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Paraleto 37

Remedios filosóficos

Nadie pierde otra vida que la que vive, ni vive otra que la que pierde

Miércoles, 12 de julio 2023, 00:25

Cierro los ojos, una bocanada profunda y la empiezo a recorrer. A la izquierda del recibidor, la cómoda de madera con margaritas amarillas labradas a ... cincel en la que los libros escolares de los mayores esperaban a los más pequeños. En frente, la mecedora de rejilla, fiel compañía en tardes de lectura y siesta y sobre la que comprendí eso del movimiento armónico simple que no es otro que el de vaivén. A la derecha, el armario de puertas de raso verde y tachuelas doradas para la ropa de invierno. Una puerta de cristal opaco, que en la mañana de Reyes y con el corazón a mil esperábamos el permiso para poder abrir y saltar sobre los juguetes, separaba las habitaciones del comedor.

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