Toya Viudes
Toya Viudes, nacida en Murcia en 1967. Autora de 'Abril', una novela escrita entre mil aventuras y asombros en Colombia, donde se instaló 9 ... años. Una historia «de amores frustrados y memorias secuestradas». Lleva un tiempo largo viviendo junto al mar de Cabo de Palos, ahora embarcada como comisaria en una próxima exposición, en el Museo Thyssen, con la que se hará justicia a su tía abuela Rosario de Velasco, una pintora ahora olvidada pero que resplandeció en los años 30.
–Los hombres.
–¡Pues empezamos bien! [Risas] Mis grandísimos amigos hombres me han aportado muchísimo. Mi vida no tendría sentido sin ellos, empezando por mi padre [es hija de Adrián Ángel Viudes y de Maite de Velasco], que para mí es fundamental y que me ha enseñado a mirar al mundo de una forma que le agradezco. No entendería la vida sin el amor de los hombres, y no me gustan para nada esos discursos feministas radicales en contra de ellos.
–¿Sus mejores recuerdos?
–¡Al lado del mar! Mi familia siempre ha tenido mucha vinculación con Santiago de la Ribera. Pienso en mi infancia y me veo a bordo del barco de mi abuelo yendo a navegar, o debajo de los balnearios buceando con peces por todas partes. ¡Tan feliz!
–¿Siempre qué ha tenido?
–Demasiado carácter, ¡menos mal que con la edad lo he ido suavizando! Desde niña he sido muy echada para adelante, lo cual me vino me bien para ir tomando decisiones en mi vida, y liarme la manta a la cabeza, como cuando con más 40 años me marché a Colombia a la aventura.
«De caprichosa y malcriada, nada. Tengo muchos defectos, pero caprichosa no soy para nada»
–¿Nunca quiso ser princesa?
–¿Yo? ¡Menudo muermo! Yo nací ya queriendo ser periodista, escritora y viajera por el mundo. A mí todo ese mundo de las princesas me parece un coñazo.
–¿Niña pija?
–A ver, si se entiende por niña pija pertenecer a una familia que, gracias a Dios, tenía una posición económica que nos permitía hacer según qué cosas que están muy bien, pues a lo mejor sí; ahora, si ser una niña pija significa ser una niña malcriada, ya le digo yo que no porque mis padres nos han enseñando desde muy pequeños que las cosas hay que ganárselas; de caprichosa y malcriada, nada. Tengo muchos defectos, pero caprichosa no soy para nada.
–¿Qué más le enseñaron?
–Por ejemplo: nadie es mejor que nadie por haber nacido en una familia o en otra, ni en un lugar u otro.
–Los vampiros.
–Los peligrosos son los de carne y hueso. Hay mucha gente que se dedica a chuparle la sangre a los demás, y esa gente me horroriza; siendo más joven me costaba más trabajo pasar de esa gente tan coñazo y tan tóxica, que te van dejando sin sangre a cambio de nada, pero ahora los mando rápidamente a tomar por saco. Bastante jodida es ya la vida como para caminarla al lado de gente que te va chupando la sangre.
–Dos bendiciones.
–Poder pasar tiempo con mis padres, después de haber estado años separada de ellos por la distancia, y vivir junto al mar en Cabo de Palos.
–¿Qué ha conseguido?
–Tener más calma interior, que creo que es en lo que consiste la madurez. A mí, eso de hacerme vieja me horrorizaba, me ponía los pelos de punta; pero, ahora que tengo 55 años he entendido que, con el tiempo, ves las cosas de otra manera y las vives a otro ritmo. Yo me encuentro en uno de los mejores momentos de mi vida: todavía me siento joven, sigo teniendo mucho afán por hacer cosas y el cuerpo me acompaña, porque tengo muy buen estado físico y muy buena salud. No me duele nada. Estoy más serena y no tengo aquellos arrebatos de cuando era joven, que eran un horror. Estoy más gordita, tengo más canas, pero he entendido que la felicidad consiste en, como le digo, estar en calma.
«Después de haber estado en los sitios más remotos de Colombia, viajando sola de noche y de día, me atracaron con un cuchillo en la puerta de mi casa en Santa Marta»
–¿Ha renunciado a tener tu propia familia?
–En mis planes nunca entró tener hijos. De jovencita me casé, no funcionó, y después he tenido algunas parejas largas...; ahora estoy sin pareja, pero no me siento sola para nada. Además, necesito mucho espacio vital. He tenido grandes amores y ha sido una gran experiencia; no descarto que me vuelva a suceder, pero en esta etapa de mi vida creo que sería una mala pareja.
–¿Qué tiene?
–Una familia estupenda, muchos amigos, muchos 'hobbies' y muchos proyectos. Nunca he sido yo, además, de seguir mucho los patrones establecidos.
–¿En qué anda enredada?
–En el maravilloso proyecto de recuperar la figura de mi tía abuela Rosario de Velasco, que fue una pintora importantísima en los años 30 y de la que se realizará una gran exposición en el Museo Thyssen.
–¿Por qué se fue a Colombia?
–Porque tenía ganas de probarme, de aventuras, de arriesgarme, de experimentar otra forma de vivir. Y porque quería romper con la rutina, con ese día a día que me estaba asfixiando. Allí estuve 9 años, me fui sin nada previsto y conseguí hacerme un nombre como periodista de viajes. Llegar solo con una maleta y abrirme camino me dio mucha confianza en mí misma. En Murcia tenía una vida superorganizada, trabajaba de lunes a viernes para la Fundación Cajamurcia y estaba rodeada de gente que me quería y a la que yo quería. En Colombia empezaba de cero y cada día era una aventura. No importa la edad que tengas, intenta cumplir tus sueños.
–¿Qué paisaje se le grabó?
