Infoxicación
El triunfo de la sobreabundancia de información que desemboca en desinformación
En los manuales de estilo para escribir en internet, el primer consejo que se da es evitar la infoxicación, palabra que 'inventó' el sociólogo Alvin ... Toffler para referirse a las indeseables consecuencias que acarrea en las personas una sobrecarga de información, una sobreabundancia de noticias imposible de procesar por la mente humana –Ramonet le llama la nueva censura–, una evolución muy rápida de las costumbres y de las relaciones sociales, una percepción de que hay demasiado cambio en un demasiado corto espacio de tiempo.
Abrumador.
Toffler, que también era futurólogo, argumentó hace medio siglo que un acelerado cambio tecnológico y social deja a muchas personas desorientadas y desconectadas, a merced de un fuerte estrés. Así que antes de entrar en un 'surmenage' severo confieso que no entiendo casi nada de lo que está pasando. No sé...
Puede que mis meninges aún estén invadidas por la enorme tristeza ante la devastación provocada por la gota fría en Valencia y Albacete (acabo de leer que han hallado el cadáver de un niño de 5 años) o puede que mi ánimo esté anegado por la defraudación, otra vez, de dirigentes cuya respuesta al cataclismo sea la de sacudirse pulgas, la de echar las culpas a otro. Estoy desolado ante el triunfo de la desinformación y los bulos de monumental calibre como la 'muerte' de 250 personas en un aparcamiento subterráneo, un bulo criminal de quienes abundan en el cuanto peor, mejor. Parece claro que, aprovechando problemas reales, hay campañas de bulo y fango que quieren desacreditar al Estado y a la democracia.
La vuelta de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América me ha terminado de descolocar. Los americanos han llenado de poder a un delincuente convicto, a un candidato que basó su campaña electoral en la xenofobia y en la mentira. Ahí están Trump, Musk y compañía para solucionar los problemas del mundo, es decir, para hacer un mundo más a su gusto. Magnates al poder y los pobres, a la 'pobrera' de la que nunca debieron salir.
Esta élite global de multimillonarios ha convencido a millones de estadounidenses de que sus mentiras son verdad y de que quienes no estén de acuerdo son 'el enemigo interior'. Y, según convenga, utilizan la infoxicación o se aprovechan del desencanto que provoca la ineficacia.
Pero avanzan.
Eso es lo triste. Y lo peligroso.
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