Aurora Soto: «Hay que aprender a escuchar y escuchar no es oír»

Hoy llega «desnuda», se le han olvidado los pendientes. «Es muy raro, nunca salgo de casa sin ellos; tengo más de 100», cuenta como anécdota. En su piel, tatuados, lleva en la pierna un peón que reflejado en un espejo se ve reina, porque le encanta el ajedrez y porque le recuerda que «un peón es una reina en potencia»; lleva tres pájaros libres en el hombro que simbolizan a sus dos hermanos y a ella misma, y también se grabó el prisma de Pink Floyd «en homenaje a la música rock».

Profesora de Primaria especialista en inglés, graduada en Trabajo Social, con un máster en Criminología -«una de mis inquietudes era lo relacionado con la mente, las emociones y la psicología», detalla- y estudiante en curso de Bellas Artes, «una espinita clavada», Aurora es un alma inquieta que no se cansa de aprender y de compartir lo aprendido. Lo hace a través de su web 'La pizarra de Aurora' y de los hasta 10 cuentos, «y otro que viene en camino», que ha escrito como herramientas para superar obstáculos con la inteligencia emocional como aliada y también como colaboración solidaria con colectivos como Aidemar y la Fundación Pasqual Maragall. De hecho, confiesa, el lápiz mágico, de 'Iris y el lápiz mágico' -su primer libro y uno de sus sueños-, es el que le dio su madre, maestra e inspiración vital, cuando se bloqueó con el examen práctico del carné de conducir y se sintió incapaz de seguir.

-El lápiz mágico es la confianza que la maestra le da a sus alumnos dentro de un aula. Para mí, fue el llavero con las llaves de un coche que me dio mi madre cuando iba a tirar la toalla. Yo siempre he sacado muy buenas notas y el teórico lo aprobé a la primera, pero el práctico se me atascó; lo aprobé a la quinta.

Lo cuenta orgullosa la maestra de Primaria del CEIP Santo Ángel (Murcia) porque de cada piedra en el zapato, Aurora Soto va sacando una lección con la que ayudar a los demás a que se deshagan de ella.

-¿Qué le apasiona?

-Los libros, la literatura, el arte y la educación. Mi madre ha sido maestra toda la vida y siempre me inculcó la pasión por la educación, lo que significaba ser docente. Es increíble el sentimiento que tiene un docente cuando deja esa huella en sus alumnos.

-¿Qué hay que comprender?

-Que tan importante es que sepas leer, multiplicar, sumar, dividir,... como que sepas gestionar tus emociones. Atender todo lo relacionado con la salud mental, los miedos y la tolerancia a la frustración y todo lo relacionado con la inteligencia emocional es muy importante.

-El 'bullying' transciende ya los muros de los centros escolares y causa estragos entre niños y adolescentes. Con 'Ponte las gafas' trata de poner coto a ese acoso escolar, ¿cómo lo ataja?

-Ese ponte mis gafas, el ponte en mis zapatos, es esa empatía para poder trabajar y luchar contra el acoso escolar. De lo que se trata, si de verdad quieres solucionar el problema, es de trabajar no con el acosador o la acosadora, sino con el grupito que le hace las palmas, porque alguien acosa porque tiene un grupo de apoyo. En el momento en que esa persona se queda sola, no hay ni acoso físico ni verbal ni de ningún tipo.

-¿Cómo era de niña?

-Muy tímida, me daba mucha vergüenza hablar en público. Esto me permite trabajar con alumnos introvertidos, porque yo lo he vivido en mis propias carnes y sé lo importante que es dedicar tiempo a poder expresarte.

-¿Qué es 'La pizarra de Aurora'?

-Todo lo que voy haciendo en el cole con actividades que considero que pueden servir a otros compañeros lo cuelgo. Así también yo recibo un 'feedback'. Ayudarte entre unos y otros es muy bueno.

-¿Cuál es el problema?

-La gestión de las emociones. España es de los países que más ansiolíticos consume y no es casualidad. Aquí la salud mental siempre se ha medicalizado mucho y se ha dejado de lado y durante muchos años ir al psicólogo. De qué sirve que una persona sea brillante en matemáticas o cálculo y luego sea una maravillosa ingeniera si es incapaz de trabajar en equipo, si no sabe aceptar una crítica constructiva, si no sabe tolerar esa frustración cuando algo no sale como tiene que salir. Vivimos en sociedad y todo el mundo cargamos con una mochila de piedras. La mochila es la inteligencia emocional y las piedras tus miedos, tus temores, tus frustraciones, tus traumas,... Y el problema es que tú no vas escalando solo. Vivimos en sociedad y, si esa mochila se abre, pueden empezar a caer piedras a otras personas. Si tú no tienes asertividad, no sabes dialogar, no tienes ciertas habilidades sociales,... surgen los conflictos.

