Los coches de combustión y mi bola de cristal

La utilización de los combustibles sintéticos es compatible con impulsar las plantas de baterías y de fabricación de los vehículos eléctricos en Europa

Miércoles, 5 de abril 2023, 02:13

Predecir lo que va a ocurrir con mucha antelación y en asuntos complejos es siempre arriesgado, pero publicarlo es mucho más comprometido, y por eso, ... si al final se acierta, hay un motivo fundado para la satisfacción. En estas mismas páginas, dos artículos míos, titulados 'El diésel y la torpeza del Gobierno'(agosto de 2018) y 'Mi próximo coche: un diésel' (noviembre de 2018), venían a defender que las fechas establecidas para la fabricación y venta de los vehículos de combustión podrían verse alteradas, y ello a pesar de que desde todas las instancias, incluidas las europeas con poder normativo, parecían no dejar resquicio para la duda. Recientemente, sin embargo, los hechos parecen darme la razón, y si no es por el motivo que comentaremos, podrá serlo por cualquier otro en el futuro.

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Mi bola de cristal no tenía nada de mágica, ni atendía a la mera intuición, ni tan siquiera se alimentaba de los conocimientos acumulados tras una dilatada dedicación profesional al sector del automóvil. Obedecía solo a algo tan elemental como el sentido común y a la necesaria capacidad analítica para encajar debidamente los datos por entonces disponibles.

Ha sido la poderosa Alemania, también en el sector del automóvil, la que junto a Italia y a otros países de menor entidad ha dado un serio toque de atención para corregir las posiciones no del todo realistas que hasta ahora se venían manteniendo, y no olvidemos que el canciller Scholz preside un gobierno de coalición donde están nada menos que los verdes y los liberales. Ha sido el ministro de Transportes alemán, Volker Wissing, liberal, el que ha planteado que se aplace la prohibición de la UE de la venta de vehículos de carburación en Europa, y que se permita el motor de combustión más allá de 2035, si se usa e-fuel, que es un combustible sintético, elaborado con hidrógeno y carbono capturado previamente a partir de biomasa. Se trataría de que se puedan seguir fabricando y vendiendo vehículos de combustión siempre que funcionasen exclusivamente con combustibles exentos de carbono. Es tanto como reconocer que se precisa de un período de transición más realista respecto al calendario y a las necesidades, y también posibilidades de los ciudadanos europeos. El acuerdo se ha realizado con el vicepresidente ejecutivo de la CE, Frans Timmermans, encargado del Pacto Verde, y la forma de llevarlo a efecto no sería la de alterar el actual texto legal, que afectaría a la credibilidad del proceso legislativo de la CE, sino utilizando los actos delegados, que son un dispositivo no legislativo del que dispone la Comisión, a propuesta del Parlamento o Consejo Europeo, para completar o modificar determinados elementos no esenciales de un acto legislativo.

Conforta compartir esta postura con la que mantuve hace ya más de cuatro años, y es que al final suele terminar imponiéndose la realidad posible, que no siempre coincide con lo deseable. En esa línea, considero que no se estaban sopesando debidamente los factores más relevantes en la cuestión que nos ocupa: las innovaciones tecnológicas de las que sea capaz la industria de la automoción, el parque residual de vehículos convencionales que pueda haber al final del período establecido (en España, por ejemplo, hay mas de 30 millones de vehículos circulando en la actualidad), la cuota actual de venta y su proyección futura de los vehículos eléctricos, los altos niveles de precio de estos últimos, los claramente insuficientes puntos de recarga rápida, las ayudas económicas disponibles, las políticas de achatarramiento, etc. Sigo creyendo que los cambios serán radicales e irreversibles, pero los plazos, aún debiendo ser exigentes, precisarán de la necesaria modulación, y es que, si llegado el momento del final del proceso el número de afectados fuese muy importante, creo que ninguna instancia política se atrevería a asumir los perjuicios sociales y económicos que se derivarían.

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Mi posición ha sido siempre la de defender unos plazos realistas, inherentes a cualquier proyecto serio y ambicioso. La propuesta alemana de la utilización de los combustibles sintéticos, de los que nuestro país está en condiciones de ser un productor importante, es plenamente compatible con la necesidad de impulsar decididamente las plantas de baterías y de fabricación de los vehículos eléctricos en Europa, evitando dejarse avasallar por los fabricantes chinos y norteamericanos, que han hecho una espectacular apuesta por este tipo de vehículo.

Si, como afirma Ganvam, existe una forma climáticamente neutra de hacer funcionar los motores, ¿por qué no utilizarla? Esto va de reducir las emisiones, no de reducir las tecnologías. Se trata, en definitiva, de apoyar a todas las tecnologías viables capaces de contribuir a los objetivos climáticos, y, por eso, el e-fuel puede salir al rescate de la combustión frente al coche eléctrico como algo complementario, y en absoluto sustitutivo. Y con la importante recomendación de que se aborde una rápida clarificación, y se evite, una indefinición añadida, claramente indeseable que, como siempre, termine confundiendo a los clientes y afectando al mercado.

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