Hijos de Caín

La tontería se me acabó cuando a mi padre se le hincharon las narices y me llevó de una oreja a la peluquería del Cuartel de la Guardia Civil, donde me raparon al cero. No llevaba camino de ser un hombre de provecho. Cuánta razón tenía.

El caso es que de aquella época conservo en la memoria la letra de una canción de los Barón Rojo, que para nosotros era poco menos que un himno: 'Hijos de Caín'.

Y después de la espantada de Felipe Moreno, al que entre unos y otros han vuelto loco, me ha venido a la memoria aquella vieja canción. El Murcia en estado puro. Con honrosas excepciones, como las que ya enumeré la semana pasada. Cremades, Moreno Jiménez, Pardo Cano, Zamora, Martínez Abarca y pocos más. La zona noble de la Condomina siempre ha sido el camarote de los hermanos Marx, o 'Había una vez un circo'. Y en esta ocasión, desgraciadamente, ni en los peores momentos, y cuando parecía que venía un hombre de fútbol con capacidad de gestión acreditada, y con ganas de invertir en el Real, han sido capaces de dejar a un lado los egos, los intereses personales, los rencores, las puñaladas y el tradicional cainismo murcianista. Y entre unos y otros la han vuelto a pifiar. La historia se repite una y otra vez. Muchos se preguntan por qué una ciudad como Murcia que lo tiene todo para tener un equipo consolidado en Primera, anda purgando por esos campos de Dios. Pues estas semanas hemos tenido puntual respuesta a esa pregunta.

Por cierto, ayer ganamos 1-0 en un gran partido. Nuevamente con las tres G en el centro del campo.