Zohran Mamdani y Rosalía
La desafección es heredera directa de la apatía: nada se puede hacerLa ayuda mutua no es una opción marginal, sino una condición necesaria para construir una sociedad más justa y humana
Y el elegido es... ¡Me cachis en la mar, no me acuerdo! De los que aceptaron participar en la primera edición de 'Tú sí que ... vales', ganó un tipo que fue el que más gustó al jurado y al público de este programa, pero hay muchos cantantes, probablemente mejores que aquel individuo que «no daban el perfil». Yo de aquella edición solo me acuerdo de Rosalía que fue la que menos gustó al jurado formado por profesionales de renombre como Ángel Llàcer y Noemí Galera.
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¿Son nuestros políticos los mejores? Siguiendo el razonamiento anterior: sí. La política es un circuito cerrado con cámara, donde el telón sube y baja a merced de los políticos: listas blindadas, ruedas de prensa sin preguntas.... sucesiones digitales o al pito, pito, gorgorito: el síndrome de los 'talent show'.
En fin, que «cuando el río suena... cógelo que están llamando». Si la gente pierde interés por la política, ¿podría deberse a que la política haya perdido un poquito de interés por la gente? Porque la gente y los votantes son dos cosas diferentes... Con muy poco esfuerzo podemos abocar nombres de políticos interesados en dar soluciones reales a los ciudadanos, sin buscar directamente rédito electoral, y otro tipo de políticos, cuya pasión por el voto les eclipsa el análisis de los problemas reales que deben solucionar. Y otros que se lo pasan chupi como Mazón (La Perla) en El Ventorro mientras se ahogan 237 personas. Mención aparte merece la versión andaluza con los fallos del gobierno de Juanma Moreno en el cribado de cáncer: un pasito adelante un pasito atrás al ritmo reguetón... y demasiados dejar para mañana lo que se debió hacer ayer y viceversa.
A ver, el problema fundamental es de cajón: la gente no siente que la política le sea cercana. No siente que los políticos puedan hacer algo por ellos. No sienten que votando a fulano o a zutano su situación vaya a cambiar. Y hay varios motivos para ello: en primer lugar, hay cada vez menos margen de maniobra en la política nacional, y eso se percibe. Organismos supranacionales como UE, FMI e imperativos como armarse hasta los dientes para la guerra son las que marcan el ritmo... lo cierto es que nunca ha existido verdadera autonomía, pero cada vez hay menos. El liderazgo nacional (de cualquier nación, no seamos chovinistas, y aún menos chovinistas) ha ido entrando en una especie de vorágine de matrioshkas... esas muñecas rusas que esconden dentro otra que a su vez lleva otra... y así hasta que te canses o se acabe la madera en los Urales.
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Lo peor de todo esto es que no conocemos a los que realmente mandan. Por ejemplo, el presidente López Miras, para aprobar los presupuestos se debe a su beneficiario el Sr. Antelo, que se pliega sin miramientos ante los deseos del Sr. Abascal o a quien toque de guardia ese día, que dobla la cerviz ante, por ejemplo, el Sr. Trump, que, a su vez, se postra genuflexo ante la gran mano invisible que mece la cuna...
A ver, no quisiera yo amplificar la fantasía conspiranoica estándar, aquella que afirma que, si la matrioshka pequeña es el Gobierno de Murcilandia, la matrioshka grande que todo lo puede es el resultado de una conjura mundial de ciertos sectores financiero-mediáticos que controlan el mundo desde sus despachos estadounidenses mientras se fuman un puro.
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Esto, por supuesto, es una exageración: todo el mundo sabe que en las oficinas estadounidenses no se puede fumar.
Por otro lado, hay quienes apuntan que la desafección está motivada por la mala comunicación de nuestros gobernantes. La desafección es heredera directa de la apatía: nada se puede hacer. Es labor de un buen político comunicar que sí se puede hacer ese algo, conmover, convencer. Por eso ha triunfado en New York el demócrata Zohran Mamdani: musulmán, inmigrante y socialista. ¡Toma ya! Esperemos que, una vez más, no se choque con la realidad (o contra Mr. Trump) y no le permitan hacer lo que ha prometido o, al menos, hacerlo al ritmo prometido.
Y llegamos al punto en el que toca dar un canto de esperanza. ¿Optimismo antropológico? No, más bien tirapalantismo: ande o no ande, hay que tirar p'alante. Y en este caso, tirar p'alante sería encontrar políticos responsables, buenos comunicadores y con verdadera vocación de cambio. Como dice un proverbio chino que me salió en una galleta de la suerte: «Hasta el camino más largo empieza por un primer paso». Creo que era así, es que, con la galleta, me tragué parte del papel. El caso es que el camino es muy largo porque el mundo se ha convertido en un sistema muy complejo en el que el movimiento del más mínimo engranaje hace fallar la maquinaria... una maquinaria, no lo olvidemos, que preconiza el economicismo por encima del humanismo. Para cambiar toda la maquinaria, para exigirle a Trump que no se suba a la parra, para recorrer ese camino, hacen falta un buen par de zapatos... y un buen par de... Y de eso, en política, igual estamos escasos. Igual necesitamos varios milagros como Zohran Mamdani y Rosalía.
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