Año 1808. Dos de mayo. Las tropas francesas al mando del general Murat, empoderadas de gran parte de España, tenían la intención de sacar de ... Palacio Real de Madrid al infante Francisco de Paula, para llevárselo a Francia junto al resto de la familia real. Conocedores de tal propósito, grupos de madrileños concentrados ante el palacio, lo asaltaron al grito de «¡Que nos lo llevan!» y atacaron a una patrulla francesa, a la que socorrió todo un batallón con piezas de artillería. Un riego de sangre. Pero la espontánea sublevación popular madrileña fue la chispa que encendió la Guerra de la Independencia y que, con ayuda inglesa, consiguió echar a las tropas napoleónicas.
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Año 1886. Primero de mayo. Chicago. Los trabajadores de fábrica McCornick salen a la calle en protesta por las condiciones laborales a las que estaban sometidos. Fueron objeto de dura represión con el resultado de 38 muertos y centenares de heridos, además de la condena a muerte de ocho anarquistas ('Los mártires de Chicago'). Aquella reivindicación consiguió avances sociales y fue la chispa que encendió lo que hoy es una conmemoración internacional festiva.
Año 2025. Tal día como hoy, hace cuatro jornadas que España sufrió un apagón eléctrico generalizado, cuyas causas aún se desconocen y que, hablando de electricidad, está suponiendo la chispa que redobla los incendios dialécticos.
¡Qué hartazón!
Por eso, por hartazgo, me inclino por conmemorar el lunes último, 28 de abril, como la fecha en la que un apagón eléctrico nos regresó a la España de los quinqués y la tintineante luz de las velas, a la España desconectada digitalmente que, paradoja, nos conectó con un anochecer estrellado, con algo tan gratificante como la tertulia hogareña y con alguna reflexión sobre la fragilidad humana, sobre nuestra vulnerabilidad ante la dependencia absoluta de la electricidad. Volvimos al dinero en efectivo y a la charla cara a cara, al correteo y griterío de niños y, también, a las colas del pan, del agua y del papel higiénico.
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Pero, sobre todo, celebro aquellas once horas sin luz porque tampoco recibí memes políticos ni chistes malos (por la mala leche que destilan) ni vídeos ni audios desestabilizadores, sin 'influencers' y sus teorías irracionales, absurdas, descabelladas, malignas...
Es verdad que no tuvimos información, pero tampoco desinformación. Aleluya. Convendría recordarlo, tenerlo muy presente, porque con la electricidad también ellos han vuelto.
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