-¿Cómo los afronta?

-En clase, tengo el rincón de la resolución de problemas y dentro hay una oreja, una boca, un corazón... porque un conflicto surge porque no hay una escucha activa. Eso es lo primero que le enseño a mis alumnos: hay que aprender a escuchar y escuchar no es oír.

-Y, ¿cómo lo hacen?

-Un alumno coge la oreja gigante y le toca escuchar, y al que tiene la boca le toca hablar, y luego se intercambian. Así tratamos de llegar a puntos comunes, porque cuando hay un conflicto no hay alguien que tenga toda la razón ni alguien que no la tenga. Normalmente, suele haber confusiones o hay que aceptar los errores.

-¿Y cómo aborda la creciente diversidad en las aulas?

-Yo pienso que cuando, por ejemplo, hay un niño incapaz de concentrarse en el aula, aunque haya que trabajar ese aspecto, apartarlo no es la solución. Soy más partidaria de individualizar las tareas dentro del aula. Por qué todos los alumnos tienen que hacer lo mismo si, al final, no somos todos iguales. Entonces, cuando tú te centras e individualizas y conoces al alumno, sus miedos, sus incertidumbres,... adaptas el trabajo a cada uno de ellos.

-¿Qué es lo primero?

-Lo primero es que hay que entrar alegre y que al colegio venimos bien. Puede ser que nos hayamos levantado mal, claro, o tener problemas con tu familia, pero un docente tiene que crear ese contexto de seguridad donde el alumno se sienta querido y valorado. Porque hay alumnos que, por desgracia, en sus casas no tienen ese cariño o vienen de familias desestructuradas o de situaciones sociales muy graves como desahucios. Hay que crearles un contexto de seguridad para que se abran y el niño sepa que esa conectividad va más allá de si hace un examen bien o no.

-¿Qué hay que saber?

-Que los libros de texto matan la creatividad. Por eso, yo siempre intento transmitir esa pasión por los libros y por la expresión escrita con la originalidad, con la escritura creativa. Hay que acabar con los cuatro renglones que dejan los manuales a todos los niños, para que cada uno cuente lo que tenga que contar. En mi clase, hay libertad para coger el material para crear, una vez que han terminado las tareas, evidentemente; no se tira nada, todo nos vale, y crean sus propios muñecos, sus propias casas... La creatividad siempre está presente.

-¿Por qué es tan importante?

-Es básico. De hecho, las empresas cada vez contratan a gente más creativa. Es la forma que tú tienes de ver el mundo. La creatividad te sirve hasta para solucionar un problema adecuadamente.

-¿En qué debería cambiar el sistema educativo?

-La raíz, lo primero que debería de cambiar es el lugar donde se imparte clase, porque tener a alumnos cinco horas sentados sigue siendo como antes. Al final, vas a una clase magistral típica, con una pizarra digital, eso sí. Yo le doy la vuelta, el alumno tiene que ser el foco principal. En mi clase, por ejemplo, creamos programas televisivos en los que cada alumno decide en qué quiere ser experto y se lo enseña a los demás. Ahí el docente pasa a segundo plano, a grabar, y deja que el alumno imparta esa clase a través de un 'roleplay', un juego. Porque si te diviertes, aprendes mejor. No podemos seguir en aulas masificadas y mirando todos a una pantalla, eso no es una forma de cambiar.

-¿Es de madrugar?

-A ver, me lo he propuesto y ahora sí, pero porque hago deporte por las mañanas. Pero soy muy de trabajar por la noche porque me distraigo con cualquier cosa, necesito hacer muchas actividades, y de noche hay menos distracciones, más silencio, menos luz y me es más fácil concentrarme.

-Si recibiera una herencia inesperada…, ¿qué haría?

-Muchas de las cosas que me gustaría hacer, aun teniendo todo el dinero del mundo, no podría. Pero sí darle a mis seres queridos un hogar en condiciones. Es verdad que no te va a quitar los problemas, pero te ayuda.

