José Lucas: «Ahora soy mucho más insoportable que antes del confinamiento»
Estío a la murciana ·
«Me lo he pasado subido al palo de la jaula, pero ha dado fruto», confiesa el pintorJosé Lucas (Cieza, 1945), pintor. Quienes le conocen saben que pronunciando su nombre está todo dicho. Un todo por siempre inabarcable. Llevaba años de silencio ... autoimpuesto. No dejar de arder.
–Y ahora, tras el confinamiento, ¿cómo es José Lucas?
–Ahora soy mucho más insoportable que lo era antes del confinamiento. Más insoportable y más intolerante con lo que hay que serlo, naturalmente. El confinamiento me ha pillado a mí en mitad de un ajuste de cuentas bastante duro conmigo mismo, entre otras cosas porque estaba viendo si mi obra se corresponde con esa enorme inquietud mía que llevo dentro, con esa enorme zozobra permanente que yo tengo y con ese dudar de mí continuamente; un dudar, por cierto, que me mantiene vivo, porque cuando no se duda es todavía peor. El confinamiento, entiéndame bien, ha sido una terapia para mí; el tenerme enjaulado, como se me ha tenido a mí tres meses y medio, porque me he pasado los tres meses y medio subido al palo de la jaula como los colorines, ha dado algún fruto. Desde allí, desde lo alto del palo de la jaula, he hecho trescientos dibujos; además, creo que de interés los trescientos, de lo mejor que he pintado en muchos años. Y he leído la intemerata, ya sabe que yo llevo gastados millones de pesetas en libros.
–¿Qué ha leído?
–Por supuesto que todo lo escrito por García Lorca, volviendo a disfrutar de una lección poética como los 'Sonetos del amor oscuro'. ¿Cómo se puede sacar del dolor tantísima belleza? El dolor no es algo desdeñable. Yo no soy amante del fútbol, y mucho menos del lenguaje de los futbolistas, pero el otro día le escuché decir algo al entrenador este, Zidane, que me interesó. Él no sabe ni lo que dijo, pero tenía razón. Tras ganarle su equipo a no sé qué otro equipo, al Granada me parece que fue, dijo que entendía que todo el mundo se quedase con la primera parte del partido que habían hecho, por lo visto genial, pero que él se quedaba con la segunda, en la que habían estado a punto de perder lo ganado. «Yo me quedo con la segunda parte, con la del dolor», dijo. El dolor enseña, hace que te superes.
«Existe mucha más gente prescindible que imprescindible, sobre todo en el mundo de la política de este país»
–¿Qué más ha hecho?
–He escuchado música sin parar, para quitarme de encima los demonios, que me salieron todos al mismo tiempo; ¡no sabía yo que tenía tantos demonios metidos en el cuerpo! Escuchaba música mientras dibujaba, catorce horas al día por lo menos.
–¿Está de acuerdo con lo que ha pintado a lo largo de su vida?
–Mi nivel de acuerdo con lo que he creado hasta ahora es de menos diez, y espero llegar, al menos, hasta menos cincuenta por lo menos. No voy a parar de pintar, y siempre desde mi posición: cuestionar la labor de uno mismo, y la misión que tienes desde que naces y mientras estés por aquí dando vueltas, es fundamental. Bueno, fundamental si uno se tiene por un hombre inteligente, y yo por lo menos puedo asegurarle que he puesto para ello todos los medios a mi alcance. He leído todo lo mejor, he pintado más que 'El Tostao' y que toda mi generación junta, y he procurado rodearme de la gente más culta e inteligente de este país.
–¿Qué es verdad?
–Que las cosas que digo en broma son más serias que las que digo en serio, y que puede que de las que digo en serio ninguna tenga interés; pero sí hago una cosa: poner el dedo en las llagas. Jamás he tenido miedo a decir lo que pienso.
–¿Usted hace el bien?
–Si vas a hacer el bien, lo fundamental es no equivocarte de destinatario. El bien y el mal difícilmente existen, lo que importa es la justicia. La caridad, un invento de las religiones, existe porque en el mundo no ha habido nunca justicia. No hay humillación más grande para una persona que hacerle ver que vive de la caridad de otra. La caridad es una humillación para quien la recibe.
