A Woody Allen la pandemia le ha enseñado algo: que el número de tontos es aún superior a lo que se temía. Lo dice por ... cuanto está comprobado que si todo el mundo hiciera lo que debe la situación luciría mucho más desempañada. Pero lo cierto y verdad es que seguimos sin hacer pie. Es más, da la impresión de que cuanto más nadamos más lejos estamos de la orilla. Y a todo esto la OMS está estudiando por qué somos el farolillo rojo tras el confinamiento. Dicen que nos desencastillamos pronto, que somos jaraneros y eso influye, también que somos incivilizados. En fin, no sé, pero la realidad es cruda: no hay más plan que el restrictivo, a la espera de la vacuna. Esto es ir confinando donde la cosa se tizne, rezar un poco y apretar el trasero otro tanto. El plan es que no hay plan, solo tijera y paciencia contra esta gripe, que dice el numerero de Trump, cuyas fanfarrias ya no hacen gracia ni a los suyos. Las encuestas empiezan a torcérsele, al fin.
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