Borrar

Nunca abras el correo los domingos

Martes, 14 de julio 2020, 02:13

Cuatro y media de la tarde, te levantas de la siesta en uno de esos domingos de mayo que parecen agosto. Mañana hay que estar al pie del cañón, como cada lunes, pero ya tienes en mente algunas cosas que quieres hacer. Tu cabeza da vueltas sobre un puñado de ideas, coges un papel y un lápiz, miras la pantalla del móvil y abres el correo por error o eso te dices a ti mismo. Eres autónomo.

Ser autónomo puede ser un salto sin red, sobre todo al principio y más en tiempos de crisis. Levantar la persiana, subir tu web, sentarte en la silla ese primer día y esperar a que suene el teléfono. Pero esto no siempre es así, algunos empezamos poco a poco, con un cliente que te lleva a otro y del garaje de tu casa pasas a un pequeño estudio en el centro y cuando te vas a dar cuenta, el estudio en el que estás es algo más grande y tienes un equipo de compañeros que dependen económicamente de tu capacidad de gestión.

Cuando eres autónomo el dinero es importante, muuuy importante, porque esa sombra del salto sin red está siempre ahí, acechando. Hoy estás hasta arriba de trabajo, tentado por ampliar la plantilla, y mañana puedes estar mirando el e-mail y cruzando los dedos para que entre algo. Pero si se te da bien lo que haces, le pones pasión y tienes un poco de suerte, eso no llega a pasar nunca y la sombra es solo eso, una sombra que no te aliviará el calorazo veraniego, pero te mantiene activo con la adrenalina suficiente para buscar nuevos retos y no dormirte. Optimizar tus procesos de trabajo, dar un mejor servicio y hacer proyectos cada vez más logrados explorando en los límites del riesgo, donde se encuentran las ideas que realmente valen. Y esto aporta beneficios y no solo económicos, porque el dinero es importante cuando uno es autónomo, pero no es precisamente lo que te motiva a ser autónomo. «Cariño, voy a darme de alta de autónomo y nos vamos a forrar...» —creo que no–.

Volviendo a la pantalla del móvil, encuentras un correo con el título 'Magnífica campaña' y claro... lo abres y lees: «Hola, buenos días, lo primero felicitaros por la campaña de Adopta un Animal, es alucinante...». Te da como cierto subidón y sigues leyendo atentamente: «Me encantan los carteles, habéis conseguido que muchos de los que vivimos en Madrid nos paremos y pensemos. Seguro que habéis cambiado la vida de muchos animales». El correo es de una tal Cristina C., vecina del madrileño barrio de Chamberí, que se ha tomado la molestia de buscar a los responsables de esta campaña para escribirles sus parabienes sobre un trabajo que, por otra parte, ya ha pagado con sus impuestos a través del Ayuntamiento de Madrid.

Ser autónomo es la inestabilidad emocional hecha profesión, la incertidumbre misma hecha condición laboral y tiene estas cosas tan maravillosas que están por encima del dinero y que por suerte, pasan más a menudo de lo que uno pueda pensar en ese inicio de salto sin red.

Esta campaña, efectivamente, ha cambiado muchas vidas en la ciudad de Madrid con un incremento del mil por cien en las visitas a la web de adopciones, durante la primera oleada. Nos ha regalado la satisfacción del trabajo bien hecho, la posibilidad de que tus decisiones afecten positivamente sobre seres vivos de varias especies (caninos, felinos, humanos...) y, por supuesto, estas muestras de agradecimiento impagables que iluminan todas las sombras del salto sin red convirtiéndote en un kamikaze laboral que huye de la estabilidad, de los fijos mensuales y del trabajo rutinario.

Aun con la que tenemos encima, la madre de todas las inestabilidades a nivel global, nos reafirmamos como autónomos. Cada día algo nuevo. Nuevo cliente, nuevo sector, nuevo proyecto, nuevo producto, nueva marca, nueva campaña... como un viajero que recorre nuevos caminos sin saber qué se esconde detrás de la próxima curva, alentado por la llamada a lo desconocido. Como cuando te hacen elegir en el concurso entre el coche o lo que hay detrás de la puerta. El autónomo siempre mirará detrás de la puerta.

Terminas de leer y dejas el móvil sobre la mesa, que está ardiendo de la que pega. Ya no necesitas tomarte el café postsiesta y solo te lamentas de no haber abierto ese correo el lunes por la mañana para empezar tu semana con la carga de motivación a tope. Pero has aprendido una cosa: nunca abras el correo los domingos.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Nunca abras el correo los domingos