El Paso Morado prepara la Santa Cena para la procesión

Las puertas de la Iglesia del Carmen esconden tras de sí un ajetreo constante y emociones a flor de piel. Dentro del templo, decenas de cofrades morados se afanan en los preparativos para el día más importante para su paso, el Jueves Santo, en el que presiden la procesión del Perdón. Todo ese esfuerzo nunca es en vano y nace del amor incondicional de los cofrades. «Durante los últimos tres días de preparación, estamos de nueve de la mañana a tres de la madrugada limpiando, montando y decorando» los tronos y las exposiciones, cuenta a LA VERDAD Ana María Calvis, presidenta de la Asociación de Damas de la Santísima Virgen de la Piedad. «La devoción que sentimos es tanta que no nos importa perder el sueño para que todo quede perfecto», añade.

El Paso Morado atesora uno de los tronos más legendarios de la Semana Santa de Lorca sobre el que procesiona el cenáculo más antiguo que se conserva en España. Nueve de las tallas del grupo escultórico son de Nicolás Salzillo y están fechadas en 1700, el resto son de Manuel Carrillo y José Gerique. Una de las características más singulares de este trono es su puesta en escena. Sobre la mesa que representa la Última Cena se disponen alimentos reales. Felipe González, guía del museo y entusiasta colaborador en los preparativos de los morados, revela que durante muchos años se incluyó un asado de cordero en la mesa «que luego había que comerse entre bambalinas».

Este año, en la procesión del Perdón no habrá cordero para los apóstoles, pero sí un bodegón con hortalizas y frutas frescas variadas recién recolectadas de la huerta lorquina. También panecillos elaborados para la ocasión por las monjas Clarisas en el obrador artesano del convento.

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