Javier Murcia: «Dentro de toda la fauna, la peor especie es el ser humano»
Conversaciones de verano ·
El fotógrafo submarino confiesa que «me hubiera gustado ser músico. Me apasiona la música. Toco la guitarra, pero nadie me ha enseñado»Sale de una playa en el kilómetro 15 de La Manga del Mar Menor Javier Murcia (Cartagena, 1974) como el padre de familia que es. ... Recogiendo bártulos, sacudiéndose la arena de las pantorrillas y ordenando a su hijo Miguel, de 7 años, que se limpie bien los pies para no manchar el coche. También es verdad que un padre cualquiera no acaba de liberar 30 tortugas bobas en esa misma playa mientras el mismo hijo que ha tenido una de esas tortugas entre las manos le pregunta poco después: «Papi, ¿ahora vamos a ver caballitos de mar?». Javier Murcia trabaja en una desaladora, pero es más conocido &ndashy más feliz&ndash por las maravillosas imágenes submarinas captadas a través de su cámara fotográfica en el Mar Menor. Qué suerte su hijo Miguel, y su hija Laura, que ya han visto caballitos de mar, tortugas, y otros muchos bichos marinos con los que crecer mientras otros dedican su inestimable tiempo de la infancia a miran una pantalla de la que no se pueden despegar. Ni en verano.
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-¿Qué niño fue usted?
-Siempre he sido muy inquieto, muy nervioso. Me gusta mucho la naturaleza. Yo, con cinco o seis años, pedía que me regalaran libros de animales. Yo tengo todavía en mi casa una colección de aves de Europa, de mamíferos de Europa, minerales y peces de litorales españoles... Y firmados por mi madre. Me gustaba muchísimo. Yo coleccionaba egagrópilas, los vómitos de aves, y de aves rapaces. También coleccionaba plumas, conchas...
«Conocer a mi mujer, Ana Belén, ha sido un regalo. Me ha cambiado muchísimo. Con ella he encontrado el equilibrio y eso es muy importante»
-¿Vómitos de aves rapaces, dice?
-Sí, sí. Lo tenía en tarro y ponía: egagrópilas de mochuelos, egagrópilas de autillos, egagrópilas de búho real...
-Y su madre, ¿qué le decía?
-Alguna vez me ha echado alguna bronca, por ejemplo, por encontrarse un murciélago congelado. Ese además lo encontré en las minas de La Azohía, en el Cedacero. Un murciélago orejudo. Me acuerdo de que lo metí al congelador de mi casa y me echó una bronca. He metido muchos animales muertos en mi casa, y me he llevado alguna bronca de mi madre. Lo que más me impactó de pequeño fue 'El Hombre y La Tierra'. La serie de Don Félix Rodríguez de la Fuente. Vivíamos en una casita muy pequeña. Somos siete hermanos, imagínese. Compramos un televisor y recuerdo el primer capítulo, del halcón de Eleonor. También recuerdo La Azohía, que hacíamos buceo y pesca submarina con arco y flecha. Eso lo inventamos un amigo y yo.
En tragos cortos
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Una canción 'Holy diver', de Dio.
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¿Cuál fue el primer pez que pescó? Un serrano, en La Azohía, para los calderos de mi abuela. Pronto empecé a sentirme mal por pescarlos.
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¿Critica platos y restaurantes en redes sociales? A mí eso no me gusta. Ni me gusta criticar imágenes de otros. Nunca diría: 'esa imágen es una mierda'. Si es de otro compañero, menos aún. No soy así, para nada.
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¿Su último concierto? En el Rock Imperium. Tenía muchas ganas de ver a Stryper. Scorpions estuvo brutal, una puesta en escena sobresaliente. A los conciertos siempre voy con mi amigo el Kuervo.
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¿Qué es lo mejor de la vida? Vivir, disfrutar. Vivir y dejar vivir, con lo sencillo que es.
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¿Algún héroe favorito de ficción? Mi héroe para mí siempre fue Félix Rodríguez de la Fuente. Soy más de realidad que de ficción.
-Ilústreme.
