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Hay quien contempla este marco jurídico, que votamos en la Constitución del 78, exclusivamente desde los problemas generados en algunos territorios muy concretos y/o en aspectos muy puntuales, pero parece una visión sesgada, parcial y excesivamente interesada de nuestra historia reciente. Además, lo más curioso en ese cuestionamiento es que lo verbalizan quienes posteriormente se postulan para gobernar esas autonomías, quizá sea porque continúan debatiendo, como en tiempos de Sartre, si los sistemas se destruyen desde dentro o desde fuera, mientras aplazan momentáneamente cuestionar el sexo de los ángeles.

En cualquier caso, los que recordamos la Murcia del año 82, y estudiamos algo de las anteriores, no podemos sino afirmar que estos últimos 40 años han sido los mejores de nuestra historia y a partir de ahí queda lo anecdótico: miles de matices, de hechos, de historias, de colores, de luces, de sombras... pero siempre dentro de un marco legislativo esencialmente positivo. Y merece la pena señalar, pausadamente y obviando tanto ruido, que la autonomía ha beneficiado mucho a todos los ciudadanos.

El Gobierno regional celebra estos cuarenta cumpleaños con diferentes eventos ya iniciados y con un eslogan, 'Orgullosos de ser como somos'. Alguien, con cierta ironía y pelín de mal rollo, se preguntaba estos días cómo somos los murcianos, y a estas alturas ya debíamos saber que la respuesta es difícil, tanto como conocerlos a todos y a cada uno de ellos. Es cierto que hay un evento que nos ayuda cada año –desde hace treinta y ocho– a tener una idea aproximada de cómo somos y son los reconocimientos del Día de la Región. Acercarnos con cierto interés a la historia de cada una de las personas e instituciones que han conformado la nómina de premiados, este año y todos, nos brinda una imagen de la Región para efectivamente sentirnos orgullosos. Sin exceso de complacencia, pero sin complejos.

Nos parecerán unos galardonados más significados y otros menos, seguramente en función de nuestro conocimiento de los mismos, pero indiscutiblemente ninguno ha sido inmerecido: en todos hay algo especial y hay algo de nosotros.

Este año se entregaron el 9 de junio en Caravaca diecisiete reconocimientos a diferentes personas e instituciones. Y la imagen respondía certeramente a nuestra realidad. Unos reconocimientos plurales y diversos donde cabía el arte, la ciencia, la religión, la medicina, la investigación, el patrimonio cultural, el deporte, el folklore, la defensa de los derechos, la solidaridad, la universidad, el humor, la economía, el derecho, la excelencia, el servicio público, el talento, la entrega o el trabajo.

La Región de Murcia es Puebla, Belda Iniesta, Carlos Alcaraz, Vicente Vicente, Lorca Planes, López Rueda, Margarita Lozano, Moreno Espinosa, Gabarrón, la unidad militar Fuerza de Guerra Naval Especial, la Ambulancia del Deseo, la Facultad de Ciencias del Trabajo, el Colegio de Economistas, los Coros y Danzas de Lorca, el Casino de Murcia, la FROET o Encarna Fernández de Simón.

Este año además y con motivo del cumpleaños del estatuto, cuarenta murcianas y murcianos nacidos en ese mismo año 82 compartieron con el presidente autonómico, López Miras, el inicio de la conmemoración de esta efeméride. La Región de Murcia también estaba en el rostro y la historia personal de esos paisanos tan diferentes y diversos como representativos de todos: diseño, investigación, función pública, arte, peluquería, medicina, enfermería, trabajadores autónomos, políticos, pintoras, profesoras, informáticas... Todos nacieron en democracia y en el mismo año que nuestro Estatuto de Autonomía y, por tanto, han conocido una región moderna que les brinda la posibilidad de ser quiénes y cómo quieran ser. Y esto no es una cuestión política, sino de avance social conseguido a golpe de consenso.

Esta pasada semana nos hemos visto reflejados en cincuenta siete murcianos y murcianas absolutamente diferentes. Sospecho que es difícil definir a los que somos de aquí sin caer en el tópico pero que seamos tan plurales, lo reconozcamos y visibilicemos, ya es para reseñarlo y sentirnos orgullosos. A ver si somos capaces de seguir haciéndolo durante cuarenta años más. Como mínimo.