El Ser y la vaca
Permítame que insista ·
Para perpetuarse en Moncloa ha tocado los cimientos ideológicos de su partido transformándolo en otra cosaAún no han censurado a Estrabón, el historiador y geógrafo de la antigua Grecia, que asemejó a España con una «piel de toro extendida», pero es cuestión de tiempo.
Estamos cada vez más cerca de que a alguno de los doce asesores de Irene Montero se le encienda la bombilla, jugando a que nos olvidemos del último escándalo de Podemos, que en esta ocasión podría ser la acusación de blanqueo de capitales por parte de una exsenadora tarraconense o cualquier otro.
El asesor/a/e verá la luz en Alcalá 37 y preso/a/e de la emoción correrá a informar a la señora ministra, rogándole traslade el hallazgo al amado líder con inmediatez. Al unísono preparará un informe de dos páginas (estas cosas no requieren mayor esfuerzo) titulado: 'De cómo la definición física de España asemejándola a una piel de toro si es más facha, revienta', que contendrá los argumentos demoledores que convierten la cita del clásico en reaccionaria, desigual, franquista, fascista, anti cambio climático, capitalista, antianimalista, machista... y cuarenta calificativos más, absolutamente ortodoxos con la nomenclatura de Podemos. Será un estudio perfecto fruto de una mente preclara. Efectivamente, en la expresión consta la palabra España (¡qué disparate!) y no País, Estado plurinacional, Nación de naciones, o cualquier otra definición normalizada. Menciona toro, sí, toro, el de lidia, totalmente protaurina. Y además, dice toro, en vez de vaca, y por tanto, es machista. La ministra considerará, sin duda, que se trata de un gran descubrimiento y que los cincuenta mil euros que paga a cada uno de sus asesores estarán francamente bien invertidos. Y Estrabón será a partir de hoy, el «griego fascista». Qué hallazgo.
Ha permitido que Iglesias, con un minúsculo grupo de diputados, chupe de la vaca del poder
Esto lo oiremos o no. Pero en caso de que así fuese, lo soportaremos y lo peor, lo asumiremos. Porque cada cual va 'de su casa a sus asuntos' y bastante tenemos con sobrevivir a una pandemia y adentrarnos en una crisis sin precedentes. Pero hay quien está en el toro y la vaca.
Transcurrirán los días y, varios tuits después, España no será «la piel de toro» sino el «Estado plurinacional» que en su contorno geográfico recuerda a una piel de vaca, o algo semejante. Y se denominará así de martes a domingo, porque, para entonces, ya se habrá extendido la prohibición de Collado Villalba de no comer carne los lunes. Ni de mencionarla.
Regresará el calor e intentaremos enchufar el aire acondicionado, demostrando nuevamente ser víctimas del heteropatriarcado y acabaremos rogando que nos prohíban el uso del aparato solo los lunes, como la carne, por favor. Y nos tragaremos que así sea para poder respirar, gracias al imperialista Carrier, de martes a domingo. De la tontería se hará norma o ley y se extenderán –como ya viene ocurriendo– las prohibiciones y las limitaciones de la libertad individual. Eso es lo grave. Y lo peligroso.
Pero la responsabilidad no es única, o no solo única, de quienes distribuyen cortinas de humo a diestro y siniestra, sino de quien les ha permitido que lo hagan desde el poder y con la capacidad de plasmarlas en el BOE para consagrarlas: Pedro Sánchez. Aquel que cogió el gran y centenario Partido Socialista y lo dejó hecho un erial, del que hoy los González y los Guerras del pasado se avergüenzan. Porque para perpetuarse en Moncloa ha tocado los cimientos ideológicos de ese partido transformándolo en otra cosa que algunos denominan 'sanchismo'.
Sí, el Ser que ha permitido que Pablo Iglesias, con un minúsculo grupo de diputados, chupe de la vaca del poder y nos deje a todos sin carne, en principio los lunes, ya veremos después.
Sánchez tuvo y tiene la oportunidad de llegar temporalmente a un gran acuerdo con el centro derecha (no es tan raro o imposible, Alemania, como Teruel, existe) pero prefirió y prefiere organizarse con quienes ni quieren, ni saben arreglar esta situación. A no ser que ese sea su objetivo real, algo que mejor obviar.
Y mientras tanto aquí estamos, viéndolas malvenir entre lo que ordene el Ser y dónde ponemos la vaca. Con la que está cayendo.