-Con la sombrilla. Lo hicimos José Plaza, un íntimo amigo mío de La Azohía, y yo. Su padre nos afiló la punta, nos hizo la parte de atrás para que encajara bien en la cuerda. Cogíamos hilo de pescar o, incluso, hilo de raqueta. Cogíamos raquetas de la basura, y ese hilo lo usábamos para el arco. Mi abuela me decía: 'Quiero pescado para un caldero'. Y yo me metía en el agua con este colega y cogíamos pescado. Claro, ahora me arrepiento. Al final la fotografía es cazar también, es cazar imágenes. Aquí era cazar peces. Hubo un momento en que ya me sentía mal y dije: 'ostras, esto no puede seguir así'. Y me empecé a comprar las cámaras desechables. Las vendían en un estanco en Isla Plana. Me iba en bicicleta. La química de la fotografía era bonita porque no sabías lo que iba a salir. Y cuando veías la imagen revelada, flipabas. Decías: '¡Dios!'.
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-En aquella época también empezó a gustarle mucho la música, su otra gran pasión. ¿Recuerda su primer concierto?
-En Mazarrón. Barricada. Era un crío. Nos llevaron los padres en coche. Fue en La Pirámide. Hace siglos de eso. Me encanta el rock, el rock duro. Fui a ver a Ronnie James Dio a Barcelona con mi mejor amigo, el 'Kuervo'. Hemos ido siempre juntos a todos los conciertos. Ahora, con el Rock Imperium en Cartagena, para nosotros es un regalazo. Una maravilla.
Perder la voz
-Si no fuera usted lo que es...
-Me hubiera gustado gustado ser músico, sí. Me apasiona la música. Toco la guitarra. Pero nadie me ha enseñado. He aprendido solo. Me pasaba horas tocando. Tocaba arpegios de 'Stairway to Heaven' [Led Zeppelin], cositas así que iba aprendiendo solo. Nadie me enseñaba. Me encantaba cantar, también. He perdido la voz, no sé por qué. Antes fumaba, dejé de fumar y, curiosamente, al dejarlo, perdí la voz. Ya no llego a los tonos de antes. Al final elegí el camino de la fotografía, el medio ambiente.
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-¿Tiene alguna rareza?
-Soy muy nervioso. Yo me noto muy nervioso, a veces demasiado. Por eso no tomo nada con cafeína. Esta Coca-Cola con cafeína me va a matar hoy [sonríe]. ¿Rarezas? No sé, soy muy abierto, me gusta hablar con la gente. Soy muy transparente. También tengo mala leche, ¿eh? Cuando me tocan las pelotas, pierdo el filtro. Ese filtro para callar las cosas que piensas, desde la covid, lo perdí un poco. Las cosas que antes solo pensaba, ahora las digo. Y eso es un error, en mi opinión.
-¿Y qué le saca especialmente de quicio?
-Me pongo muy nervioso con las personas que parecen tener horchata en la sangre. Pero al final me adapto, ¿eh? Siempre me adapto a todo.
«Mi madre me echó la bronca una vez por encontrarse un murciélago congelado; un murciélago orejudo»
-¿Una virtud?
&ndashSoy buena persona. No me considero mala persona. Quiero mucho a mis amigos. Los que son parte de mi vida, por ellos doy lo que sea. Son muy importantes para mí.
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-¿El peor momento de su vida?
-Cuando murió mi madre. Eso fue... buah. Un dolor intensísimo. Yo tendría 30 años, y ella murió con 57, muy joven. Se le echa mucho de menos. Al principio, llorando todos los días. Y ahora, pues bueno, la recuerdo con una sonrisa. Era tan buena persona... La recuerdo así, con una sonrisa. Estaba muy unido a ella. Éramos siete hermanos, pero conmigo tenía algo... Me llamaba 'nena' porque decía que tenía que haber sido una nena. Era su brazo derecho.
-¿A qué se dedicaban sus padres?
-Mi padre trabajaba en el Banco Popular, en la calle Mayor de Cartagena. Mi madre era ama de casa. Nos ayudaban mi abuela Emilia y mi bisabuela Paca. Como le digo, éramos siete hermanos. Mi padre tenía otros trabajos además del banco para poder sacar adelante a la familia. Nosotros nos alimentábamos como cafres. ¡Nos escondíamos la comida entre nosotros! Mi madre hacía la compra y el queso duraba una tarde. Yo abría el frigo y veía que alguno de mis hermanas había escondido el queso detrás de los pepinos, o las magdalenas detrás de la leche. A veces cogías un trozo de queso y estaba mordido. Era un sálvese quien pueda.
