Rubén Martínez
«Hace falta estabilidad legislativa, porque la educación es el presente y el futuro de un país»
Su primer recuerdo lo sitúa en la guardería, jugando, una señal de lo que casi tres décadas después ha llegado a ser. Rubén Martínez (Cartagena, ... 1994) es el mayor de dos hermanos y guarda en un rincón muy especial de su memoria los veraneos familiares en caravana. Su vida, reconoce, es un sueño cumplido y a él se emplea a fondo para rozar la excelencia, una entrega que este año le ha premiado Educa Abanca otorgándole el 'Goya' de la Educación, el Premio al Mejor Docente 2022 en Educación No Formal.
Dedicado en cuerpo y alma a la docencia, «toda mi vida, todo lo que llevo de trayectoria profesional», reconoce que a él la pandemia le abrió las puertas a una profesión a la que aspiraba desde niño: «Empecé con docencia virtual, ayudando a otros profesores a formarse en competencias digitales, que era lo que se necesitaba en ese momento». Y, un poco por azar y un mucho por entrega, «fui siendo cada vez más conocido en ese sector y llegué a hacer colaboraciones también con Latinoamérica», cuenta el artífice de la web Maestriko.
Ahora alterna su labor matinal como profesor de Educación Especial a niños de 3 a 15 años en un colegio de Puerto Lumbreras, con sus colaboraciones vespertinas con universidades como la Internacional de Valencia y la Alfonso X El Sabio y Nebrija, ambas de Madrid, para formar a futuros profesores, tanto en competencias digitales como en otras habilidades necesarias para ser un buen docente, y en Educación Especial.
«Los maestros tenemos que salir de la comodidad y empezar a innovar»
Cartagenero de pro –«hace unos días estuve allí visitando el 'Rincón Alumni' que me han hecho en la facultad», recuerda orgulloso–, hace un año que ha cambiado la ciudad portuaria por Puerto Lumbreras, donde da clase, y ahora por su rincón playero en La Manga, donde es feliz. Allí nos recibe y nos explica el secreto de su éxito.
–¿Por qué cree que le han dado el Educa Abanca 2022 al Mejor Profesor en Educación No Formal?
–La verdad es que no sé quién me nominó, pero es por usar en todos los ámbitos de la educación que toco, tanto con niños como con adultos, metodologías alternativas, utilizando juegos para ir aprendiendo conceptos: aprendizaje basado en el juego (ABJ). Se puede utilizar tanto con recursos digitales como con recursos manipulativos de toda la vida. Bajo mi punto de vista, hay que alejarse un poco de lo más tradicional, seguir un texto, porque los niños están muy sobreestimulados, siempre están con una pantalla delante. Competir contra eso requiere hacer mucho espectáculo o payasadas; darles cosas divertidas con las que puedan aprender. Yo, por ejemplo, las tablas de multiplicar, que a todos nos ha costado horrores aprenderlas de memoria, las enseño con el juego del Uno –un juego de cartas–. Le hice una adaptación para que al jugar se las aprendieran. Ellos mismos se iban motivando porque querían ganar. Este es uno de los juegos más emblemáticos que hice, porque tengo un montón: todo lo que es más memorístico lo paso a juegos.
–¿Cómo eran los veranos de su infancia?
–Mis padres tenían una caravana y hemos recorrido muchas partes de España gracias a eso. Tengo muchos recuerdos muy bonitos; y también en la playa. Mi abuelo veraneaba en La Azohía y estaban allí también mis primos. Íbamos alternando: pasábamos una semana en la caravana, otra en la playa.
–¿Qué quería ser de pequeño?
–Lo mismo que ahora, docente. Siempre lo he tenido clarísimo, no he tenido dudas a qué dedicarme nunca en mi vida. No me veía en otra cosa y tenía que llegar a eso como fuese. Mi 'hobby' siempre ha sido enseñar –y recuerda que con 15 años ya participaba en voluntariados de educación con niños con dificultades de integración social y también colaboraba con Maestros Mundi, con una faceta también social–.
Los buenos maestros
–¿Qué es lo más necesario?
