Y volver, volver, volver...
Encuentros en La Unión con los amigos de Andalucía, Madrid, Valladolid, León, Cataluña, Extremadura, Castellón... Hasta llegar esa parte dolorosa de aquellos que faltan y ya no volverán
Y volver, volver, volver. Aquel tango dice que «veinte años son nada». Lo que ocurre que yo ya vuelvo con treinta años más. Más de ... treinta años escribiendo ininterrumpidamente las crónicas del Festival, aunque «las nieves del tiempo platearon mi sien», eso ya es otro tango; aunque como dicen los porteños: Gardel, cada día que pasa canta mejor. Sin embargo, volviendo al tango de Gardel sí que puedo: «sentir / que es un soplo la vida».
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Vuelvo a La Unión como Miguel Ríos volvía a Granada, a encontrar entre sus gentes la felicidad.
Nada más llegar al Hotel Sierra-Mar, después de observar sus montañas, su paisaje y sus gentes, ya me encuentro como en casa. Ahí comienzan los encuentros con los amigos que vienen de Andalucía, de Madrid, de Valladolid, de León, de Cataluña, de Extremadura, de Castellón... Hasta llegar esa parte dolorosa de aquellos que faltan y que ya no volverán nunca. Sería demasiado extensa la nómina de los amigos que nos dejaron en los últimos años. Un fuerte abrazo flamenco allá donde estéis y pensar qué sí se os recuerda es que habéis dejado vuestra semilla en el Festival.
Poco más creo que puedo escribir sobre el Festival que ya no haya escrito. O sí. Siempre se vuelve con las ilusiones renovadas de aquella primera vez.
Apenas llegaste hace unos días. Cómo pasa el tiempo, y ya estás en la gran noche de la final del Festival. Otro Festival más, otro verano, otra noche, que no es una noche cualquiera. Observas la Luna llena, o luna del Esturión, y a la memoria te llega el poema del gran poeta Eloy Sánchez Rosillo, 'Noche de Luna':
Luna llena que observas
desde fuera del tiempo mi vivir en el tiempo:
viste morir entonces al niño que habitaba,
confiado, en mi ser; luego, al adolescente
que se rindió al hechizo de tu luz misteriosa;
viste morir en mí también al joven
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que quería ser tuyo y que te celebraba
con fervor en sus versos.
Ahora ves a este hombre cansado que te mira
con la emoción de siempre. Y un día, cuando vuelvas,
me buscarás en vano.
Escribes este artículo, como siempre con la música de Lou Reed, mientras piensas en lo que pasará por la cabeza de los finalistas de esta noche, hasta que llega la canción: 'Perfect Day', y les deseas suerte. Apagas el ordenador, con el deseo de volver, volver, volver...
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