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La otra mejilla
-¿Qué lección aprendió de su madre?
-Era muy buena. Nos decía: 'Si te pegan en una mejilla, pon la otra'. Siempre nos enseñó a ser buenas personas. Esa era su gran lección.
-¿Aplica usted eso de poner la otra mejilla?
-No, claro. Lo de poner la otra mejilla no lo llevo a rajatabla, pero sí intento aplicar la idea de ser buena persona. Es lo que me dejaron mis padres.
-¿Su mejor momento?
-Cuando nacieron mis hijos. Eso es alucinante. Nada se le compara. Ni ver un tiburón buceando, ni una tortuga, ni un caballito... Nada. Es un momento mágico. Inolvidable.
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-Además del Rock Imperium, ¿qué ha sido un regalo en la vida?
-Conocer a mi mujer, Ana Belén. Ha sido un regalo. Me ha cambiado muchísimo. Me ha equilibrado. Es una persona muy sensata. Con ella he encontrado el equilibrio. Y eso es muy importante.
-¿Su plato favorito sigue siendo el caldero?
-Sí. El de mi abuela Emilia estaba buenísimo. Ahora me gusta mucho el de La Marquesita, en Cartagena. También probé uno muy bueno en Portmán, en el restaurante Cegarra, y estaba espectacular. Ah, y el de mi suegra Maruja. ¡Qué calderos hace mi suegra!
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-¿Qué le cuesta mucho hacer?
-Conducir. Conduzco porque tengo que ir a trabajar y porque tengo que desplazarme para bucear, pero no me gusta nada. Ni siquiera un coche teledirigido. Nada.
-¿Lo mejor del verano qué es?
-Cada vez odio más el verano. Antiguamente era la fantasía. Ahora mi hijo disfruta como disfrutaba yo. Pero a mí ya no me gusta el verano. Antes era mágico, pero ya no. El buceo en verano, por ejemplo, es lo peor. Rodearme varias personas mientras estoy con la cámara, buceando, y tener que decir: '¿Qué hacéis?'.
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Muchos caballitos este año
-Usted, que se pasa media vida sumergido en sus aguas, ¿cómo ve el Mar Menor?
-Este año superbien, se nota que ha mejorado en calidad de agua y en biodiversidad. Yo he estado seis meses grabando todos los días el comportamiento de los caballitos de mar. He grabado cosas que no se han visto en la vida. Al final, eso te muestra lo bien que está el Mar Menor. Hace poco, Miguel Ángel Esteve [catedrático de Ecología de la UMU] dijo que el Mar Menor ha salido de la UCI pero que ahora está en planta. Me parece un ejemplo buenísimo. Este año se van a ver muchos caballitos. ¿Por qué? Porque ha habido mucha reproducción y por lo tanto habrá mucha densidad de caballitos.
-Convivir con los caballitos, fotografiar sus hábitos, pasar casi más tiempo debajo del agua en la superficie... ¿Qué le ha dado?
-Es una cosa que me gusta. Yo, al final, me centro en una fotografía que sea diferente al resto. Lo que más me gusta es el fotoperiodismo y el comportamiento animal. Yo, con cada especie, me gusta tirarme tres semanas, un mes.., Según la especie. Como yo sé cómo se comporta desde que nace hasta que muere, desde pequeño me he empapado de conocimiento a base de observar la naturaleza. La gente me dice: '¿Cómo haces eso, un pez comiéndose a otro?'. Pues echándole horas, chico. Sé cuando se van a cazar, cuando se van a reproducir, cuando se van a pelear los machos. Porque en la época de reproducción sé lo que pasa. Y, al final, todo eso me ha dado muchos premios, muchos libros, muchas charlas, exposiciones en museos...
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-Usted, que observa el comportamiento animal, ¿sería capaz, por ejemplo, de dedicarse a fotografiar el comportamiento político?
-Vomitaría. No puedo, no puedo. Cada vez me estoy volviendo más apolítico. Es un tema complejo. Creo que hasta los propios políticos saben que es un tema complicado. Es peliagudo. Yo no podría investigar a ninguna persona. Dentro de toda la fauna, la peor especie es el ser humano. Es el que se está cargando el resto de la fauna.
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