Retos ambientales para la salud
PRIMUN NON NOCERE ·
La batalla contra los combustibles fósiles en el transporte se ha iniciado con fuerza y estoy convencido de que se ganaráEl próximo martes 25 de febrero la Real Academia de Medicina y Cirugía organiza, en el marco del ciclo Academias, Medio Ambiente y Salud, la mesa redonda 'Retos de salud y medio ambiente: desafío social y ético para la salud humana' en la que, moderada por su presidente, María Trinidad Herrero Ezquerro, participan expertos de primer nivel como la Dra. María Neira González, directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de Ginebra.
La contaminación y el deterioro ambiental es el desencadenante de numerosas enfermedades. La OMS calcula que con la reducción de los factores de riesgos medioambientales sería posible prevenir cerca de una cuarta parte de la morbilidad mundial. Sin embargo, esta es una tarea difícil y, con frecuencia, la solución no viene de la mano de los instrumentos de gestión sanitaria, sino de los de la intervención ambiental.
Los instrumentos ambientales han sido, en ocasiones, de gran utilidad. Pensemos, por ejemplo, en el convenio de Montreal que ha permitido reducir el agujero de la capa de ozono. Hoy hay nuevos retos ambientales entre los que, sin duda, el más importante es el cambio climático y surgen en paralelo otros muchos como los microplásticos y los llamados contaminantes emergentes.
Con cada kilómetro que hacemos con nuestro automóvil le trasladamos a la sociedad un coste de 0,15 euros
En otras ocasiones, los instrumentos han existido, pero no han sido eficaces. Es el caso de la lucha contra la contaminación atmosférica en las ciudades aportada casi en exclusiva por el tráfico. La factura en salud para la población y la económica para la Administración es muy alta, y las estrategias y normativa europea desarrolladas hasta ahora no han tenido éxito, pues han estado basadas en ligeras reducciones en la emisión de los vehículos nuevos. Las ventajas aportadas se anulaban por el crecimiento exponencial del número de vehículos y desplazamientos.
En los últimos años surge una gran oportunidad para remediar este fracaso, de la mano de las políticas de lucha contra el cambio climático. Esto es así porque el cambio climático está originado, en buena medida, por la emisión de gases de efecto invernadero derivados de los carburantes. Y el tráfico es, al mismo tiempo, un emisor de peligrosos contaminantes para la salud. Así, el tráfico urbano es el nexo de unión de dos grandes problemas ambientales del momento: contaminación atmosférica y cambio climático.
El coche es el medio de transporte que más utilizamos y representa, con el consumo de carburantes, el 90% de las emisiones de directa responsabilidad de nuestra huella de carbono. Es la pieza clave. Podemos decidir desplazarnos a pie, llevar a los niños al colegio andando, etc.
Más del 30% de los viajes en coche dentro de las ciudades son para recorridos que se pueden hacer caminando. No usar el vehículo y caminar no solo mejora nuestra salud, también reduce los costes sociales y económicos que su uso genera a la sociedad (accidentes, atascos, ruido, infraestructuras…). Con cada kilómetro que hacemos con nuestro automóvil le trasladamos a la sociedad un coste de 0,15 euros.
Vivimos un momento de preocupación social. En noviembre del pasado año, el Parlamento Europeo declaró la emergencia climática. En diciembre, la Unión Europea anunciaba el Nuevo Pacto Verde, el compromiso de alcanzar la neutralidad climática en 2050 y el compromiso de convertir al Banco Europeo de Inversiones en un Banco Climático, lo que permitirá movilizar un billón de euros de inversión durante la próxima década.
El Gobierno español declaró la emergencia climática hace un mes y se ha fijado el objetivo de reducir una de cada tres toneladas de CO2 en la próxima década. Recordemos que el 25% de las emisiones de este país se producen en la carretera. El lunes 17 de febrero, la ministra de Transición Ecológica presentó el nuevo anteproyecto de ley de Cambio Climático, manteniendo el objetivo de que los nuevos vehículos sean de cero emisiones antes de 2040 y la obligación para los municipios de más de 50.000 habitantes de establecer zonas de bajas emisiones no más tarde de 2023.
La batalla contra los combustibles fósiles en el transporte se ha iniciado con fuerza y estoy convencido de que se ganará, impulsada por los compromisos de cambio climático que la Unión Europea ha asumido y, sobre todo, para eliminar la enorme factura que Europa paga por la importación del petróleo que se quema en la carretera.