Chitina Martínez posa en la playa de La Torre de la Horadada, antes de pasar unos días en Cabo de Palos. Vicente Vicéns / AGM
Mujer del Año 2025 y vicepresidenta de Afacmur

Chitina Martínez: «Me hace muy feliz darme a los demás; es con lo que más disfruto en esta vida»

Estío a la murciana ·

«Lo peor es cuando viajamos a África cerca de las navidades y nos encontramos aquí con la opulencia y el despilfarro propio de esas fechas. Siempre pienso: '¿De qué coño nos quejamos?'»

Viernes, 8 de agosto 2025, 23:46

Hablar solo un ratito con Concepción Martínez Romero (Murcia, 1958), Chitina para todos, es llevarse al bolsillo un puñado de tabletas de energía concentrada, unas ... buenas dosis de optimismo vital. La Mujer del Año 2025 de la Región «representa los valores más destacados de la mujer murciana, ya que su vida ha estado dedicada al esfuerzo por mejorar la vida de los demás, convirtiéndose en un referente para otras mujeres y demostrando que es posible transformar realidades», dijo de ella la consejera de Política Social, su tocaya Conchita Ruiz. Transformadora de realidades ya jubilada -que no retirada-, Chitina Martínez ha sido durante más de 40 años subdirectora de Enfermería y supervisora de partos en el hospital materno infantil Virgen de la Arrixaca, ayudando a venir al mundo a «más de 6.000 niños», calcula. Implicada hasta la médula en la cooperación internacional a través de la ONG Cirugía Solidaria, esta madre de cuatro hijos y abuela de cuatro nietos también está dejando una profunda huella gracias a su labor en la Asociación de Familiares de Niños con Cáncer de la Región de Murcia (Afacmur). Fue ella quien fundó el colectivo después de perder a su hija 'Chiti', de seis años: «Está conmigo todos los días», zanja. El próximo 28 de agosto cumple años esta mujer de bandera empeñada en que quienes habitan este mundo sean un poco más felices. En el cargo de esta entrevista, bajo su nombre, caben muchos cargos. Pero pondremos primero el último asignado, el de Mujer del Año 2025. Así, en mayúsculas.

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-Se jubiló.

-Sí. El día de mi cumpleaños del año pasado.

-¿Y qué tal?

-¡Estupendamente! Esto es vivir siendo libre. Como yo digo, estoy jubilosamente jubilada. Me siento libre, hago lo que me apetece y, lo que no, no lo hago. Hago lo que me hace feliz. Por supuesto, estoy pendiente de mis hijos y de mis nietos. Pero sin ataduras.

-Dice usted que ahora hace lo que le hace feliz. ¿Y qué es?

-Me hace muy feliz darme a los demás. Mucho. Es con lo que más disfruto en esta vida. Estando con los demás y haciendo cosas por los demás, haciendo felices a los que tengo a mi alrededor. Pero yo creo que eso le pasa a todo el mundo, ¿no? Hacer lo que se pueda para mejorar el bienestar de los demás.

-¿Ese es el secreto de la felicidad?

-Para mí, lo principal para que yo pueda ser feliz es que los que me rodean sean felices. Los más cercanos, mis hijos, mis nietos, mis hermanos... Y además, la felicidad también me la da poder aportar cosas a la gente para que puedan ser más felices. Y disfrutar. Yo soy muy disfrutona. Y me hace feliz disfrutar con mis amigos. Me encanta viajar y pasármelo bien.

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En tragos cortos

  • Un sitio para tomar algo. -Arima, el restaurante de mi hijo Jaime en Molina de Segura. Jaime es un gran chef y todas las tapas son espectaculares.

  • Una canción -'Color esperanza', de Diego Torres.

  • Un libro para el verano -'Los cipreses creen en Dios', de José María Gironella.

  • ¿Qué consejo daría? -No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.

  • Un aroma. -El jazmín.

  • ¿Con quién no cenaría jamás? -Con la persona que le hizo más daño a mi padre.

  • ¿Quién dejó de caerle mal? -No recuerdo a nadie en particular.

  • ¿Le gustaría ser invisible? -No.

  • ¿Qué le gustaría ser de mayor? -Chitina, junto a todos mis amigos.

  • ¿Tiene enemigos? -Sí.

  • ¿Lo que más detesta? -La mentira. La odio.

  • ¿Un baño ideal? -En Cabo de Palos con mis amigos, y si hay luna llena en La Torre de la Horadada con mis hermanos.

-Y cuando viaja, también lo hace pensando en los demás. Con la ONG Cirugía Solidaria ha hecho no sé cuantos viajes. ¿Cómo le entró la vena solidaria?

-Esto es una cosa que me ha llamado de siempre, desde pequeña. Cuando tenía 12 años, me iba al asilo de Orihuela a darle de comer y a cantarle a los abuelos. Porque me apetecía.

