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La triste y áspera flor de la canalla

NADA ES LO QUE PARECE ·

Como un aluvión, arribaron a la capital de España centenares de escritores, de aún escasa fama, en busca de su minuto de gloria

Viernes, 4 de febrero 2022, 02:04

La reciente lectura –por enésima vez– de 'Luces de bohemia', la obra teatral de Ramón María del Valle-Inclán, que pasa por ser uno de ... los libros más geniales, extraordinarios y sorprendentes de la historia de la literatura europea del siglo XX, me ha hecho recordar –perplejo ante las aventuras de sus dos principales protagonistas, Max Estrella y su lazarillo don Latino de Hispalis– la bohemia española de los primeros años del siglo pasado, cuando desde todos los lugares de la geografía –Murcia incluida, con la presencia del lorquino Eliodoro Puche, ilustre habitante de la madrileña calle de la Luna–, como un aluvión, arribaron a la capital de España centenares de escritores, de aún escasa fama, en busca de su minuto de gloria, con la finalidad de colocarse como simples plumillas en algún periodicucho de la época y, a su vez, publicar sus libros en editoriales de renombre, algo que solo consiguieron unos pocos privilegiados, quedando el resto, la mayoría, en simples «poetas del arroyo», como alguien los bautizó con no muy buenas intenciones. También tuvieron que soportar, estoicamente, ser llamados «holgazanes en prosa y desvergonzados en verso», «la lepra de la imprenta» y «la triste y áspera flor de la canalla».

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