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Justo dentro de un mes, los murcianos y murcianas acudirán por tercera vez a las urnas en lo que va de año para su quinta elección en menos de siete meses. Es más que probable que en esta ocasión se acuse la fatiga y los datos de participación estén en una horquilla intermedia entre los de abril y los de mayo. Y eso que a los ciudadanos de la Región les gusta más votar en las elecciones nacionales que en las autonómicas.

Las elecciones autonómicas en esta Comunidad siempre han sido competiciones muy planas. Durante mucho tiempo debido al dominio casi asfixiante de la candidatura de Valcárcel, pero en general, porque las actitudes y comportamientos de los murcianos no han ayudado a que las campañas hayan sido significativas. En un reciente estudio publicado por el CIS (Crespo y Garrido, 2019), los ciudadanos de la Región son los menos interesados de toda España por lo que sucede durante sus procesos electorales autonómicos. Sin extendernos mucho, en 2015, por ejemplo, los murcianos fueron a los que menos les interesó la campaña de todos los españoles; junto con los del País Vasco, son los que consideraron la campaña como poco o nada útil, y el seguimiento de la misma fue casi el más bajo de España, y aunque algo más razonable en el medio televisivo, fue el menor en el medio radial.

Los datos de Postelectoral de las Autonómicas de 2019 (http://www.cemopmurcia.es/) no desdicen estas afirmaciones de anteriores comicios. Una campaña, la de mayo, muy plana, con escasa incidencia en la población y donde los temas propios, regionales, cedieron protagonismo a la resaca postelectoral de las elecciones de abril y la formación del gobierno nacional. La televisión siguió jugando un papel central en la información de campaña. En esta ocasión, los debates (tanto el de La Verdad, por la cobertura digital que ofreció el medio, y en especial el de la 7) tuvieron incidencia en ciertos sectores como mecanismos de activación. La publicación de encuestas, tras su práctica desaparición tras las elecciones de 2015, ayudó enormemente a que la ciudadanía estuviese informada de las tendencias y los cambios en la opinión pública, homologando a la Región con el resto de España en cuanto a este servicio.

La campaña dañó las expectativas previas de Podemos, que con un manejo del mensaje poco alineado con el de la formación a nivel nacional tuvo una caída de casi el 50% sobre sus datos iniciales. También la campaña perjudicó a Ciudadanos, que no pudo aguantar el tirón del voto concentrado hacia las dos formaciones tradicionales, arrastrado por las expresiones de su debilidad a nivel nacional. Vox, por su parte, se mantuvo en el margen de sus expectativas iniciales, y aunque perdió más del 40% de su potencial de abril, sus resultados estaban en el margen de lo esperado al inicio de campaña.

Fueron sin duda el PP y el PSOE los que desarrollaron campañas más exitosas: la del PSOE más lineal, de mantenimiento, arrastrada por su éxito de abril; la del PP de ascenso progresivo a lo largo del periodo de campaña, tras comenzar muy debilitada por sus malos resultados en las generales.

La campaña del PSOE basó su éxito en la continuidad comunicacional con la elección de abril; en la fortaleza del liderazgo de Sánchez, del que por momentos pareció contagiarse Conesa, y en una cuidada segmentación del mensaje que ayudó a la enorme transferencia de votos que recibió el PSOE tanto desde Podemos como de los votantes del ala socio-liberal de Ciudadanos.

Para el PP, el inició de la campaña presagiaba un desastre peor que el de abril. Por primera vez en muchos años era el partido perdedor, el que tiene que «hacer» campaña. Durante la misma tuvo algunos aciertos importantes: su posición de «ganador» en los debates, la modificación «in extremis» del eslogan, proponiendo para la campaña «En Defensa de la Región», y la denuncia del pacto PSOE-Cs previo a la campaña de abril. Pero sin duda el cambio de rumbo se produjo con su renuncia explícita a buscar al votante de Vox, fijando su objetivo tanto en el votante de Cs como sobre todo en el votante propio de 2015 ahora desmovilizado (casi el 30% del electorado PP).

Estas son algunas de las conclusiones que aportamos a partir de las evidencias que nos dejan os estudios Pre y Postelectoral realizados por el CEMOP con ocasión de las Elecciones Autonómicas de 2019, y que pueden los lectores completar en el seguimiento de los datos en nuestra página Web.

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