¡Que (no) viva el sake!
PARALELO 37 ·
Y yo que pensaba que el consumo de alcohol en la vida pública estaba prohibidoSigo en 'shock'. En mis viajes por el mundo creía haber visto toda la basura que tocaba por lo que nunca imaginé que Cabo de ... Palos, el pueblo de foto en el que vivo y del que tanto presumen nuestros políticos en ferias turísticas y eventos culturales, fuera a sorprenderme un domingo por la mañana con el aparcamiento a su entrada convertido en un descomunal estercolero tras el habitual y inexplicablemente permitido macrobotellón de todos los fines de semana de verano. Me pregunto si esos jóvenes que grabé volviendo de día a casa caminando como si nada sobre los cientos y cientos de bolsas y botellas que ellos habían dejado tirados unas horas antes son los mismos que se manifiestan con pancartas monísimas para salvar el planeta y concienciar al mundo de los problemas medioambientales. Y yo que pensaba que el consumo de alcohol en la vida pública estaba prohibido, pero debe ser en Marte, porque en esta playa de Cartagena esta normativa es papel mojado. La Policía se excusa y dice que solo tiene «una o dos patrullas para toda la zona», desde el Ayuntamiento reconocen sentirse desbordados y los vecinos mientras tanto, desesperados.
Y en esas que ando alarmada porque los chavales españoles comienzan a beber a los 13 años y el 81,9% de los estudiantes reconoce haber consumido alcohol en el último año cuando leo que Japón ha puesto en marcha un concurso de ideas para promover el consumo entre los más jóvenes y recaudar más plata. La campaña se llama 'Sake viva!' (sí, el 'viva' en español) y con ella la Agencia Tributaria del país asiático invita a enviar propuestas destinadas a «revitalizar la industria de las bebidas alcohólicas y solucionar sus problemas». El 'problema' es que allí la recaudación de los impuestos sobre el alcohol ha disminuido unos 799 millones de euros, lo que supone la mayor caída en los últimos treinta años.
Santo Dios, los japoneses locos por vender más sake y yo rezando para que llegue el día en que seamos capaces de celebrar la vida sin emborracharnos. Hace años decidí no beber nada: «De verdad no quieres una cerveza, ¿te pasa algo?»; «Vamos, no seas aguafiestas»; «¿Estás enferma?»; «Qué aburrida, tómate algo». Lo de ser abstemia fue pasajero y difícil con tanto tercer grado. Mañana 1 de septiembre es mi cumpleaños y me he propuesto este año navegar hasta la Antártida a bordo del 'Hespérides' y cerrar el pico a gin-tonics y otros tragos. Voluntad tengo pero también les digo que me veo más capaz de pasar el invierno en la Base Juan Carlos I a 57 grados bajo cero que emprender otra de 'Alcohol cero' como batalla.
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