Cartagena sin procesionistas

Francisco Mínguez

Martes, 22 de abril 2025, 00:49

La Semana Santa de Cartagena está perdiendo su más genuina identidad de una forma que va siendo motivo de alarma. Su soporte ancestral, único, propio, ... autóctono e insustituible, el procesionista, desaparece. Y lo hace sucumbiendo a una moda, sin raíz ni herencia, que todo lo pretende hacer cofrade en una ciudad que, siempre, ha sido procesionista aún sin pertenecer a agrupación o cofradía alguna. Porque aquellos que forman parte de la Cofradía de Pescadores, de la Cofradía de San Ginés de la Jara o de la Cofradía de la Virgen del Rosell y los Cuatro Santos aun siendo cofrades por pertenecientes a sus correspondientes entidades no lo son, en absoluto, procesionistas por más cofrades que, realmente, sean. Siendo la de procesionista, sin embargo, condición inseparable de todos y cada uno de los que conforman la Semana Santa. A veces, incluso, de algunos que ni una sola vez han llegado a formar parte de una procesión. Considerándose, eso sí, procesionistas por encima de todo. Cartagenero, español y procesionista, que se decía.

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No se trata esto de una logomaquia ni de una divagación entre, otrora, lagartijistas y frascuelistas; se trata de la pérdida del soporte humano, indispensable, de nuestras procesiones, desde dentro y desde fuera. De la pérdida del procesionista que, falsamente, y en muchas ocasiones, atendiendo a un hipócrita y desmesurado meapilismo, pretende ser sustituido por la denominación de cofrade.

El valor innato de la Semana Santa de Cartagena es contar con el procesionista, que vive para su Semana Santa. Y es a través del procesionista del que se han hecho las procesiones de orden, de luz y de flor. Únicas, en su conjunto, en el mundo. Es aniversario estos días de la elección de José Vidal Molero como hermano mayor de la Cofradía California, que tuvo lugar en la Cuaresma de 1875. 'El Eco de Cartagena' exponía, sucintamente, sus valores para haber sido elegido, ser, simplemente, «entusiasta procesionista». De esto hace ciento cincuenta años. Años en los que comenzaban a fraguarse las procesiones con procesionistas en Cartagena.

Quedémonos con lo nuestro si queremos seguir siendo singularmente únicos. Procesionistas, raza señera de la Semana Santa de Cartagena. Y que este bello vocablo, procesionista, siga pletórico de vida y no, como lo va a terminar siendo, un desahogo de añoranzas y manojo de recuerdos en una Cartagena con procesiones pero sin procesionistas.

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