–Ahora mismo me viene a la cabeza el bellísimo río de los siete colores, en Caño Cristales, pero toda Colombia es una belleza.
–¿Miedo pasó?
–No, me caracterizo por ser muy prudente y entender muy rápido los códigos de cada lugar.
Menos líos
–¿Curioso qué fue?
–Después de haber estado en los sitios más remotos de Colombia, viajando sola de noche y de día, me atracaron con un cuchillo en la misma puerta de mi casa, en Santa Marta; pero también en esa ocasión tuve suerte.
–¿Qué hace cuando intuye que se le va ir el traque?
–Respiro profundamente y cuento hasta diez. Siendo menos impulsiva te metes en menos líos [risas].
–¿Diría usted que somos los reyes de la Creación?
–¿Qué? Somos lo peor, somos un desastre, estamos echándolo todo al traste. Lo que deberíamos hacer es recapacitar y no creernos tan poderosos.
En tragos cortos
-
Un sitio para tomar una cerveza. Baraka, en Cabo de Palos.
-
Una canción. 'Momentismo absoluto', de Fangoria.
-
Un libro para el verano. 'Salvo mi corazón todo está bien', de Héctor Abad Faciolince.
-
¿Qué consejo daría? Deja vivir.
-
¿Le gustaría ser invisible? Uy, a veces sí.
-
Su héroe o heroína de ficción. Superwoman.
-
Un epitafio. Me la gocé.
-
¿Qué le gustaría ser de mayor? Viajera y escritora.
-
¿Tiene enemigos? Seguro que sí.
-
Su copa preferida. Tequila.
-
Un baño ideal. Desde un barco en el Mediterráneo.
–¿Qué le gustaría ver?
–La Tierra desde el espacio.
–¿Y hacer?
–Me gustaría embarcarme en el [buque escuela] Juan Sebastián de Elcano y en el [buque de investigación polar] Hespérides, o al menos en uno de los dos. Las mejores aventuras son en barco.
–¿Alguna travesía que recuerde de un modo especial?
–El año pasado me embarqué en una goleta de época, Atila, con la que hicimos, partiendo de Sevilla, una parte del Camino de Santiago.
–¿Atila?
–Sí, pero no por el poderoso caudillo de la Antigüedad, sino porque Atila se llamaba el perro del dueño del barco.
–¿Qué no descarta?
–Lo tengo pendiente desde hace años, pero no sé si se me ha pasado ya el arroz para cruzar el Atlántico. Curiosamente, mis padres me animan a hacerlo...; qué curioso, mi padre y yo tenemos el mismo carácter y hemos chocado muchísimo, pero hace un tiempo que encontramos un punto de unión que nos está dando mucha felicidad a los dos.
–¿Qué hago si me la encuentro enfadada?
–Salga corriendo, déjeme sola, no entre en discusión conmigo...; a veces [ríe] puedo ser muy desagradable.
–¿Cada mañana qué hace?
–Medito, y esa rutina de meditación me viene muy bien.
–¿Dónde se va?
–En la segunda semana de agosto, a un sitio precioso en Portugal, en Carrapateira. Voy a un retiro en el que todo va a ser yoga, meditación, comida vegetariana, paseos por la playa... Quiero comenzar septiembre con las pilas bien recargadas. Antes me iba de vacaciones en busca de mucha fiesta, y ahora de mucha paz [risas]. Y me voy sola a este pueblo perdido, a levantarme a las seis de la mañana y estar todo el día en contacto con la naturaleza, con el silencio, con mi interior... Iré conduciendo yo, aprovechando para escuchar buena música.
–¿De un tirón hasta el Algarve?
–No, no, como he visto que los mayores de 55 años tenemos descuento en los paradores, voy a pasar una noche en el de Antequera.
–¿Y los que se marcharon para siempre?
–Yo creo que las personas que nos querían, y que ya murieron, siguen cerca de nosotros cuidándonos; creo que son nuestros ángeles de la guarda. Yo los he sentido cerca, y me he sentido consolada, arropada por ellos.
–¿Para qué no se ha dado por vencida?
–Para absolutamente nada.
–¿Qué continúa haciendo?
–Sigo contando con los dedos.
–¿Qué no es?
–No tengo una personalidad adictiva. Me gusta tomarme mis copas de vino, por ejemplo, pero durante la última Cuaresma no bebí ni una gota de alcohol durante cuarenta días y... tan bien.
–¿Muy claro qué tiene?
–Que a mí nadie me va a obligar a vivir de un modo que yo no quiera. Yo no obligo a nadie a vivir de un modo u otro, así es que a mí que me dejen tranquila. A mí que no me encasillen, ni que tampoco me vengan conque si de una mujer se espera esto o lo otro.
–¿Qué animal elegiría para reencarnarse?
–El delfín.
–¿Colecciona usted algo?
–De jovencita, sellos con flores, una 'frikada' como cualquier otra (risas). Pero no he vuelto a coleccionar nada, y ahora no me gusta acumular objetos. Tengo muy pocas cosas, quiero ir ligera por la vida, y si tengo que partir lejos no tener que empaquetar cosas, ni que preocuparme por ellas. Ahora solo tengo muchos libros, que mis padres me hacen el favor de guardarme en su garaje y de los que no me quiero desprender. No necesitamos tantas cosas para vivir, y si vives en la playa, menos todavía. Mi vida es muy sencilla: me levanto muy temprano, justo lo contrario de cuando me acostaba muy tarde y me despertaba con resaca; me encanta nadar, hacer deporte, caminar por la playa, darle mucho valor a verme con una amiga o un amigo, comer sano, trabajar a mi aire...
–¿Antes qué?
–Antes me veía más guapa que lista y ahora me veo más lista que guapa [risas], pero ¡no vaya a poner eso en el titular!
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión