Tiempos para el microurbanismo
Todos los actores políticos y sociales deben acordar un plan de actuación sobre el municipio que aúne las voluntades de todo el pueblo
El eslogan que Molina de Segura utiliza para seguir pensando en su presente y en su futuro como pueblo, me anima a entrar en el ... debate público abierto, identificando una tarea que considero necesaria en los tiempos actuales para los pueblos y ciudades de nuestra región: hacer microurbanismo.
Desde finales de los años 70 del pasado siglo, con la llegada de la democracia a los ayuntamientos, nuestros pueblos y ciudades han experimentado un cambio importante en lo que son y en lo que nos ofrecen a los ciudadanos que los habitamos. Cuarenta años no son muchos, si no perdemos la perspectiva del tiempo, para valorar lo que hemos avanzado en la cuestión del urbanismo y en la organización del espacio que vivimos. Hemos transitado de un tiempo, en el que se carecía de normativa urbanística –lo que permitía crecer sin control, ni razón, y practicar un urbanismo desordenado que no favorecía la calidad de vida–, a un nuevo tiempo, en el que los ayuntamientos se han dotado de normas y de planes urbanísticos capaces de ordenar y organizar los espacios que habitamos, creando los diferentes equipamientos y servicios públicos que consumimos, como los relacionados con el transporte, la sanidad, la educación, la cultura y los servicios sociales. La vivienda, centro vital del urbanismo, ha sido lo que más ha cambiado en este periodo, no solo en cantidad –al multiplicarse su número–, sino que también en calidad, al contar con adecuados equipamientos tanto internos como externos. La inversión económica que han realizado los ayuntamientos en este tiempo ha sido fuerte, pero necesaria para cambiar el tejido urbano de los pueblos y ciudades.
Y, ahora, ¿en qué dirección conviene trabajar y hacer política urbanística desde los ayuntamientos? Hace unas semanas, un candidato a alcalde en las elecciones municipales del próximo 28 de mayo me hacía esta pregunta. A lo que le respondí sin dudarlo que ahora lo que toca hacer es, sobre todo, microurbanismo, una política urbanística necesaria y barata. En los últimos 40 años lo realizado ha sido notable, el dinero invertido cuantioso, los resultados obtenidos en la mayoría de los casos, muy satisfactorios. Pero lo que queda pendiente de realizar continúa siendo mucho, puesto que las necesidades en este terreno son permanentes, nunca se acaban, y lo que sí son limitados son los recursos económicos.
Hacer microurbanismo, como política urbanística de los ayuntamientos, significaría, entre otras cosas: 1. Realizar inversiones económicas acordes con los recursos disponibles, sin endeudarse los ayuntamientos más allá de sus posibilidades; 2. Cambiar la cara y la forma de nuestros pueblos que, en líneas generales, son feos y antiestéticos, dando color y armonía a la vivienda; 3. Verdecer el espacio urbano inhóspito, creando pequeñas zonas verdes allí donde sea posible; 4. Producir áreas peatonales, libres de ruido y que fomenten el comercio y los servicios; 5. Ordenar el tráfico urbano que facilite la accesibilidad y la movilidad urbana; 6. Fomentar más la horizontalidad que la verticalidad en la vivienda.
La política urbanística basada en el microurbanismo necesita de alto consenso político y social. Todos los actores políticos y sociales deben acordar un plan de actuación sobre el municipio que aúne las voluntades de todo el pueblo, más allá de intereses partidistas y sociales. Los resultados de la política urbanística basada en el microurbanismo no son efectivos de un día para otro, sino que necesitan de tiempo, de largo tiempo, para que los efectos positivos se hagan visibles en la cara y en la forma de los pueblos. Razón por la que debe existir, por una parte, la voluntad colectiva de trabajar en esta dirección durante el presente y el futuro; y, por otra parte, la decisión firme de aportar los recursos económicos disponibles para llevar a cabo las actuaciones mencionadas. Dichas actuaciones son compatibles con otras de rango superior previstas en los Planes de Ordenación urbana de cada municipio y, sobre todo, neutralizan las políticas expansionistas practicadas en los pasados años y que han fomentado tanto el crecimiento los pueblos, pero carentes frecuentemente de la calidad necesaria.
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