o, como un taxista me contaba, el apoyo de las instituciones y la comunicación entre ambos para la mejora de la ciudad al servicio de todos, ¿ciencia ficción?

Creo que 'el pitorreo sureño' no debe estar reñido con ofrecer lo mejor de nosotros mismos, ellos lo tienen claro, mientras nosotros vivimos de espaldas al turismo, sin identidad clara y siendo muy farfulleros, vamos muy despacio...

No quiero despedirme sin una mención especial a su gastronomía: no hay tortilla de patatas mala (con cebolla, ojo, que acabo de abrir un melón, o con pimientos), y las croquetas, acompañadas de un zurito... Recuerden que, en esta Francachela, no puede faltar el apunte gastronómico.

Los coches todavía no vuelan, como en 'Blade Runner', pero teniendo las mejores croquetas, ¿quién quiere un coche que vuele?

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