-Y después se hizo mayor y se fue a África.

-Sí. Yo me hice matrona. Y me quería ir a Ruanda con una amiga mía monja que estaba allí. Pero en el camino conocí al padre de mis hijos. Me quedé embarazada de mi hijo Jota y ya no me fui. Era una asignatura pendiente que tenía. Estando en la Arrixaca, ya me enteré de que iban a hacer una ONG para ir a África... ¡Pero no me quisieron!

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-¡Cómo!

-No, porque en aquel momento era solo quirúrgico, y entonces decían que ahí una matrona... ¡Pero si soy enfermera! (risas) No coló. Pero una de las cosas que tengo es que soy muy insistente, por no decir muy pesada (risas), todos los años decía que me quería ir. Hasta que, al final, con algunas artes que utilicé, conseguí meterme en un viaje a Camerún.

-¿Cómo fue ese primer viaje?

-Todos los viajes son espectaculares. Pero es verdad que aquel primer viaje... Llegar a aquel sitio, en medio de la selva, con esa tierra roja, a un poblado de pigmeos... Fue impresionante, no se te olvida nunca. Cantidad de gente allí esperando a que viniéramos, algunos llegados desde lejísimos. Sin ninguna infraestructura... Y luego todo lo que te da la gente de allí, que te lo da todo.

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-Sin tener nada...

-Sí. Es muy frustrante la sensación, cuando nos vamos, de que no se puede llegar a todo lo que queremos hacer, a todo lo que queremos dar. Además, nosotros nos vamos con nuestros días de vacaciones, con nuestros recursos. Pagamos el viaje, la manutención... Estamos esperando a que la Comunidad saque la ley de cooperación, que somos una de las únicas regiones que no la tiene. Estuvimos hablando con el presidente y el consejero y nos dijeron que se iba a hacer. Yo confío mucho en López Miras y creo que lo va a hacer. A mí me gustaría que fuera este año porque sería un regalo para la ONG, que cumple 25 años.

-¿Cómo se vuelve después a la rutina del primer mundo? ¿Mejor persona?

-No sé si mejor persona. Con otros ojos, seguro. Lo peor es cuando viajamos a África cerca de las navidades, en diciembre, y volvemos y nos encontramos con la opulencia y el despilfarro propio de esas fechas después de haber estado rodeados de tanta miseria, de tanta necesidad. Te choca tanta luz, tanto consumo, tanta compra. Tanto, que te hace daño. Cómo desperdiciamos. Cuánto nos quejamos. Siempre pienso de qué coño nos quejamos aquí, con la Sanidad que tenemos, con la posibilidad que tenemos de que nuestros hijos vivan en un estado de bienestar increíble. Y luego andan frustrados porque no tienen el móvil 'XXY'... Eso no puede ser.

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Reírse de la globalización

-De sus viajes, ¿qué le impacta más?

-La falta de medios. La falta de igualdad. Cuando se habla de la globalización me da mucha risa, porque no hay globalización ninguna. Y podría haberla. Y me impacta mucho los problemas que tienen y cómo se las apañan para solucionar cuestiones básicas. Y que, a pesar de todo, son felices. Y no tienen nada. Pero sonríen.

-Los niños. Además de ser matrona, fundó la Asociación de Familiares de Niños con Cáncer de la Región de Murcia.

-Eso es lo que más sentido ha dado a mi vida. Yo soy matrona y, cuando mi hija enfermó, no era consciente de que existía el cáncer infantil. De esas cosas en las que ni caes. Y en Murcia no había nada. Había un cirujano, pero solo operaba los tumores sólidos. Todo lo que era Hematología u Oncología que no fuera sólido nos teníamos que ir fuera. Te dan un diagnóstico así y se te hunde el mundo, se te abre un agujero debajo de los pies. Con tres hijos pequeños, dejar dos aquí e irte fuera con uno... Es duro. Además, cuando te dicen 'tu hija tiene cáncer', lo que piensas es que tu hija se muere. Aunque te agarres a todo. Me fui a Barcelona, al Vall d'Hebron. Pero sin un solo informe de los hematólogos, solo con los informes de los pediatras. Estuve allí diez meses con mi hija. Llegamos al trasplante de médula, que se la dio su hermano Jota, aunque no era 100% compatible. Pero no había otra opción. Empezó a funcionar, pero tuvo una reacción de anticuerpos muy jodida y se pasó todo el verano luchando. Nos dijeron que había luchado tanto que, si salía, no iba a recaer. Y salió. Pero, con tan mala suerte, que cogió una infección y, como no tenía defensas, se murió. Mi hijo se sintió culpable mucho tiempo porque decía que no le había servido su médula, y por más que yo se lo explicaba, no lo entendía. Volví a Murcia un 10 de octubre, con mi hija 'Chiti' muerta, preguntándome por qué. Pero luego te preguntas para qué. Y yo tenía que encontrar un para qué. Para qué pasa esto.