–¿Qué predomina?
–Lamentablemente, una inmensa mediocridad y un enorme egoísmo. El ser humano es más egoísta en la medida en que es más ignorante, y los ignorantes se están adueñando de todo. En estos tiempos de dificultad, hemos podido ver, y sufrir, las enormes incapacidades de muchos que se consideran a sí mismos triunfadores. Mire a esos líderes mundiales que hacen que te avergüences de la especie humana. Sobran tipejos que se creen en posesión permanente de la verdad, y ya decía Oscar Wilde que la persona inteligente siempre duda y se contradice. En la duda y en la contradicción está el crecimiento, solo el imbécil está seguro de todo siempre. También hemos visto a gente, como los sanitarios, con los que tenemos todos una deuda contraída que difícilmente se les podrá pagar, que han dado una lección ejemplar.
–¿Qué no existe?
–Dios.
–Vemos a gente a la que no le importa poner en riesgo la vida de los demás...
–... cualquier persona que pone en peligro la vida de otro, no creo que tenga derecho a que se le respete. Esa falta de respeto que tienen hacia la vida de los demás, hay que tenerla contra ellos, hay que defenderse de ellos. Ya sabemos que hasta que no haya una vacuna contra este coronavirus, tendremos encima una espada sobre nuestras cabezas. Si hay que convivir con estos salvajes, con estos seres selváticos, habrá que defenderse de ellos.
–¿De qué se ha ido dando cuenta con los años?
–De que la inmensa mayoría de las personas con las que danzas, con las que tienes una cercanía, o un trato más o menos cotidiano, o cercano o lejano, son todas prescindibles. En un 80%, digamos. En el mundo actual existe mucha más gente prescindible que imprescindible, y sobre todo, y preferentemente, en el mundo de la política de este país. La política de este país es lo más abyecto que se puede encontrar. Hay excepciones, pero es una vergüenza la cantidad de ineptos que hay, arropados por el poder que da, por ejemplo, el ser diputado o senador o lo que sea. Tú le llamas a tu vecino cabrón, y te mete una querella, pero en el Congreso uno le dice a otro que es un asesino o que su padre es un hijo de puta, y no pasa nada. Hay elementos en la política española que en ningún país realmente serio y civilizado tendrían cabida. Y eso no quita para decir que los que conocemos parte del extranjero y nos hemos movido por ahí algo, sepamos que España es uno de los países en los que mejor se vive. Pero lo que funciona bien aquí suele ser a pesar de los políticos que tenemos, no gracias a ellos. Y ahora tenemos una extrema derecha, a la que observo con muchísima atención, que es la más impresentable de Europa. Franco eran Lenin al lado de alguna de esta gente de Vox.
–No hay charco que deje sin...
–... yo soy el zascandil número uno, me meto en lo que me importa y en lo que no me importa, y me interesa mucho más lo que no me importa que lo que realmente me importa; de lo que no me importa aprendo mucho, y lo que me importa ya me lo sé. Entre todos, han conseguido que hayamos llegado a tener una sociedad con un comportamiento borreguil, incluida la juventud. Sin capacidad de protesta y, peor todavía, sin ganas de protestar, aceptando toda la adversidad a la que nos han abocado. Hemos llegado a ser unos perfectos corderos, obedientes y con muy pocas ganas de luchar y de cambiar las cosas. Yo siempre tengo ganas de dar el follón, aunque hay veces que la edad ya te lo prohíbe. Pero conmigo, en ese sentido, no ha podido la edad. Le digo a los jóvenes que cuentan conmigo para dar el follón; no para darlo por darlo, sino para pedir aquello que esté justo un punto por debajo de lo imposible. Y no estoy haciendo demagogia, es que este país está muy deteriorado, y a eso no es ajeno, por supuesto, el desinterés por la cultura, la educación y la investigación.
«Le digo a los jóvenes que cuentan conmigo para dar el follón, conmigo no ha podido la edad»
Murcia y la cultura
–¿Qué asegura?
