Capitán Sánchez

Tempus fugit ·

A excepción del siempre incómodo García-Page, la autocrítica brilló por su ausencia en el cónclave socialista, del que salió reforzado el secretario general del PSRM, Francisco Lucas, quien tiene por delante la difícil misión de defender al mismo tiempo los intereses de la Región y las premisas del sanchismo

Con el PSOE entregado a ciegas a su liderazgo -García-Page al margen-, Pedro Sánchez surcó ayer las turbulentas aguas de la corrupción y el machismo que contaminan su partido descargando toda la culpa en quienes, según él, le han traicionado, pero sin asumir en modo alguno su responsabilidad política en el considerado ya el mayor caso de corrupción en la historia reciente del socialismo en España. «Me equivoqué al depositar mi confianza en personas que no lo merecían», volvió a repetir durante su intervención en el Comité Federal del PSOE en referencia a José Luis Ábalos y Santos Cerdán, a los que, como cabía esperar, evitó nombrar ante la nueva Ejecutiva y los delegados territoriales convocados en Ferraz a la misma hora que el PP celebraba su Congreso Nacional para encumbrar a Núñez Feijóo hacia La Moncloa.

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En una intervención plagada de metáforas y de misiles contra la extrema derecha, Sánchez se aferró al timón de un barco, el PSOE, con alto riesgo de hundirse o, como poco, encallar. «El capitán no se desentiende cuando viene mala mar, se queda a capear el temporal», afirmó sin reparar en que -siguiendo con la alegoría- la nave puede irse a pique si se yerra en la elección de los marineros. Entonces quizá sea el capitán quien deba despedirse del mando y dejar el paso libre. Pero el presidente del Gobierno -como escribí el domingo pasado en esta misma sección- está convencido de que el mejor activo de los socialistas es él mismo, sin importar que sus dos escuderos durante su trayectoria al frente del partido y como jefe del Ejecutivo estén acusados -uno de ellos incluso encarcelado- de cobrar mordidas en adjudicaciones de obras públicas. Lo verdaderamente trascendente para Pedro Sánchez radica en su gestión. «La hoja de servicios de este Gobierno es sencillamente excepcional», presumió tras exponer a los suyos los cambios que introducirá en el PSOE con el objetivo de garantizar el «equilibrio de poderes», la transparencia y la declaración de guerra al machismo. Es precisamente en el ámbito de los ataques al feminismo y la mujer donde el PSOE no termina de reponerse, pues a las andanzas con prostitutas de Koldo, Ábalos y Cerdán se sumó ayer un último escándalo momentos antes del Comité Federal con la renuncia de Francisco Salazar a formar parte de la Ejecutiva tras salir a la luz acusaciones de acoso sexual en el seno de la formación política que presuntamente habría cometido quien iba a ser uno de los pilares del partido, a la sombra de la nueva secretaria general, Rebeca Torró. Los rostros de los dirigentes socialistas al ser preguntados por los medios de comunicación acerca de este 'pequeño' contratiempo lo decían todo; Salazar les había reventado la reunión que pretendía lavar la maltrecha imagen de un PSOE en horas bajas.

A excepción del siempre incómodo presidente castellanomanchego García-Page, que reclamó a su jefe que se someta a una cuestión de confianza en el Congreso o que convoque elecciones, la autocrítica brilló por su ausencia en el cónclave socialista, del que salió reforzado el secretario general del PSRM, Francisco Lucas, al sobrevivir a la remodelación de Sánchez y mantener su puesto en la Ejecutiva siendo, junto a los ministros María Jesús Montero, Pilar Alegría y Óscar Puente, uno de los cuatro dirigentes a los que el presidente del Gobierno permite compatibilizar varios cargos orgánicos. Lucas revalida la confianza de Sánchez al seguir como secretario de Transparencia y Regeneración Democrática y, en consecuencia, liga de alguna manera su futuro al de su líder. El murciano tendrá que emplearse a fondo en defender los intereses de la Región al mismo tiempo que se verá obligado a sortear las afiladas lanzas que desde el Partido Popular y Vox recaerán sobre su persona como representante del sanchismo en nuestra comunidad. No tiene por delante una misión fácil el joven político de El Raal. Veremos qué estrategia adopta en una autonomía en la que el voto de derechas aglutina casi al 60% del electorado.

En contraste con el agitado Comité Federal socialista, el PP celebra este fin de semana uno de sus congresos más sosegados y plácidos, con un liderazgo firme e incuestionable como el de Alberto Núñez Feijóo, al menos hasta que las urnas no dictaminen lo contrario. Los populares toman posiciones ante unas eventuales elecciones que, de momento, no entran ni de lejos en los planes de Sánchez y sus socios.

Este sábado, los dirigentes del Partido Popular hicieron hincapié en posicionar a la formación en el centro-derecha, en una búsqueda por desmarcarse de las posiciones ultras de los de Santiago Abascal. Pueden empezar por aplicarlo en las autonomías donde, como en la Región de Murcia, gobiernan con el apoyo de Vox y firman algunas condiciones que son de todo menos moderadas.

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