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-Ese 'para qué' fue Afacmur.

-Sí. Fui a unas jornadas en Alicante y me encontré con la gente de la asociación de Valencia. Y me dijeron: 'Chitina, tienes que montar la asociación en Murcia'. Y cuando volví a casa ya sabía lo que tenía que hacer. Fuimos a buscar a Reme Piqueras como presidenta y nos dijo: 'No, mi marido'. Y ahí está Paco Palazón, mi presidente, que es un campeón. A pie de obra todos los días. Mi hija murió en 1994 y la asociación la montamos en 1995.

«No era consciente de lo que era el cáncer infantil; volví de Barcelona con mi hija muerta preguntándome por qué y para qué»

-¿Una vía para sobrevivir?

-Bueno, lo que me ayudó a salir adelante hasta que yo fundé Afacmur fueron mis hijos. Si yo no hubiera tenido a Jota y a Javi me hubiera metido en la cama, me hubiera tapado la cabeza, y hasta que el cuerpo aguante. La muerte de un hijo no se supera. Mi hija está conmigo todos los días. Pero también con mis hijos y con mis nietos, porque mis nietos hablan de la tita 'Chiti'. Y en mi casa se habla de 'Chiti' como si estuviera aquí, porque está aquí. Lo siento así. Y hablo con ella, y le digo: 'Nena, ten cuidado de tu hermano Jota; mira a ver tu hermano Javi'. Vive con nosotros todos los días. Luego es verdad que crear Afacmur fue muy importante, porque ahí veía un para qué. Inauguramos la unidad de oncología infantil en la Arrixaca, que fue a través de la lucha de Afacmur, y siempre que paso por delante de la puerta digo: 'Unidad de Oncohematología de 'Chiti''. Para mí, lo pone. Porque, para mí, el sufrimiento de mi hija ha dado muchos frutos. En Afacmur ayudamos a un montón de familias, a un montón de niños supervivientes.

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-Lo más bonito que le han dicho en estos años, ¿qué ha sido?

-Ya no es lo que me hayan dicho. Es ver a las familias contentas, que nos den las gracias por lo que les aportamos. Los educadores, las psicólogas... El trabajador social, que soluciona cualquier problema, que se ocupa de todo el papeleo, porque las familias en esa situación no están para papeleo... Mi hijo Javi trabaja ahí como educador, y cuando me dicen las cosas que hace por la gente de la asociación, cómo se porta, se me hace el culo 'pepsicola' (risas).

-¿Por qué le llaman Chitina?

-De Conchita. Mis abuelos maternos empezaron a llamarme Conchitina. Y mi hermano mayor empezó a decirme Chitina. Y ahí me quedé, con Chitina. Y mi hija 'Chiti' me decía: 'Mamá, si yo tengo una hija, ¿se llamará 'Chi'?' (risas).

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-¿Qué siente cuando ayuda a traer un hijo al mundo?

-Yo siempre he sido matrona vocacional. De pequeña me llamaban mucho la atención la barriga de las embarazadas. Hice Enfermería porque quería ser matrona. Me acuerdo perfectamente del primer parto que hice, que parecía que me faltaban manos, brazos y de todo para sujetar al crío. Pero esa emoción, cuando coges al crío... es brutal. Siempre que me dicen 'gracias, Chitina', yo digo: 'No, gracias a vosotros por dejarme participar en esto'. Porque participar en ese triángulo amoroso que es el padre, la madre y el niño, es maravilloso. Esa cara de la madre cuando le pones encima a su hijo... Es un regalo. Mi abuela materna decía: 'La persona que vea nacer un niño y no crea en Dios, no cree nunca. Porque eso es un milagro'.

-¿Creyente?

-Mucho. Desde que nací. Todo me lleva a creer cada vez más. A veces no lo entendemos. Como lo que me pasó con mi hija. No lo entiendes. Pero hay que fiarse y confiar. Si te fías y confías, seguro que te da las herramientas, como me las dio a mí, para salir adelante.

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-¿Algún sueño por cumplir?

-Sí. Me encantaría hacer un viaje con toda mi familia. Un crucero con mis cuatro hijos, con mis cuatro hijas -porque mis nueras son para mí como mis hijas-, con todos mis nietos... Es una ilusión que yo tengo. O un crucero o Eurodisney, donde ellos quieran.

-¿Qué le parece muy necesario?

-Que seamos más generosos todos. Que, cuando alguien se tira al mar para venir aquí a tener una vida mejor, tengamos una visión más comprensiva. Que se facilitara su entrada, y su integración, y no dejarlos en manos de estas mafias que los matan por el camino. Y que Netanyahu acabe con el genocidio que está cometiendo en Palestina, también. Que el ser humano se quiera un poco más me parece muy necesario.

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