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Cualquier lugar es propicio para disfrutar con las canciones de Karmacadabra, pero está claro que un espacio al aire libre potencia todavía más algunas de ... las virtudes más potentes y representativas del conjunto cartagenero. Una condición que cumple La Cantera, recinto ubicado en la localidad y diputación homónima del municipio de Cartagena que acoge este fin de semana una nueva entrega del ciclo 'Acordes al aire', iniciativa donde la música en directo y el entorno natural se funden con química y complicidad total, sin micrófonos ni altavoces. Así, el grupo, que se presentará en esta ocasión en formato de dúo acústico, se mimetizará con la tierra, la brisa, los árboles y los sonidos del silencio capaces de calmar a la inquietud a través de un repertorio cambiante en sus formas, tan traviesas y dinámicas como sentidas y profundas, pero siempre estimulante en el fondo. Charlamos con José María Vidal, cantante de Karmacadabra.
–Antes de llegar al presente, empecemos por el pasado. En 2024, abriendo La Mar de Músicas, nos encontramos con una versión muy impactante de Karmacadabra. Más oscura, rabiosa, reivindicativa y salvaje. ¿A qué se debió esa transformación?
–A que llevamos muchos años con una misma dinámica y expresando un tipo de filosofía más esperanzadora y basada en la ternura, pero también es cierto que tenemos otros aspectos que necesitamos desarrollar y comunicar a nivel artístico. De todos modos, tampoco es algo nuevo, estamos volviendo a esos primeros años en los que empezamos en la música con otros proyectos. Teníamos tanto una ideología reivindicativa como un punto más duro. Estamos potenciando otras partes de nosotros por la necesidad de evolucionar o morir.
Domingo 12.00 horas
Centro juvenil municipal de Canteras. Entrada libre.
–¿Esa esencia se mantiene de cara a los próximos pasos de la trayectoria del grupo?
–Sí y no. Nunca nos hemos casado con nada ni con nadie. Ahora nos apetece este sonido, vibración escénica y transformación estética, pero no descartamos que, dentro de unos meses, nos inspire hacer algo más clásico o relacionado con la música latina. No tenemos ningún problema en ir cambiando. Creo que, tal y como está el panorama musical actual, la gente está mucho más abierta a que de una misma banda pueda nacer una canción de electrónica oscura o una pieza más orgánica y luminosa. Siempre nos ha gustado la versatilidad de estilos y sonidos. Somos un grupo que nunca descarta los cambios bruscos.
–En ese sentido, ¿en qué punto se encuentra su próximo disco?
–El trabajo musical está completamente terminado a falta de la masterización. Hay que reconocer que la fecha que teníamos prevista desde el principio se ha ido retrasando, pero por circunstancias personales de cada uno. No teníamos ganas de hacer algo deprisa y corriendo que no nos gustase. Hemos querido elaborar un trabajo exquisito en el sentido musical. Ahora estamos preparando todo el material visual alrededor de los temas para poder ir lanzándolos. Andamos con los tiempos, estructuras y demás. Cuando lo tengamos todo listo lo iremos sacando tranquilamente para que el proceso no se quede a mitad.
–Karmacadabra ha sido siempre una banda que ha seguido su propio camino sin atender imposiciones u ordenes de la industria. ¿Siguen planteando su carrera de esta forma?
–No seguimos algunas exigencias como, por ejemplo, crear la cantidad de contenido que hay que generar o el seguimiento de los estilos que marcan las tendencias, pero eso no quiere decir que no queramos meternos en una parte de la industria que consideramos necesaria para dar conciertos en festivales o tener una mayor promoción y visibilidad. Lo que pasa es que es un camino muy hostil y difícil.
–¿Suelen analizar mucho las decisiones que han ido tomando a lo largo de su carrera?
–Sí. Hemos invertido tiempo en pensar sobre lo que hemos hecho. Además, creo que la música no es lo más difícil de tener un grupo. La música es cuestión de tiempo y tiene muchas fuentes de las que te puedes alimentar para ir aprendiendo y practicando. Un grupo es prácticamente igual, pero no tiene tantos recursos a nivel social. No nos educan para tener una buena toma de roles o gestionar las emociones, eso es lo que hace que sea tan complicado. Y más en el camino de la autogestión. Lo importante es que haya mucha claridad en la comunicación y que los conflictos se puedan abordar e incluso convivir con ellos. Saber hacer eso es una de las claves para que Karmacadabra, a pesar de la agresividad de la industria y algunos parones obligados por circunstancias personales, siga en activo.
–¿Cuánto porcentaje de importancia le dan a la suerte para desarrollar una trayectoria en la escena musical de la Región?
–Alto. En España todo funciona mucho también por los contactos que tengas. También importa estar en el sitio donde se está consumiendo música. Por ejemplo, en la Región de Murcia, si no estás haciendo música indie alternativa que conecta más con un festival como el Warm Up, es complicado que se fijen en ti. Un estilo como el de Karmacadabra funcionaría mejor en un panorama musical como el de Valencia, Barcelona, Granada o Sevilla.
–El concierto de este domingo se lleva a cabo en un lugar situado en plena naturaleza. A nivel creativo, Karmacadabra siempre ha conectado de una manera muy fuerte con lo terrenal.
–La naturaleza es fundamental para nosotros. Nos hemos criado en el barrio de la Concepción. El monte de la Atalaya ha sido nuestro patio de recreo todas las tardes y nos ha inspirado mucho. La Cantera también es un espacio muy importante porque gran parte de nuestras canciones nacieron allí. Nos encanta la forma en la que es un espacio arraigado a lo natural. Es muy importante la conexión con lo urbano y estar en el meollo de lo que culturalmente está pasando, pero para llevar a cabo eso se requiere una intensidad para la que la naturaleza te prepara. Y te cura. Y te hace coger fuerzas para volver a conectar con lo social manteniendo los pies en el suelo y de una forma más serena.
–¿Alguna vez han pensado en grabar un álbum cien por cien acústico?
–No es algo que nos hayamos planteado, pero nos gustan mucho las sesiones en directo en las que se reinterpretan canciones en ese formato. Es algo que nos encanta hacer.
–¿Cuesta más encontrar canciones vitalistas en medio de las tormentas de incertidumbre?
–Estamos pasando un momento muy fuerte a nivel geopolítico y económico. También hay mucho estrés, ego, redes sociales y mucho mirarse en el espejo sin profundizar, pero creo que, entre toda esa locura, se necesita más que nunca el amor y el cariño. Y el propio ser humano se irá regulando hacia eso. Es algo que se puede ver ya en el arte. Hay una parte de ese material a nivel conceptual que es basura y está envenenando a las mentes, pero hay otro que está mucho más despierto y tiene ganas de aportar para que haya más conciencia, serenidad y paz entre las personas. Todavía quedan espacios para generar canciones luminosas en un mundo caótico.
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