El muñeco de Ferraz
Apuntes desde la Bastilla ·
Cuanto más autoritario se muestra un gobierno y más artimañas efectúa, más pulcra tiene que ser la oposición. Esto aún no lo ha entendido VoxAsombra tener que recordar que en 2024 golpear un muñeco hasta la extenuación con la cara de Pedro Sánchez supone una flagrante falta de moral ... y una acción de mal gusto. Incitar a la violencia responde a un fracaso supino de la acción política. Alentar a las masas descontroladas para que hagan el trabajo sucio y agiten las calles es una enorme irresponsabilidad que tiene nombres y apellidos. En un cuento popular, sería como mandar a Caperucita a un bosque lleno de lobos. Y eso es lo que está sucediendo. Ferraz se frota las manos cada noche que hay akelarre en la puerta de su sede. Mientras se mantenga viva la llama de esta violencia, habrá relato con el que justificar cuatro años más de atropellos gubernamentales.
Lo que está haciendo Pedro Sánchez y el Partido Socialista con tal de mantener el poder es aberrante. En esta columna lo he denunciado siempre y lo seguiremos haciendo. Pero responder a su falta de ética democrática con una performance violenta solo alimenta el victimismo tan característico de la izquierda, que, por supuesto, peca de dolor selectivo: se escandaliza por un muñeco flagelado (y con razón) y mira hacia otro lado cuando asesinos ocupan puestos municipales en Navarra y País Vasco. Y con sus votos, oiga.
Por eso es necesario no eliminar del Código Penal el delito de injurias a la Corona o de enaltecimiento del terrorismo, como ya planea en los medios de comunicación afines a Moncloa, primer paso de esta escalera de amoralidad. Estos ojos han visto cómo quemaban fotos del Rey en Barcelona, de Rajoy, banderas de España. Estas manos han escrito sobre acciones violentas sufridas por líderes de todo el arco parlamentario, escraches a políticas embarazadas, insultos y tiros de diana a fotografías de políticos del PP. No se me ocurrió argumentar que esas viles acciones se amparaban en la libertad de expresión, porque la violencia, aunque sea como simulacro, debe estar fuera de la sociedad. Por eso mismo, ahora que el objetivo cambia de bando, se refuerzan los argumentos de que los límites son necesarios. Por más que dos docenas de etarras confesos exijan cambios para apuntalar el poder del Gobierno.
La prueba de que estas tristes acciones serán utilizadas en beneficio del PSOE la tenemos en las declaraciones de Patxi López, el concurrido portavoz que es capaz de minimizar la violencia de unos y magnificar la de otros. No ha dudado en culpar a toda la oposición de los sucesos de Ferraz, como si Núñez Feijóo en persona hubiera moldeado el muñeco de Sánchez y hubiese proporcionado bates de béisbol a la masa descontrolada. La estrategia socialista es clara. Se trata de criminalizar cualquier protesta callejera, aunque esta sea pacífica. La idea es metódica y tienen a Vox como aliado. Las críticas al Gobierno se convertirán en movimientos populistas y la voz tan necesaria de la disidencia, la denuncia clara y honesta contra lo que está sucediendo en España, quedará como una acción paramilitar promovida por esa temida ultraderecha.
Y hay que luchar por que esto no ocurra, por que haya una voz firme de rechazo a las políticas gubernamentales, que están dispuestas a trocear el Estado de derecho con tal de mantenerse en La Moncloa cuatro años más. Ante la necesidad de denunciar y de ser pulcros en las formas, Vox ha elegido, como siempre, vivir peligrosamente. Es el partido del escándalo. Se mueve como pez en el agua en las ponzoñas, en el límite de lo moralmente razonable. No ha dudado el partido en alentar a las masas, en justificar la performance de Ferraz, en convertir una protesta necesaria, un grito de auxilio por lo que está pasando, en un circo de rosario y disfraces.
¿Esta es la estrategia que piensa plantear Vox para hacerse con el poder? ¿Vamos a estar así durante los próximos cuatro años? Cuanto más autoritario se muestra un gobierno y más artimañas efectúa para mantenerse en el poder, más pulcra tiene que ser la oposición. Esto aún no lo ha entendido Vox, más preocupado en su supervivencia que en mejorar la convivencia y la vida de los españoles. No lo ha entendido porque el partido tiene el alma populista, porque ante los grandes retos del futuro elige el ruido, los fuegos artificiales. Es un partido que se está convirtiendo en la caricatura que la izquierda pinta de él. Vox necesita al PSOE para subsistir y Pedro Sánchez cumplirá la legislatura gracias a que el partido de Abascal está hecho a la medida de sus sueños. Sábanas blancas y mucho ruido. Así se cumple el sueño de los fantasmas.
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