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Multitudes

Multitudes

Siento lástima de quienes viven subordinados a un sistema ideológico completo, sin recovecos ni dobleces, que no les permite albergar dudas sobre el mundo en el que viven

Alba Carballal

Sábado, 5 de octubre 2019, 00:09

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Hace un par de días fui a ver 'Mientras dure la guerra', la película de Alejandro Amenábar que dibuja los últimos meses de Miguel de Unamuno y su relación titubeante con el golpe militar de 1936. Al salir del cine, me acordé del 'Canto a mí mismo' de Walt Whitman: «¿Que yo me contradigo?/Pues sí, me contradigo, ¿y qué?/Yo soy inmenso, contengo multitudes.». Y es que, más allá de su mayor o menor grado de rigor histórico o de la supuesta equidistancia que algunos han achacado a la cinta, lo que más me ha interesado es su defensa a ultranza del derecho a la contradicción, al error y al cambio; incluso -muy especialmente, diría yo- para aquellas personas a las que se les supone una voz intelectual más autorizada que al resto. La duda socrática termina por vencer en casi todas las guerras dialécticas honestas, y por eso las buenas ficciones huyen de los canallas maniqueos sin pasiones ni moral: en poco o nada ayuda esta estrategia, que pretende homogeneizar al enemigo, a la hora de comprender el origen de las miserias humanas.

Al día siguiente, con el «vencer no es convencer» todavía en el epitálamo, leí en la prensa que unos cuantos ultraderechistas de España 2000 habían saboteado un pase de la película en Valencia, a golpe de banderas y consignas caducadas. Al rato puse la radio y escuché a Díaz Ayuso preguntarse si, tras la exhumación del dictador Franco, volverían a arder las parroquias de barrio como en el 36. No lo pude evitar: después del rubor llegó la pena. Siento lástima de quienes viven subordinados a un sistema ideológico completo, sin recovecos ni dobleces, que no les permite albergar dudas sobre el mundo en el que viven. Ya no está de moda ser un verso suelto, pero el Unamuno de Amenábar se muestra inmenso en su librepensamiento: contiene multitudes que dudan y cambian. Aunque a veces se equivoquen.

     

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