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¡Viva Murcia, cabrones!

En la Región hay demasiados balazos, demasiadas reliquias de lo que pudo ser y no fue, y va llegando la hora de que tomemos otra conciencia de lo que somos y de lo que debemos ser

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Lunes, 23 de septiembre 2019, 08:44

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El 20 de julio de 1923 moría emboscado Pancho Villa, el héroe de la Revolución Mexicana. Con él desaparecía el sueño de volver a ser la potencia mundial que ya nunca sería México en los días en que la gente gritaba por las calles '¡Viva México, cabrones!'. El lema nacional es una frase más enigmática de lo que parece. ¿Quiénes son los cabrones? En un principio, fue autoexaltación, algo así como 'vamos todos a una, cabrones (nosotros)'. Luego fue de alegría en las borracheras, y los cabrones éramos nosotros y los otros. En los últimos años, entre la violencia y el descrédito político, el viejo grito de guerra revolucionario tiene demasiados significados y destinatarios.

Murcia no es México, la vida aquí suele ser plácida y tranquila como en ningún otro sitio del mundo, pero eso no significa que sea perfecta, hay cosas por hacer. A tenor de lo que hemos visto estos días, si esta región fuera como debe ser, mañana empezarían las demoliciones de casas ilegales, ampliadas y ocultas de la huerta. Pasado mañana se haría un estudio de impacto de la agricultura intensiva alrededor del Mar Menor. Ese mismo día se denunciaba a los que hubiesen incumplido las licencias y se practicaban las detenciones por crimen medioambiental. Los pozos y desagües serían cerrados al acabar el día. El jueves se despediría a toda la directiva de la Confederación Hidrográfica y se elegía otra. El viernes se levantaban todos los encauzamientos de acequias. Fuera todas esas tortas de cemento que hacían tapón y alteraban una obra maestra de la hidráulica medieval. Hay que ser burro.

Y el sábado arroz con costillejas en la región (casi) perfecta.

Murcia tiene, entre otros, estos problemas, pero hay uno sobrevenido que estamos obviando y es de imagen. La pasada semana el cielo se desplomó sobre nuestras cabezas. El desastre ha sido el mayor que yo he visto y en una situación así uno aguza los sentidos, ayuda en lo que puede y piensa mucho. Toda el agua del mundo cayó sobre nuestra pobre tierra heroica como heroica es la UME, dura como el llano de Rulfo, el otro padre simbólico de la patria mexicana. Toda esa agua corrió trayendo dolor y ruina, recordándome que en 'Memorias de África' hay un momento en el que Meryl Streep quiere hacer una presa en su rancho, pero el agua siempre la rompe. Su sirviente negro le dice que es imposible porque «el agua vive en Mombasa». Es una maravillosa metáfora que nos dice 'Ama lo inevitable'. El agua que cae sobre la Región, inevitablemente, vive en Los Alcázares, lo comprobamos en 2016. Hemos visto que se hicieron esfuerzos para evitar otro desastre y hemos visto que no ha sido suficiente. Desde el punto de vista de un 'barriga verde' analfabeto en meteorología e ingeniería como yo, la prioridad de esta Región debe ser que esto no ocurra más. Sin excusas, sin peros. Esto no puede volver a suceder.

Con semejante drama encima, lo normal es concitar la solidaridad de todos, tal y como ocurrió con la riada de Santa Teresa en 1879, en que Europa se volcó con la Región, pero en los periódicos de la mañana ya se hablaba del director general de Emergencias que se fue al teatro. Hay que revertir esto. Estoy harto de la imagen que vende Murcia, de que salgamos constantemente en los telediarios por cosas así. Esta es una tierra formidable, de gente dura y buena. También hay hijos de puta de primer nivel como los que saquearon las tiendas de Los Alcázares, pero esto está lleno de currantes que trabajan de sol a sol, que aguantan carros y carretas, pero siguen riendo y viviendo las calles y los bares, como está llena de científicos y empresarios o de artistas y abogados. Esta no es ya exclusivamente la tierra del huertano simpático, aunque a veces nos empeñemos en vender nuestros tópicos más recurrentes.

Este viejo reino no se levanta desde hace más de un siglo, pero cuando lo hizo en Cartagena en 1873 tembló el país entero, y aprovecho para recordar que 'Míster Witt en el Cantón', de Ramón J. Sender, debería ser obligatorio. Yo quiero que no duela querer a Murcia, que vayamos con la cabeza alta y que, cuando uno nos diga que tenemos un acento feo le digamos que el nuestro es nuestro y que no tenemos la culpa de que el suyo sea una copia mala del de Valladolid. Quiero que los niños conozcan la grandeza de esta Región que el sol lleva milenios queriendo doblegar sin éxito. Quiero que seamos lo que siempre merecimos ser: una de las grandes regiones históricas de España, que estemos tan orgullosos de lo nuestro como los valencianos o los andaluces. Ser español no quita ser murciano, que cada uno sea lo que quiera. Yo soy primero murciano y luego español.

Volviendo al principio, en la avenida 5 de mayo de la ciudad de México está la cantina Ópera, uno de los más bellos locales del país. En su techo hay un agujero de bala que se atribuye a Pancho Villa. Es el agujero de lo que pudo ser y no fue. En la Región hay demasiados balazos, demasiadas reliquias de lo que pudo ser y no fue, y va llegando la hora de que tomemos otra conciencia de lo que somos y de lo que debemos ser.

¡Viva Murcia, cabrones!

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