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El Rey abandona la celebración del cumpleaños de su tía, Doña Pilar, con su madre, Sofía, de copiloto. Letizia no fue. :: r. c.

Los 'pactos' de Marivent

Los Reyes ya están en Palma, pero condicionados por la agenda política. La ausencia de Letizia en el cumpleaños de Doña Pilar es la comidilla en la isla

ARANTZA FURUNDARENA

Lunes, 1 de agosto 2016, 09:29

La agenda política, esa gran tirana, se ha convertido estos días en la excusa perfecta para escaquearse. Solo comparable al «me lo prohíbe mi religión». Aquí en Palma, la 35 Copa del Rey-Mapfre de Vela velaba ayer armas a la espera de que la voluble y pérfida agenda política determine la participación del Rey en su propia regata, que arranca hoy y se prolongará hasta el sábado. Hay un runrún de que el monarca podría navegar a la caña del Aifos los próximos jueves, viernes y sábado. Si no lo hace, la culpa será de la agenda política.

Felipe y Letizia ya están en Palma. Llegaron por separado y con planes diferentes para el sábado. Él acudió con sus padres, los Reyes eméritos Juan Carlos y Sofía, y con su hermana Elena a la comida de celebración del ochenta cumpleaños redondo de su tía paterna, la infanta Pilar. Letizia se abstuvo. ¿Qué se lo impidió? ¿La agenda política? Mas bien, la agenda de su familia política, con la que al parecer no sintoniza. Ahora, esa ausencia es la comidilla en Mallorca. Unos lo consideran un feo imperdonable hacia la tía de su marido, otros recuerdan que las relaciones entre Letizia Ortiz y los Gómez Acebo siempre han sido tirantes. Y algunos piensan que estos desencuentros familiares humanizan a la Familia Real al demostrar que en todas partes cuecen habas... A calderadas.

Caldereta. Ese fue el plato estrella elegido por la hermana de don Juan Carlos para agasajar a sus invitados. La sirvió en el jardín, junto a la piscina, y ello dio lugar a que los periodistas que hacían guardia a la puerta pudieran escuchar los chapoteos de los niños, el murmullo de los adultos, distinguir algún que otro comentario pronunciado en voz alta y percibir claramente el contundente «Venga, todos a sentarse» con el que la Infanta (mujer de mucho carácter) ordenó a sus familiares que acudieran a la mesa.

La culpa de tanta indiscreción tiene su origen en un largo contencioso que obligó a la duquesa de Badajoz a demoler parte del estupendo chalé que poseía en Porto Pi, muy cerca de la residencia real de Marivent, por haber realizado unas obras ilegales. La hermana del hoy Rey emérito derribó todo lo derribable y se mudó a la urbanización Sol de Mallorca, en Calviá. Y, claro, la casa actual no tiene altos muros de piedra ni un jardín enorme. Así que los ruidos procedentes de la piscina y el porche pueden llegar a percibirse desde el exterior. Tal vez por considerar su cumpleaños un acto estrictamente privado, doña Pilar no se dejó ver ni saludó a los periodistas que hacían guardia al otro lado del portón. Uno de ellos, hasta le había llevado una tarta, tal vez con la esperanza de que saliera a soplar las velas. Ni que fuera ella Jesulín...

Ayer el Aifos descansaba en Porto Pi, pero hoy ocupará su habitual puesto número 13 (responsable quizá de sus malos resultados) en el pantalán E00 del Real Club Náutico de Palma. Salvo la recepción oficial del Rey a las autoridades baleares, prevista para la mañana de hoy, la actividad de la Familia Real esta semana en Mallorca es un misterio y ha provocado ya más quinielas y especulaciones que los pactos para formar Gobierno. Se supone que organizarán un posado familiar en Marivent, pero no hay nada seguro.

Entre tanto, se espera como agua de mayo el regreso de Pierre Casiraghi, tras ausentarse unos días para acudir al funeral de la abuela de su mujer. De Pierre, que sobrevolará la Bahía de Palma en un catamarán supersónico, dicen los que le conocen que es clavadito a su difunto padre. «Le gusta el riesgo extremo y fuma y bebe tanto o más que él». Así que si alguna extraña agenda política no se lo impide... Dará juego.

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