Cristo nació en Jumilla
Nos convulsiona estos días de nuevo la estulticia, la ignorancia pagada por todos y la gasolina rociada por mangueras populistas
Vox está a un paso de proponer que solamente podamos comer conejo para así honrar la etimología de nuestra patria, la 'sphan' de los fenicios, ... esos moros 'avant la lettre'. O judíos, sin ánimo de ofender más. Los romanos, cuando pusieron ojitos a la península, se dieron cuenta de que entre los matorrales saltaban esos animales caritativos, que salen de las chisteras de los magos y acarician los niños, y decidieron ir un paso más allá y nombrarla Hispania, tierra de conejos. Qué poca heroicidad para tanta historia y tanto concejal de pueblo.
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Nos convulsiona estos días de nuevo la estulticia, la ignorancia pagada por todos y la gasolina rociada por mangueras populistas. Es verano época de prohibición: un año impidieron colocar pantallas en una plaza de Barcelona para ver a la selección. Ahora, el Ayuntamiento de Jumilla ha decidido aprobar una iniciativa planteada por Vox, reformulada y apoyada por el PP, cuyo título es el siguiente: 'La defensa de los usos y costumbres del pueblo español frente a las prácticas culturales foráneas como la fiesta del cordero y modificación del reglamento de uso y funcionamiento de instalaciones deportivas municipales'. Todo ese mejunje sintáctico para un agosto tan caluroso, el verano en el que la Reconquista comienza en un consistorio del altiplano murciano.
De Vox se espera este tipo de patochadas, ese magma sustancioso y fácil en donde se mezcla un patriotismo de mundial de fútbol y la nostalgia de unos tiempos idílicos en los que los vecinos emparejaban a sus hijas a cambio de cinco gallinas. Pero del PP se debe exigir más altura de miras como partido que ha gobernado los destinos de España durante quince años y aspira a presentarse como alternativa a estos funestos años del sanchismo. Acobardado, la formación de Feijóo se pliega a las excentricidades de los de Abascal, sin importar la aritmética necesaria. En Jumilla, un solo concejal de Vox ha bastado para doblegar a diez ediles del PP. Y encima, como colofón al ridículo, este se ha abstenido. La norma lleva el sello y la firma de un partido que se autoproclama liberal.
¿Qué es la tradición? ¿Las patatas y el tomate traídos de América? ¿La cerveza fabricada bajo el sol de las pirámides egipcias?
Es una mala noticia que Jumilla escenifique de esta forma tan oficial el rechazo a la comunidad musulmana. Yo mismo, desde esta columna, no me he cansado de alertar del peligro que supone el islamismo integrista, de que la soledad a la que se enfrenta una inmigración masiva desemboca en radicalismo y violencia. Considero que el Islam sin el coto de los valores occidentales es incompatible con nuestra forma de pensar la vida, de vivir el mundo, pero arrinconando sus prácticas y convirtiendo su creencia en un apartheid solamente conseguiremos darle forma a ese monstruo que tanto tenemos.
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Al Islam hay que domesticarlo, porque ya es una realidad española. Hay que colaborar estrechamente con los imanes y hacerlos partícipes de la vida cotidiana de nuestro país, porque es el suyo también. Se debe poner freno a prácticas que no respeten los derechos humanos, nuestro código penal y ayudar a que se institucionalicen otras que supongan una riqueza cultural para nuestras sociedades. Solo así conseguiremos que los barrios de España no se conviertan en ghettos, que las mujeres que practican la forma de vida musulmana no se sientan discriminadas en las ciudades que todos paseamos. Al Islam europeo le hace falta una Ilustración y no un motivo para convertirse en mártir.
Carece de sentido también disfrazar el racismo en pos de una tradición secular. La propuesta de Vox quería «promover activamente la gastronomía y carnicería tradicionales españolas frente a la expansión de los sellos extranjeros como el halal». ¿Qué es la tradición? ¿Las patatas y el tomate traídos de América? ¿La cerveza fabricada bajo el sol de las pirámides egipcias? ¿Propondremos cerrar los restaurantes japoneses porque nuestros abuelos no conocían el sushi? ¿La siguiente propuesta consistirá en comer solamente conejos, para así honrar a los fenicios?
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Es xenofobia, simple y llanamente, un racismo que apesta a oportunismo electoral y en el que el PP se enfanga como en arenas movedizas. Una intolerancia que rezuma ignorancia y que se escuda en ficciones históricas. La propuesta de Vox se justificaba en «la defensa de nuestras tradiciones frente a la constante ofensiva ideológica de la izquierda por imponernos costumbres ajenas a nuestra identidad». El problema que suscita utilizar tan a la ligera los pronombres posesivos subyace en una pregunta crucial: ¿quiénes somos nosotros? ¿Cuáles son nuestras tradiciones? ¿Obligaremos a ver toros a los que estén en contra? ¿Prohibiremos también la celebración de la Semana Santa en nuestras plazas públicas solamente porque un porcentaje elevado de la sociedad se autoproclama atea? ¿O le diremos a todos esos descreídos para convencerlos que Cristo nació en Jumilla, hablaba español y en realidad nunca comía cordero, sino conejo ibérico?
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