Morante salió a hombros de la plaza de toros de Las Ventas el pasado domingo 12. EFE

Locura por Morante: la genialidad y el misterio en la despedida de los grandes

¿La penúltima estocada? ·

La inesperada y muy mediática retirada del sevillano recupera las historias de otros toreros que abandonaron los ruedos por sorpresa

José Luis Benlloch

Sábado, 18 de octubre 2025, 13:03

Las retiradas de los toreros siempre han tenido su liturgia propia a la vez que han sido fuente de leyendas. Tanto calado social tenían que ... la frase de cortarse la coleta, desprenderse del símbolo identitario de los toreros, que desde Juan Belmonte dejó de ser natural, quedó como un clásico del lenguaje popular cuando se quiere decir que alguien abandona (o debería) una profesión o actividad. La inesperada, muy escenificada y aún más mediática retirada de Morante de la Puebla en Madrid ha recuperado para el imaginario popular su significado y hasta hace pensar en el milagro de una reconexión de la tauromaquia con la sociedad.

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Ante el tsunami informativo que ha generado la decisión del genio de la Puebla, cabe preguntarse si los toreros se retiran o los retiran: ¿se van en plenitud artística, momento nada fácil de elegir, como ha sido el caso de Morante o lo hacen por falta de contratos? ¿Les echa el público con su exigencia o con su displicencia (ya no acude a su reclamo) o les echa el toro que comienza a ganarle la partida demasiadas tardes? Hay casos en la historia para todos los apartados. Algunas retiradas tienen lugar en la más absoluta discreción, se ha ido en silencio se suele decir, sin ceremonias ni agasajos; otras son inesperadas, por sorpresa, y las hay anunciadas (recaudatorias de los últimos réditos). Otras son definitivas y muchas, temporales y estratégicas, que obedecen a intereses comerciales, por no citar las frustradas, aquellas que, aunque planeadas en la intimidad, el infortunio hizo que no llegasen a producirse, como en los casos de Sánchez Mejías, Manolete o Paquirri.

El caso Morante ha reunido los mejores ingredientes, se ha ido en lo más alto, por sorpresa, y deja abierta la incógnita de si ha sido fruto del trastorno disociativo que le afecta y cuyo tratamiento médico es incompatible, la enfermedad que los seguidores llamaban depresión o atribuían directamente a su reconocida genialidad. Sea lo que sea, se ha ido a mayor gloria del propio Morante y del toreo. Desde el día de la Hispanidad de 2025 los aficionados ya sueñan con la vuelta.

En la historia ha habido retiradas de todos los estilos. Uno de los adioses más relevantes fue el de Lagartijo El Grande, que en 1893, huyendo de la presión de los aficionados que le pasaban factura por su larga hegemonía, se anunció en cinco despedidas continuadas en las que estoqueó seis toros como único espada, en Valencia, Zaragoza, Bilbao, Barcelona y Madrid (ninguna en Andalucía pese a ser cordobés o quizás por eso), en lo que fue todo un acontecimiento social; Rafael El Gallo, que también tenía sus rarezas de genio, se fue y volvió tantas veces y con tanta informalidad que se granjeó la enemistad temporal de su hermano José. Juan Belmonte, otra personalidad deslumbrante, tras retirarse en 1922 en Lima de donde era originaria su esposa con la que se casó por poderes ante el estupor, cuenta Chaves Nogales, de todas las matronas de Triana. Volvió tres años después al reclamo de una exclusiva que le hizo Pagés por una cantidad que desbordaba todas las cifras imaginables en la época. Tras varios escarceos en corridas sueltas y festivales benéficos, acabó con su vida cuando (dice la leyenda) no podía valerse por sí mismo en lo que habían sido sus pasiones más personales.

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Ignacio Sánchez Mejías, Manolete, 'El Cordobés', Antonio Ordóñez, José Tomás, Ponce… La mayoría de las figuras protagonizaron sonadas despedidas. En cualquier caso, nunca en la historia los toreros duraron tanto tiempo en activo como en las últimas décadas, quizás porque se hacían ricos antes, porque el toro era más exigente o porque los públicos se cansaban también antes y pedían novedades. Como ejemplo de fugacidad, 'El Litri', que se retiró de los ruedos por primera vez en la misma plaza, Valencia, la tarde en la que se cumplían dos años de su alternativa, 12 de octubre de 1952, doctorando a Pedrés. Tres años después reaparecía para volverse a retirar dos años más tarde y regresar en 1966. En total no estuvo en activo más que siete años, menos de los que necesitaron muchas de las figuras actuales para asentarse en el escalafón.