–Que hay gente en la política que no tiene la más mínima condición para estar ahí. Y que muchos políticos –empezando por el presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia, al que no le he escuchado jamás la palabra cultura en su boca, ¡y así está culturalmente Murcia!–, parecen temer a la cultura como le temía Millán-Astray, al que le faltaba una pierna, un brazo, un ojo, un huevo y no sé qué más. Llegó a decir: «Cada vez que oigo la palabra cultura, saco la pistola».
No hay politicucho en este país que no se sepa a Belén Esteban de pe a pa, pero ya vería usted el resultado tan desastroso si hiciésemos una encuesta preguntándoles por Sorolla; unos dirían que es delantero centro del Betis, y otros que un capitán de la marina mercante. Ya lo escribió Machado: «España milenaria, ayer conquistadora, envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora». El español desprecia cuanto ignora. Yo soy enemigo de subvenciones, no he pedido una en mi vida, pero lo que sí es esencial es fomentar el desarrollo cultural. Mire Murcia, llena de continentes culturales públicos vacíos de contenido. No soy antimurciano, pero pienso mucho en las cosas que me duelen, y Murcia me duele.
–¿A qué conclusión ha llegado?
–Por naturaleza soy un ser descreído, pero he llegado a la conclusión de que en lo único que a estas alturas se puede creer a pies juntillas, y de un modo inamovible, es en los Reyes Magos. Por supuesto, hace ya muchísimo tiempo que llegué también a la conclusión de que en este país somos maestros en aprovecharnos de la ignorancia de la gente.
–¿Qué es importante saber?
–Con quién no tienes que perder ni un minuto. Yo llevo en Madrid desde los 22 años, y he vivido desde entonces y sigo viviendo, porque yo no tengo paga del Estado, de lo más difícil del mundo: del arte en un país como este. Y además, haciendo la pintura que yo hago, que no son nísperos, ni rosas. Nunca he dejado de pelear, ni por supuesto de trabajar muchísimo, ¿y sabe una de las primeras cosas que aprendí? Pues eso, con quién no debía perder ni un minuto. Antes de tener claro 'con quién sí', hay que tener claro 'con quién no'. Un tonto te absorbe todo el tiempo del mundo a cambio de nada, a no ser que sea de que tú salgas más tonto que él. Un tonto es un peligro de una categoría inmensa, un peligro multiplicado por cien mil.
–¿Irá este verano a Mazarrón?
–Siempre tengo ganas de cambiar de aire, pero ahora mismo también tengo un miedo que no me cabe en el cuerpo. Desinfecto hasta el papel del azucarillo del café. Tengo una edad de alto riesgo, acorde con mi profesión, porque ser pintor se ha convertido en una profesión de alto riesgo. No tengo claro si iré, pero no hay cosa que más me guste que pintar en mi estudio de Mazarrón. Yo no me baño en la playa, soy enemigo de las barbacoas y de las paellas gigantes, y una de mis obsesiones, ya le digo, es huir de los tontos, de los que te roban el tiempo y al final te cabrean. Yo me meto en el estudio y por allí van pasando los amigos que yo quiero. Me encantan la luz, el paisaje y la historia de Mazarrón, soy un ciezano mazarronero.
–¿Por qué no se baña en la playa?
–Una imagen de hace muchos años, de cuando mis hijos eran pequeños, me persigue: vi a un grupo de señoras, recién salidas de la peluquería y con arrobas de oro colgadas al cuello, haciendo una tertulia en la orilla de la playa. Cada una con su ferretería entera de oro colgada sobre el pecho, en secreta competencia con las demás, y ninguna sin saber nadar, por supuesto. Sentadas en el lugar donde el agua apenas les llega a las rodillas, todas hablando al mismo tiempo y sin escucharse ninguna. De pronto, se hace un silencio sepulcral; de buenas a primeras, pasan de la escandalera a quedarse todas en silencio. Y entonces miré el agua, ¡estaban todas meando, también al mismo tiempo!
–¿Expondrá en Murcia?
–No tiene sentido ninguno para mí hacerlo. Hoy por hoy, insisto en que le hablo de mí, no conduce a nada exponer en Murcia.
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