-¿Qué haría que ni todo el dinero del mundo se lo permitiría?

-Curar enfermedades de seres queridos que son incurables. También te digo que si me tocase la lotería, probablemente, donaría parte a investigaciones de ciertas enfermedades. Ya lo he hecho y no soy millonaria

-En su bolso, ¿qué hay?

-Siempre llevo unos auriculares.

-¿Con qué se parte de risa?

-Con los monólogos. Y me suelo reír mucho de mí misma. Tengo mucho sentido del humor.

-La última foto en su móvil...

-La hice ayer. Sí, y fue a mí misma. Un selfi.

-¿Qué invento eliminaría?

-El teléfono móvil. Es curioso porque lo uso mucho. Pero es que es muy adictivo, lo reconozco.

-¿Cómo se ve en una década?

-Pues con hijos.

-¿Tiene pareja?

-Ahora mismo, pareja como tal, no. Pero me gustaría ser madre.

-¿Cuál es su punto fuerte?

-La constancia y el esfuerzo. Nunca tiro la toalla.

-¿Y el débil?

-El perfeccionismo.

-¿Qué es lo mejor?

-Mira, me siento muy afortunada por tener el trabajo que tengo y por poderlo contar.

-Si pudiera viajar en el tiempo...

-Me gustaría ir al futuro para ver lo que hemos hecho con el medio ambiente. Cómo ha cambiado la civilización.

-¿Qué le preocupa?

-Muchas cosas. Los derechos de la mujer y las libertades; las listas de espera en sanidad y las de educación para que un niño pueda ser diagnosticado. Muchas cosas...

-¿Qué es imprescindible?

-Tener la conciencia tranquila. Poder descansar sabiendo que lo he hecho lo mejor que podía.

-¿Qué la relaja?

-Escuchar música, hacer deporte y pasear por la playa.

-¿Qué ha descubierto?

-Que la gente cambia y no te puedes centrar en lo que era antes, sino en lo que te hace sentir en el momento. Pensamos que las cosas siempre van a ser igual y pueden cambiar en un momento.

-¿Qué no se cree?

-Los resultados electorales.

-Un sueño por cumplir.

-Ser inspectora de Educación.

-Un vicio confesable.

-Me gusta dormir con peluches, no sé si eso se puede considerar un vicio, pero tengo que tener uno por lo menos para dormir. Soy muy del monstruo de las galletas.

-¿A qué celebridad le hubiera gustado conocer?

-A Frida Kahlo. Y a Leonardo da Vinci, creo que nació en una época equivocada; y a Miguel Ángel.

-¿Es de arreglar o de sustituir?

-Intento arreglar porque me gusta mucho la filosofía japonesa; cuando se rompe algo, lo pegan porque así recuerdan que eso se rompió al seguir viendo los trozos unidos. Es una filosofía de vida.

-¿Qué es la naturaleza en su vida?

-Para mí es fundamental porque convivimos con ella, no somos quiénes para destruirla, ¿no? Sin embargo, irónicamente, la estamos destruyendo.

-¿Qué libro recomendaría para que se apasionen por la lectura?

-Pues uno de los míos, hombre: 'Historias para aprender a quererte bien', de 5 a 110 años... ¿Otro? Cualquiera de literatura británica, como 'Retrato de Dorian Gray', porque a mí me gusta ese tipo de literatura. Y juvenil, sin lugar a dudas, los de J. K. Rowling.

-¿Qué hay que aprender?

-A aceptar un no por respuesta y las decepciones. Y, luego, a tolerar tus errores y que no eres perfecto.

-¿Qué rescataría del pasado?

-A mis abuelos.

-¿Qué le gusta?

-Hacer deporte. Por ejemplo, 'fitness'. Y me gustan mucho los deportes náuticos... Navegar. Lo hacía antes, cuando vivía en La Ribera, porque desde muy pequeños en el colegio nos llevaban a navegar, a hacer piragua...

-¿Qué es para usted el mar?

-Yo siempre que he tenido un problema he ido a escuchar cómo me siento. En los balnearios de Santiago de la Ribera, me siento, me relajo, me pongo mi música... Siempre lo he hecho así.

-¿Qué no tiene arreglo?

-Las desilusiones. Es muy difícil que vuelvas a creer en esa persona que ha roto la confianza.