Diestros de ida y vuelta

Las retiradas de los toreros no tienen excesiva credibilidad y la mayoría acaban volviendo. Lo hacen por motivos diferentes, porque no se acostumbran al anonimato, porque no saben hacer otra cosa o por necesidad económica. Han sido muchos los que tras decir adiós, poco después han dicho buenas tardes. Antoñete fue uno de ellos. Tras varias temporadas en el ostracismo por falta de contratos volvió en 1981 para vivir su época más triunfal en la que se convirtió en un icono del toreo, de la bohemia y la movida madrileña. Ahí está el poema de Sabina como demostración de la admiración que generaba el torero del mechón entre la progresía del momento. Su retirada de 1985, muy anunciada, con corte de coleta incluido, tuvo lugar en la misma plaza de Madrid donde Morante le inauguró un monumento la víspera de la que sería la sorprendente retirada del sevillano. En el centro del ruedo, entre sollozos del propio torero y de la afición, su cuñado, conserje de la plaza y tutor del diestro en las penurias de la posguerra, le quitó el añadido. Naturalmente el maestro volvió a vestirse de luces y lo hizo hasta que los pulmones castigados por su perenne pitillo le dijeron basta una tarde en Burgos en la que pareció morirse frente al toro.

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Nadie descarta que una vez retome el tratamiento médico que ha tenido que suspender este año pueda volver pronto

Despedida inesperada, con gran efecto en el mundo del toro, fue la de Antonio Ordóñez en 1962 en la plaza de Lima. Entre bastidores siempre se achacó semejante decisión a la llegada de 'El Cordobés' con el que nunca llegó a torear vestido de luces. Volvió en la campaña de 1965 con una exclusiva millonaria que le firma su amigo y admirador José María Jardón empresario de Madrid. Esa nueva aventura, la definitiva, finaliza una aciaga tarde en la semana grande de San Sebastián de 1971. Al llegar al hotel, cuentan, ordenó que lo comunicasen a través de la agencia CIFRA. Aún habría un nuevo intento en 1981, temporada en la que sus coetáneos Antoñete y Manolo Vázquez tienen una reaparición triunfal en la que se imponen en los mejores carteles de todas las ferias. El maestro de Ronda que durante ese tiempo ha toreado todos los años la corrida goyesca de su ciudad que él organiza, intenta reaparecer, pero toreando a puerta cerrada para prepararse en la plaza de Benalmádena, un toro le lastima una cadera. Intenta superarlo, torea en Palma de Mallorca y Ciudad Real pero debe desistir. La trayectoria del maestro en los ruedos había llegado a su fin.

Con tales antecedentes, no puede extrañar que horas después de la retirada de Morante hayan surgido dudas y que los aficionados se pregunten si es definitiva o solo temporal y hasta se analice su gestualidad y se hagan juegos semánticos con la diferencia entre cortarse la coleta o quitársela, como ha hecho el sevillano. Dudas que en algún caso las han provocado desde el entorno más próximo del torero. Su propio apoderado y amigo, el portugués Pedro Jorge Marques, quien en las recientes crisis mentales del diestro lo acogió en su casa para alejarle de los focos mediáticos de España, dejaba caer en las RRSS al pie de una foto de la estocada de Madrid «La penúltima estocada», lo justo para disparar las especulaciones sobre la retirada. ¿Será la definitiva? Nadie descarta que si supera la enfermedad con el tratamiento médico que este año ha tenido que interrumpir para poder torear, pueda volver en un futuro más o menos próximo. ¿Dos, tres temporadas? En esa posibilidad radica la esperanza de sus fieles que a estas alturas son mayoría.

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Otros casos

  1. Sánchez Mejías

Volvió a los ruedos tras siete años retirado en los que su actividad de mecenazgo y relaciones intelectuales acabaron de completar su aura personal.

  1. 'El Litri'

Lo suyo es un ejemplo de intensa y brillante brevedad en activo. Se retiró dos años justos después de tomar la alternativa y en la misma plaza, Valencia. Lo hizo ya rico y famoso. Luego volvería y se retiraría en varias ocasiones sin que la totalidad de las temporadas superase los siete años.

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  1. Antonio Ordóñez

El gran maestro se retiró y volvió en varias ocasiones en situaciones muy distintas. La primera vez que abandona los ruedos lo hace en Lima, en tarde triunfal y envuelto en la admiración general; la segunda retirada llega tras una tarde aciaga en San Sebastián; y el tercer y último intento, en Ciudad Real, se ve frustrado por una lesión previa.

  1. Antoñete

Tras vivir su mejor época artística en la madurez personal, se despidió en la misma plaza que Morante, en cuya puerta grande el sevillano le promovió un monumento. Volvió temporadas después hasta que la salud, una insuficiencia cardiorrespiratoria, casi le cuesta la vida en pleno ruedo.

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  1. José Tomás

Sus diversas idas y vueltas a los ruedos siempre estuvieron rodeadas de misterio. Postura muy acorde con su personalidad. Nunca anunció ninguna despedida, pero sí las dejaba entrever y sus feligreses peregrinaban de una plaza a otra por si acaso era la última aparición. En realidad, nunca se retiró.

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