–Primero y aprovechando que estamos en campaña electoral, se necesita un pacto de educación. Lo que no puede ser es que cada cambio de legislatura se reduzca a un cambio de legislación. Sin una estabilidad legislativa es muy difícil producir un cambio en la educación; y que los políticos llamen a los profesores para ver qué se necesita. Y, segundo, que los profesores salgamos de nuestro estado de comodidad y empecemos a innovar; que nos quiten un poco la carga burocrática, que llevamos muchísima, y nos dejen espacio para innovar y, sobre todo, libertad para aplicar nuevas metodologías.
–¿Cómo le afectó la pandemia?
–En mi caso, aunque suene mal decirlo, que suena muy mal, me ayudó a darme a conocer, algo que de otra forma hubiese sido muy difícil porque trabajar de maestro es muy complicado. También me ayudó a poder aportar, lo que siempre he querido, un granito de arena. Y no solo en España, sino también cruzar al otro lado del charco, ya que en las formaciones me encontraba gente de Bolivia, Cuba, Colombia... Era impresionante.
–¿Qué es la felicidad?
–Poder vivir el día a día sin las preocupaciones del futuro, que es muy difícil y más en los tiempos que corren. Es simplemente poder pararte y disfrutar de una taza de café mirando el mar, pero disfrutarlo de verdad, sin preocuparte de nada. Eso es la felicidad.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar una cerveza El bar de la playa, mirando al mar.
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Una canción 'Viva la vida', de Coldplay.
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Un libro para el verano Cualquier saga de Javier Castillo.
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¿Qué consejo daría? Disfruta del día en el que estás viviendo, sin pensar en mañana ni en ayer.
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¿Cuál es su bebida preferida? La cerveza.
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¿Le gustaría ser invisible? No.
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Un héroe o heroína de ficción Spiderman.
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Un epitafio Vive el presente y haz lo que quieras.
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Lo que soy ahora; ser docente y poder seguir transmitiendo.
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¿Tiene enemigos? No, que sepa, no.
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¿Qué es lo que más detesta? La mentira.
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Un baño ideal Un spa, eso es un privilegio.
–Si ganase la lotería, ¿qué haría?
–Me plantearía montar alguna academia o algo relacionado con la educación, destinando mi tiempo, con tranquilidad y sabiendo que tengo dinero para vivir, a hacer algún proyecto más ambicioso con el que aportar mi granito de arena, porque echo en falta también en la educación no formal, que es donde me he movido mucho tiempo, esa innovación que me gustaría llevar a cabo.
–¿Qué es imprescindible?
–Ese contacto más directo de profesores y docentes con los políticos, porque la educación se cambia demasiado y es el presente y el futuro de un país; depende de eso.
–¿Qué envidia?
–La educación en Finlandia. Allí la ley que la regula es como una constitución; se tienen que poner de acuerdo para realizar cualquier cambio. Entonces, tiene una estabilidad enorme y puedes comprobar si una ley está funcionando o, si no funciona, corregirla. Y también, socialmente, la educación está más valorada, lo que ejerce más presión a los que mandan y todo es una rueda. Por eso hay que reivindicar la figura de los buenos docentes, de los que están luchando por conseguir ese cambio. Aunque lo seguiremos intentando, falta que los de arriba tiendan un poco la mano.
–¿Qué no puede faltarle?
–Mi familia, soy muy familiar.
–¿Sin qué no sale de casa?
–Sin el móvil, antes me dejo las llaves.
–¿Con qué se parte de risa?
–Tengo un humor muy fácil; realmente con cualquier cosa. Por ejemplo, sobre todo en el trabajo, con la capacidad que tienen los niños de improvisación para intentar llamar la atención.
–¿Cuál es la última foto que ha hecho con el móvil?
–Pues esta mañana he ido a la universidad donde estudié –Isen Cartagena–, que me hicieron un 'Rincón Alumni' y no pude estar en la inauguración. Es mi última foto con el móvil.
–Si pudiera, ¿qué desinventaría?
–Pues fíjate que es contraproducente para mí, pero desinventaría internet. Me refiero sobre todo a cuando quedas con cualquiera y tiene esa necesidad de estar pendiente del móvil. Nunca lo comprenderé. En ese momento lo quitaría, luego soy la primera persona que no puede vivir sin internet.
