Algo que decir

Mucho dinero

Los nuevos pobres son hoy los que trabajan; ganan un sueldo mensual pero no pueden pagar todos los gastos

Miércoles, 17 de septiembre 2025, 01:12

Ni no me gustan los programas de concurso de la tele y las diversas loterías que están funcionando a diario en todas las cadenas es ... por la cantidad de dinero que circula delante de nuestras narices en vano, pues como a cualquiera no me gusta pasar envidia y no es fácil atender a uno de estos programas y comprobar que acaba de tocarle a un paisano de la provincia de Guadalajara un millón de euros o a otro en un pueblo de Alicante un sueldo de 20.000 euros al mes para toda la vida, porque se dice pronto, pero es mucha pasta, demasiada pasta, y lo que es peor, nunca será mía, de modo que, como me ocurre con las grandes loterías de navidad, no me reconforta en absoluto que le haya tocado el primer premio a otro y mucho menos que me diga en qué piensa gastarse el dinero porque el dinero es tal vez lo más sagrado de la vida y con esto no se juega. Que conste que no soy avaro, pero vengo desarrollando una sensibilidad especial por el dinero con la edad que en mis años jóvenes no tenía.

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Es natural que un joven desprecie de alguna manera las riquezas materiales en favor de un puñado de ideales que, por otra parte, no van a servirle de nada aunque lo ignore, pues tiene toda la vida por delante para enmendar los errores y seguir equivocándose muchas veces, pero llegados a cierta edad y con la experiencia pegada a nuestra espalda, ya sabemos demasiado y estamos seguros de que por mucho que nos hayan repetido lo contrario toda la vida, los ricos también pueden ser felices, por mucho que nos pese y aunque parezca más difícil porque se multiplican las tentaciones de un modo inevitable.

El caso es que tener mucho dinero resulta un bien y una ocasión de gozo, salvo para los que no alcanzamos esa posición, miramos desde lejos, nos duele no llegar ni a tocarla y volvemos el rostro para esconder nuestra profunda frustración con un dolor secreto e inconsolable, el dolor de los pobres que nunca llegarán a nada.

Los nuevos pobres son hoy los que trabajan, ganan un sueldo mensual pero no pueden pagar todos los gastos del mes, pues, a pesar de que hayan desaparecido los antiguos pobres de solemnidad, los muertos de hambre de siempre, el auge hoy es de los que no podrán irse de vacaciones este verano, no han podido cambiar de coche hace años o no reforman la casa desde que la compraron, porque son pobres en un mundo acomodado, son modestos en un contexto de demasiada riqueza, y ahí es donde encontramos el desafuero de los premios de la lotería: Euromillones, La Primitiva, Eurodreams, la Bonoloto, la sempiterna quiniela, y yo qué sé más, pues todos los días pasan a unas manos concretas miles o millones de euros venidos de no se sabe dónde hasta la cuenta bancaria de un particular, que en ocasiones, cuenta la leyenda, al cabo de un año ya no le queda nada para gastar, pero mientras tanto disfrutó del premio durante algunos días, aunque alguna noche le quitara el sueño, de ese premio que todos los días vemos anunciado en la tele como un maná caído del cielo, como una gracia del nuevo dios de la modernidad, del azar, que mantiene la ilusión y levanta el ánimo, porque en el fondo de nuestro ser todos queremos ser ricos, más que ser sabios, fuertes o poderosos ya que el dinero nos proporciona tal vez todo lo anterior y si un genio saliera de una lámpara que acabamos de frotar y nos concediera tres deseos, el primero de ellos sería el dinero y luego quizás llegara la salud. Cada cosa ocupa su sitio.

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Da la impresión de que con dinero, con mucho dinero, se logra la mayoría de las cosas y de que contra el dictamen general, con dinero sí se puede ser muy feliz, inmensamente feliz, entre otras cosas porque puedes hacer feliz a tus seres queridos, y este último detalle nos haría felices a todos de una manera absoluta.

Claro que cuando digo mucho dinero es mucho dinero.

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