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Usuarios del comedor social y del albergue de Cáritas, durante la cena. EVA MOYA

El frío invernal llena todas las camas del albergue de Orihuela para personas sin hogar

La casa de acogida gestionada por Cáritas cuelga el cartel de completo, pese a que «hace poco ampliamos las plazas hasta las 14»

Lunes, 13 de febrero 2023, 22:50

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El invierno tiene la casa de acogida de Cáritas trabajando al máximo. Sus 14 plazas están ya ocupadas y en Navidad incluso tuvieron que hacer un esfuerzo excepcional y acoger a más personas en sofás cama e incluso hamacas. Todo para que nadie se quedara a la intemperie. «Este invierno está siendo muy crudo», reconoce Ana Victoria, una de las educadoras sociales que ayuda a estas personas a reinsertarse y a reconducir su vida.

La casa de acogida empezó su andadura en 2013. Una donación permitió a la organización diocesana restaurar su actual sede de la calle Comedias, a los pies del monte San Miguel. Dos años más tarde, arrancaron con 11 plazas con las que ofrecer una atención completa a aquellas personas sin hogar que dormían en las calles de Orihuela. «Hace poco que ampliamos las plazas a 14», comparte el director del centro, Manolo Sáez.

«Todas las personas acogidas tienen un servicio integral, tienen alimentación, ropa, cama y, si necesitan servicio jurídico, también lo tienen. Se le acompaña en todos los aspectos de su vida», reivindica Ana Victoria. Una atención que, abunda, complementan con talleres, por ejemplo, de jardinería y clases de español para quienes las necesiten.

Pese a que cada persona que llega tiene su historia personal, ambos responsables explican que dos son fundamentalmente los perfiles que atienden: extranjeros sin recursos y personas con problemas económicos y de adicciones, siendo este último caso el más numeroso. Los menos comunes, por contra, son los de las mujeres víctimas de violencia de género. «También se las acoge de manera temporal, derivadas por la Policía, porque, en la mayoría de casos, por desgracia, los agresores van en su busca», relata Sáez.

Y pese a que ya no ofrecen alimentos a todo el que llega, puesto que eso se hace desde cada parroquia, un convenio con la Generalitat les ha permitido mantener esta atención solo a las personas que tienen acogidas. «Hemos contratado un 'catering' para ello», explica Manolo Sáez.

Aun así, el director de la casa detecta cierta indiferencia de la sociedad hacia este problema. «La mayoría de la gente de Orihuela no sabe dónde estamos», asegura. «A los pobres no los quiere nadie», lamenta. Aun así, se felicita de que la plantilla es cada vez más nutrida. «Tenemos ya cuatro monitores, una psicóloga, una coordinadora del proyecto, una trabajadora social, una educadora social y un terapeuta ocupacional», detalla Ana Victoria.

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