Bendito diccionario
3,5 kilos en su decimonovena edición y con miles de palabras detalladas en mil cuatrocientas y pico páginas
Rescato la báscula del fondo del armario y la pongo en carga tras ni recuerdo el tiempo olvidada, hace mucho que los kilos dejaron de ... importarme. Me gusta mi culo, también mi cara, y eso de tener que elegir entre uno u otro porque pasé los cincuenta, conmigo ni lo intenten, fracaso asegurado. Peso lo que peso, ni sé cuánto, soy la que soy y a esta plataforma digital de acero inoxidable que sostengo en mis manos no se va a subir este cuerpo serrano, así que continúen leyendo si saber para qué la quiero los mantiene intrigados.
«¡Cuatro!»; «Poco me parece, por 5 kilos me decanto»; «3,800 o un poco más abajo». Apuestas hacemos, lo colocamos sobre la báscula: 3,500 kilogramos en su decimonovena edición y con miles de palabras detalladas en mil cuatrocientas y pico páginas. Queridos lectores, les presento el Diccionario de la Lengua Española, editado y redactado por la RAE; el de mi padre que acabamos de pesar tiene 54 años, manchas de humedad y la letra tan pequeña que ni con gafas.
Ojos cerrados, abro el tomo al azar y en la página 599 mi dedo índice me señala el primer vocablo: éxtasis, estado del alma entera embargada por un sentimiento de admiración, alegría. Bien empezamos. En la 546 encuentro la palabra envergonzante y pienso en tantos; en la 899 mostellar es un árbol de la familia de las rosáceas, en la 308, claror es resplandor o claridad y unas páginas antes caballico, molde en el que se hacen tejas y no un caballo pequeño en murciano. Contrahecho es el que tiene torcido o corcovado el cuerpo y volavérunt, voz latina que se usa festivamente para significar que una cosa faltó del todo, que se esfumó, vamos.
La primera palabra del diccionario de la RAE es la a, como primera letra de nuestro abecedario y la vocal que representa el sonido de mayor perceptibilidad, y la última, zurubí, así conocen en Argentina a un pez de río gigante. 93.000 palabras aparecen en total en su última edición impresa que es la de 2014, pero ¿cuántas son necesarias para comunicarnos? Con 100 un extranjero podría pasar un fin de semana en Madrid, reservar un hotel o cenar en un restaurante; entre 50 y 100 son las que maneja un niño de dos años y, según estudios de la Universidad Nebrija, una persona de unos 45 años conoce unas 30.000 palabras. Mucho me parece, sé de más de uno/una que rebuzna y no habla pero me consuela pensar que no hay mal que libro no cure ni bendito diccionario que se resista a Cervantes, aunque les recomiendo la versión digital, el de toda la vida es un trasto.
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