–O sea, que no puede faltarle el móvil, pero sabe dejarlo a un lado.
–Sí, cuando quedas con gente, prefiero la relación de toda la vida, de hablar, y si no hay de qué hablar, te aburres, pero no estás con el móvil al lado.
–¿Cuál es su principal virtud?
–La paciencia, mucha paciencia, mi trabajo lo requiere.
–¿Cuál es su primer recuerdo?
–Era muy pequeñito, estaba, supongo, en alguna guardería y era verano. Jugaban con nosotros con las mangueras y los típicos toboganes. Ese es mi primer recuerdo más feliz; está grabado a fuego.
–Si pudiera teletransportarse, ¿dónde estaría?
–Viajaría a muchos sitios, siempre he sentido curiosidad por China, Japón, toda la parte asiática y sus diferentes culturas; sé que me pasaría todo el tiempo viajando porque lo que me lo impide más es el tiempo, y el dinero, claro. Si pudiera teletransportarme...
–¿Es de ir con pocas cosas?
–Con poco me arreglo.
–¿Cómo se relaja?
–Escuchando música y leyendo.
–¿Qué música?
–De relajación, la típica lista de Spotify de música para leer.
–¿Qué ha descubierto tarde?
–La capacidad, que sigo intentando descubrir, de vivir el día a día, de cómo autorrelajarme. Soy una persona muy nerviosa y muy inquieta, y me ha costado mucho.
–¿Qué no se puede creer?
–Ahora mismo, en campaña electoral, todo lo que se dice, las promesas que se hacen.
–¿Qué es lo mejor?
–Dedicarme a lo que me dedico.
–¿Con quién le gustaría hablar?
–Con César Bona, uno de los pioneros de la educación actual; me gustaría tomar un café con él y hablar; tiene mucho que decir.
–¿En qué es un maestro?
–En nada; en reflejar cómo es alguien al que le gusta lo que hace.
–¿Cuál debe ser la principal cualidad de un docente?
–La paciencia y la inquietud, aunque sean dos cualidades diferentes. La paciencia para trabajar con personas y la inquietud de no parar, de seguir aprendiendo, como los médicos.
–¿Qué es lo fundamental?
–Vivir como quieras vivir, no como te dicen que tienes que vivir.
–¿Y se puede?
–Sí. No en todos los casos, pero sí en la mayoría. Lo difícil es creérnoslo nosotros mismos.
–¿Lo mejor de envejecer es...?
–Aprender y tener más experiencia en la vida.
–¿Qué le gusta?
–Cuando las temperaturas lo permiten, estar rodeado de naturaleza, en el monte o en la playa. Ambos sitios me aportan cosas diferentes y me gustan mucho.
–Si pudiera, ¿qué haría?
–Intentar cambiar el pensamiento de la sociedad, que sea consciente de que debe estar unificado, que vamos todos juntos hacia un mismo sitio y que no hay que remar en diferentes direcciones.
–¿Qué libro recomendaría para que alguien se enganche a la lectura?
–A los niños, que pasan la primera crisis lectora a los 10 u 11 años, cómics, y siempre atendiendo a sus gustos, porque una de las cosas que se tiene que trabajar es que no todo el mundo tiene que leer lo mismo.
«La felicidad es pararte y disfrutar de una taza de café mirando al mar, sin preocuparte de nada»
–¿Para qué hay que prepararse?
–Sobre todo, para el fracaso y la frustración. Para mí, es una preparación vital porque a todos nos va a pasar. El fracaso es natural, no debe generar una crisis de ansiedad. Hace falta enseñar más herramientas psicológicas y darle más importancia a la salud mental. No es malo ir al psicólogo. De hecho, tendría que ser como una revisión del dentista o del médico de cabecera, para adultos y para niños y adolescentes.
–¿Qué rescataría del pasado?
–La ilusión de la infancia por todo, porque todo es nuevo.
–¿A qué dedica su tiempo libre?
–Me encanta leer un libro.
–Un vicio confesable.
–No caigo. Paso palabra.
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