Vladimir Salazar: «Sé que tengo sobre mí una espada de Damocles»
«Procuro disfrutar del día a día y ayudar a otros», expresa el Jefe de la Unidad de Trombosis del Hospital Virgen de la Arrixaca y artífice de la Fundación Never Surrender para enfermos de cáncer
Vladimir Salazar (Sevilla, 1975), de madre española y padre portugués. Reside en la Región desde que tenía diez años. Es jefe de la Unidad de ... Trombosis del Hospital Virgen de la Arrixaca. Él mismo enfermo de cáncer, es el artífice de la Fundación Never Surrender, destinada a promover centros deportivos gratuitos para pacientes oncológicos. Es padre de tres hijos, que justo antes de comenzar la entrevista se lo estaban comiendo a besos.
-¿Qué pasó?
-El 5 de enero de 2021 me diagnosticaron un cáncer de colón metastásico, y desde entonces estoy en tratamiento. Llevaré 24 ciclos de quimioterapia, una cirugía de colon, una cirugía de metástasis hepática, y muchos días de ejercicio físico, de ejercicio de fuerza; de la importancia de este ejercicio de fuerza surgió la idea de la Fundación.
-¿Qué se planteó?
-Yo he sido toda mi vida muy deportista, tampoco he dejado nunca de jugar al fútbol y tenía un minigimnasio en casa. Cuando me diagnosticaron el cáncer, me puse a investigar sobre qué deporte nos viene mejor a los pacientes oncológicos, y resulta que es el ejercicio de fuerza el que más nos ayuda.
-¿Qué más descubrió?
-Que tenemos un problema: el sistema carece de centros donde enviar a los pacientes oncológicos a hacer ejercicios de fuerza; centros que han de estar cerca de casa y contar con personal formado. Y me puse a ello: diseñé un proyecto para la Región para solucionar esta carencia, se lo presenté a la Asociación contra el Cáncer, a la consejería [de Sanidad]...; a todo el mundo le gustó mucho, pero nadie recogió el guante. Les dije que no tenía ningún afán de protagonismo, pero que si no lo hacían ellos lo tendría que hacer yo. Así es que engañé a cinco amigos míos e hicimos la Fundación. Con el evento benéfico del pasado 25 de marzo, que fue un gran éxito, pudimos recaudar el suficiente dinero para hacer el primer centro en Murcia -en el Campus de Espinardo de la UMU-, cuya inauguración está prevista para septiembre. Pero desarrollaré el proyecto municipio a municipio.
-Lo cuenta usted sonriendo.
-Desde el principio me tomé la enfermedad como un reto más de los que te encuentras en el camino. Te ha tocado y ya está. Además, todos en un momento de nuestra vida encontramos un momento para poder ayudar de la forma que sea. Yo antes ayudaba con mi profesión, ahora la enfermedad me ha permitido poder hacerlo de otro modo. Y eso me hace sentirme bien, orgulloso de la Fundación, de los amigos que me han ayudado y de todo el apoyo recibido. Cuando nadie daba un duro por nosotros, a la gala benéfica fueron 650 personas.
«Desde el primer momento me tomé la enfermedad como un reto más de los que te encuentras en el camino. Te ha tocado y ya está»
-¿Se imaginó que podría pasarle algo así?
-No, no; yo estaba cinco días antes corriendo seis kilómetros por la montaña, súper en forma. Pero había llegado un momento en el que sospeché que algo no iba bien, y que podría tener algún pólipo o algún tumor localizado. Pero no, era mucho más grave de lo que pensaba.
-Menudo regalo de Reyes.
-Sí. Pero... al final, el 5 de enero de este 2022, justo cuando había pasado un año, hice una reflexión con mis amigos y les dije que en absoluto había sido el peor año de mi vida. ¡Había recibido muchísimo cariño! Recuerdo que puse en marcha un chat de WhatsApp para los amigos más cercanos y algunos familiares lejanos, para que vieran en el día a día que estoy bien. Es lógico que estén preocupados sabiendo lo que tengo, porque se acuerdan del de Jarabe de Palo [Pau Donés, cantante, compositor y guitarrista] y pueden pensar que estoy listo de papeles. ¡El chat incluye a 89 personas, y quería ser restrictivo! A diario hago un vídeo y les informo.
-¿Y la rabia?
-Al final, como médico he visto de todo todos los días. Igual que yo tuve que dar malas noticas a algunos pacientes, me ha tocado que me las den a mí. Y, en mi caso, por mi edad me salgo de la norma, porque me lo diagnosticaron con 45 años, antes de los 50, así es que teóricamente no me tocaba, ni tengo antecedentes familiares. Tampoco le busco explicación, ¿para qué? Yo me he cuidado muchísimo y he hecho, como le decía, mucho deporte. Llegados a este punto, hay que ser práctico. ¿Qué es lo que yo puedo hacer ahora, que esté en mi mano, para mejorar las cosas? Pues eso hay que hacer. Eso no quita para que de vez en cuando te asalte algún pensamiento negativo, por ejemplo con respecto a mis hijos: quiero verlos crecer, ir sabiendo qué irá siendo de sus vidas, y me gustaría poder disfrutar un día de nietos, como disfrutan ahora con los suyos mis padres y mis suegros. Sé que tengo sobre mí una espada de Damocles, y por eso procuro disfrutar del día a día y ayudar a otros.
EN TRAGOS CORTOS
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Un sitio para tomar una cerveza. Café-Bar, en Murcia.
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Una canción. 'Straight Outta Compton', de N.W.A.
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Un libro para el verano. 'El buen padre', de Santiago Díaz.
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¿Qué consejo daría? Siempre de frente por la vida.
