Sueños casi cumplidos
ALGO QUE DECIR ·
El cine, como algunos libros y muchas personas, no concede la totalidad de sus misterios en una sola vezAhora que vivo solo y necesito administrar mi tiempo como un bien preciado cada día para que no me falte ni me sobre en exceso, ... acudo a los muchos placeres que me han acompañado desde siempre: la lectura, la charla con los amigos, la televisión, mis hijos, el amor y el cine, y no necesariamente en este orden.
Cuando era un crío, la tarde de sábado perfecta era una sesión frente al televisor para ver una peli del oeste con John Wayne, una comedia romántica con Cary Grant o una de piratas con Errol Flynn. No había mejor plan que aquello, aunque mi padre solía malogrármelo muy a menudo con las faenas de la huerta y del pastoreo. Ahora que ando acompañado conmigo mismo cada jornada, tan libre como un pajarillo del campo y sigo felizmente enganchado a la tele y al cine, reconozco que frecuentar de nuevo viejas glorias de mi juventud cinematográfica como 'Único testigo' 'Notting Hill' o 'Pretty woman', entre otras, constituye la velada perfecta, el descanso feliz del hombre solo.
Claro que las he visto multitud de veces, pero el cine, como algunos libros y muchas personas, no concede la totalidad de sus misterios en una sola vez, sino que guarda siempre una buena dosis de sorpresas y de emociones que uno va descubriendo con los años. Salvando las enormes diferencias, ya he confesado en otra parte que he leído 'El Quijote' en tres ocasiones y que no desisto de leerlo alguna vez más. Sé cómo acaba, recuerdo buena parte de las peripecias, de los episodios hilarantes, dramáticos y paródicos, del regocijo y del dolor que me suscitó siempre, pues he llorado y he reído a partes iguales con la lectura de sus páginas, pero en cada ocasión he destapado una buena dosis diferente de sensaciones y conocimientos que he ido incorporado a mi vida.
Con el cine me pasa otro tanto. Es posible que mi edad justifique haber visto ya, y varias veces, lo más granado de la cartelera clásica, americana y europea, los tópicos dorados de la pantalla internacional, pero cada vez que vuelvo a ver alguna de estas maravillas hallo novedades, variaciones y detalles inéditos que se me pasaron en su día y que tornan a reconfortarme. No consigo, claro está, recuperar los ojos del inicio, los de la inocencia primera, aquellos que no sabían tanto y, por eso mismo, gozaban más pero disfruto del mismo modo, o quizás de otra forma, sabiendo lo que ocurrirá al término del film y tranquilo por tanto, pero emocionado por todo lo que yo ya sé acerca de la trama.
El baile del atractivo Harrison Ford y la carnal Kelly MacGillis en el entorno edénico de una comunidad amish, el tiroteo final, la inevitable despedida mientras el amor va quedándose como un recuerdo a sus espaldas, o el encuentro fortuito de Julia Roberts y Hugh Grant en una pequeña tienda de libros de viajes, el necesario idilio, los inevitables desencuentros hasta el abrazo último (ahora no recuerdo bien si el final es feliz o no, así que tendré que verla de nuevo). Y qué decir de 'Pretty woman', donde he hallado referencias a la 'Divina Comedia' de Dante y a 'Don Juan Tenorio' en ese final en el que es ella la que salva al caballero y no al revés, como podría creerse. Películas a las que podría añadir algunas docenas más, como 'Casablanca', 'Lo que el viento se llevó', 'El padrino', 'Centauros del desierto' o 'La diligencia', sin olvidar muchas destacadas de la cultura oriental, maravillas europeas del cine francés, italiano o alemán y, por supuesto, las españolas, los grandes directores como Berlanga, Buñuel, Garci, Saura, Camus o los actores como Fernán Gómez, Rodero, Bardem, Landa, Rabal, actrices como Asquerino, Sevilla, Velasco, Belén, Cruz y tantos y tantas otras.
No puedo sino dar las gracias por tantas horas de sueños casi cumplidos.
Eso que viene siendo el cine desde siempre.
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