Si no es ahora, ¿cuándo?
Tenemos experiencia demostrada de que el acuerdo y el consenso nos han servido para resolver situaciones críticas
O los demócratas acabamos con la crisis económica, o la crisis acaba con la democracia». Así se pronunciaba Enrique Fuentes Quintana el 25 de octubre ... de 1977 cuando se alcanzó un acuerdo entre los principales partidos políticos con representación parlamentaria y el apoyo de las asociaciones empresariales y sindicales. La inflación campaba a sus anchas, con un 26,39 por ciento, los tipos de interés superaban el 18, el desempleo crecía de forma alarmante. La realidad económica y social era de máxima preocupación. La angustia y desesperación se incubaban en la sociedad, una situación que exigió actitudes de amplitud de miras a todos los responsables políticos y sociales. La política tenía que ser un instrumento útil para los ciudadanos. La política, en sentido aristotélico, alcanza su excelencia porque está al servicio de la polis. Y se firmaron los Pactos de la Moncloa. La política se hizo útil para la ciudadanía, no solo en el plano económico, sino fundamentalmente por el clima de consenso social que se generó en la sociedad española. Tenemos experiencia demostrada de que el acuerdo y el consenso nos han servido para resolver situaciones críticas.
Me pregunto si la situación actual no la vemos como crítica. Estamos en el mes de abril de 2020, una pandemia nos inunda. Los datos son angustiosos y el dolor de muchos compatriotas nos golpea y nos produce compasión, confusión e impotencia. Hemos sobrepasado los 135.000 contagiados, hay más de 13.000 fallecidos y más información sobrecogedora que se nos ofrece en las distintos medios de comunicación. Estos datos pueden ser criticados como no ciertos, pueden compararse con otros países, desagregarlos para hacer análisis mas fiables. Vale, pero es igual, lo que no se modifica es la gravedad de esta situación. Gravedad por la crisis sanitaria y de salud, que ya estamos tocando, sintiendo y llorando. Y también gravedad por la crisis económica y social que está asomando con los primeros sectores que sufren ya las consecuencias de esta pandemia. Los sectores del turismo, hostelería, restauración, los autónomos, las pequeñas y medianas empresas de servicios de ocio, culturales y muchísimas relacionadas con las mismas, son los primeros castigados con dureza y sin previo aviso. Los analistas económicos y financieros nos desbordan con previsiones de caída importante del PIB, superior al 10%, pérdidas supermillonarias y, lo más preocupante, un fuerte incremento del paro.
Estas realidades que reflejan los datos sabemos que tardarán tiempo en recuperar la normalidad. No es objeto de este comentario el aportar datos y gráficos del descenso que vamos a tener en nuestra economía. La gravedad y la amplitud de esta crisis no son discutidas. Y ahí mi pregunta: si estamos ante una situación crítica y desconocida, ¿qué tendría que pasar más para que la política sea un instrumento útil a la ciudadanía? Es en los momentos difíciles y con incógnitas nuevas donde deben actuar los grandes líderes, y ser líder no es solo tener el poder, es tener la confianza y el seguimiento de la mayoría ciudadana. Nuestros representantes políticos han sido votados por nosotros y cada uno tiene la representación que le ha otorgado el pueblo con sus votos. Pongan su voto a trabajar, y en estos momentos la sociedad está clamando unidad de acción. Las diferencias ideológicas están y no se pueden ni se deben difuminar pero, por favor, miren la gravedad de la situación, necesitamos que su acción política nos sea útil. La realidad sanitaria es dramática, la económica es muy grave, pero también existe y se incrementa cada día la división y confrontación social que daña la convivencia y nuestra democracia. Somos compatriotas, ciudadanos responsables y queremos vivir con cierta calma y serenidad, incluso en momento de tormenta. Las muestras de solidaridad y de servicio a la comunidad son ejemplos de la grandeza de las personas que constituimos esta sociedad. Pero queremos que la tormenta sea externa, no le sumemos la tormenta interna de nuestras divisiones, descalificaciones e insultos. Los comportamientos de las élites se traspasan a todas las capas de la sociedad. Señores políticos, ustedes tienen responsabilidad no solo de trabajar con pragmatismo en esta crisis, sino de crear atmósferas de convivencia y de que todos vayamos a una. Si no es ahora, ¿cuándo la política se transforma en un medio útil a los ciudadanos?
El sufrimiento, el dolor, el llanto, el miedo, la impotencia y la incertidumbre están en la calle y en cada casa. Es el momento de empatizar y sentir a los ciudadanos. La política puede salir reforzada y alcanzar la dignidad que le confería Aristóteles, aprovechen la ocasión y sean estadistas. La sociedad, la ciudadanía se los reclama, la realidad es obstinada y está presente en cada noticia. Miren y hablen con la calle y transmitan confianza. El Gobierno, que sea humilde, y aunque tiene todo el poder legítimo, que cuente con la oposición, la necesita para afrontar la crisis que ya está pero se va a agrandar. En estos momentos deben ser aliados. Ni adversarios ni mucho menos enemigos. Y señores de la oposición, el acuerdo y el consenso nos funcionó en una situación de gran crisis económica. Hay un Gobierno al que deben prestar toda su colaboración. Es el momento de grandes acciones políticas. Es tiempo para que afloren los estadistas y los políticos pasar a un segundo plano. Recordemos la famosa frase del canciller Otto von Bismarck: «El político piensa en la próxima elección, el estadista en la próxima generación».
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