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¿Le gustaría ser invisible? No.
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Su copa preferida. Ahora, de buen vino.
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Su héroe o heroína de ficción. Lobezno.
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Un epitafio. «Amigo de sus amigos».
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Médico.
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¿Tiene enemigos? Seguro, pero no me conocen.
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Un baño ideal. En Formentera y en Fernando de Noronha (Brasil).
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¿Lo que más detesta? La falsedad.
Esperanza
-¿Es creyente?
-No, no soy religioso. Siempre he pensado, con respecto a la muerte, que tenían mucha suerte los que sí que lo son porque tienen la esperanza de otra vida. Pero, procuro no pensar en ella; de hecho, le dediqué un día a este tema y ya: tengo el testamento y todos los papeles en regla, y me hice con Sandra pareja de hecho. Todo está arreglado. Ahora, a vivir.
-[...]
-Sandra lo lleva peor, ha llorado a mares, pero le tranquiliza al menos verme positivo y con tanta energía. Ella es anestesista, sabe muy bien de qué va todo esto. Pero hay momentos...; y eso que yo no he vivido un rol de paciente al uso: incluso he ido a darme la quimio y he vuelto al trabajo con mis pacientes. He intentando normalizar la situación todo lo que he podido. Y doy gracias también porque tanto su familia como la mía nos ayudan mucho. Mi vida está llena de cosas buenas.
-¿Romántico?
-No, no soy nada romántico, pero ella cambió mi vida. Yo estaba casado y tengo un hijo con mi primera mujer, que vive a dos calles de aquí y con la que me llevo excelentísimamente bien. Mis amigos dicen que soy un caso único, porque también entre ellas dos se llevan muy bien. La suerte también hay que buscarla, y yo he buscado un perfil de compañeras no conflictivas.
-¿Sus hijos qué le preguntan?
-[Sonríe] El mayor me preguntó por la cicatriz que me dejó la operación del hígado. Le dije que me atacó un tiburón haciendo surf en Australia y que tuve que defenderme. Yo siempre he dicho que si fuera millonario tendría muchos hijos.
«Yo siempre he dicho que si fuese millonario tendría muchos hijos»
-¿Más médicos en su familia?
-Mi madre lo es y también su marido, que está con nosotros desde que yo tenía siete años. Con mi hermana y conmigo se ha portado siempre de maravilla y lo queremos con locura. Mi padre biológico lleva aquí viviendo diez años, me lo traje de Portugal. También es una suerte tenerlos y quererlos tanto a los dos.
-¿Qué no le gusta de usted?
-Soy muy rencoroso y muy competitivo. En el camino han caído varios amigos porque han tenido fallos que yo creo que, precisamente a un amigo, no se pueden perdonar.
-¿Celoso?
-Ahora un poco más que antes, porque me veo en una posición más débil...; pero es algo circunstancial.
Amigos
-¿Cómo disfruta?
-Estando con los amigos. Ayer por la tarde se juntaron en mi casa siete visitas distintas de amigos. Está la familia biológica, que te da la naturaleza, y luego está la familia que tú eliges, de la que forman parte los amigos.
-¿Qué le gustaría hacer?
-Viajar. Ahora mismo lo que más me pesa es no poder hacerlo. El último viaje que hice con Sandra, antes de la pandemia, fue a Nueva York. Me encanta organizarlos: buscar los hoteles, ¡los restaurantes!... Me encantan los restaurantes, descubrirlos, ir con amigos, hablar de comida [risas]. Con Sergio Gallego [crítico gastronómico de LA VERDAD] disfruto muchísimo hablando de restaurantes.
-¿Qué lugar le enamoró?
-Río de Janeiro; si no fuese por el problema de inseguridad que tiene, sería la ciudad ideal. La primera vez que fui lo hice gracias a una beca en quinto de carrera. Volví enamorado de ese lugar.
«Durante mi etapa de estudiante en la Facultad me decían el príncipe de Bel-Air. Era un personajillo»
-¿Baila samba?
-Soy muy bailón. Y me encanta la música. El rap, por ejemplo. Durante mi etapa de estudiante en la Facultad me decían el príncipe de Bel-Air. Era un personajillo; iba con gorra, pantalones anchos, camiseta de baloncesto... Y como he sido siempre muy metódico y obsesivo compulsivo con mis cosas, me pasé los seis años de la carrera estudiando en la misma silla de la biblioteca. Si algún día llegaba tarde, lo cual era rarísimo en mí, me guardaban el sitio personas que ni conocía.
-¿Qué no tiene?
-Tengo cero paciencia con la burocracia.
-¿A veces qué hace?
-Pedir favores. Yo me paso el día haciéndoselos a la gente, así es que si luego tengo que pedir yo alguno, sobre todo si no es para mí, lo pido sin problemas.
-¿De qué es consciente?
-Como voy de frente, y digo las cosas como las pienso porque no tengo filtro, a veces me catalogan de chulo, de prepotente... Recuerdo que cuando llegué a La Arrixaca, me jefe me dijo: 'Oye, tus compañeras dicen que tienes fama de chulo y tal y que no quieren tener dos jefes'. Yo le dije a él: 'Te lo voy a poner muy fácil. Dame un mes, y si al mes he dado algún problema, no te preocupes que yo me voy y me busco la vida. Y al mes lo que pasó es que estábamos todo el equipo desayunando juntos todos los días, algo que hasta entonces no había pasado. Me gusta mucho mi profesión, disfruto con mi trabajo y con el ambiente que hemos creado en el equipo. Hay días en los, incluso librando, he ido a trabajar porque me gusta. Me gustan mucho mi vida y mi trabajo.
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