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Hacia otro modelo productivo

El turismo va a entrar en una profunda crisis y vamos a necesitar la educación y un adecuado plan industrializador

Sábado, 3 de octubre 2020, 01:44

La educación ya era un desastre antes, la pandemia solo ha mostrado las costuras de algo que lleva años roto. Si miramos el gasto educativo en Murcia, este se ha mantenido. Las subidas son irrelevantes si retiramos la inflación y tomamos un índice base y luego comparamos con la media sobre el presupuesto de la Comunidad, la única variación ha sido la distribución de los mismos, que es otro tema.

¿Cómo se ha mantenido la educación pública? Gracias a las AMPAS y a los profesores. En mi caso, cuando no llegaban los proyectores para todos, compré uno para dar clase. Con aquel proyector compré un ordenador, un Toshiba NB200 que el Ministerio ofreció a los alumnos de esta Región. El Gobierno regional se negó por si aquello les restaba votos. Aquel ordenador con webcam, que tiene diez años y sigue funcionando con Lubuntu –una 'distro' de Linux– se lo dejé a mis hijos y compré uno nuevo que he tenido que ir parcheando: cambiando disco duro, ampliando ram, para que siga funcionando, mientras me ajustaba a las nuevas tecnologías con tabletas compradas de mi sueldo para ir a trabajar, a la vez que pagaba diversos programas para poder dar mejores clases a mis alumnos. Una situación normalizada en la educación española.

Pocos años después, como padre vino la segunda parte. Para mejorar un centro público me cayeron otras derramas, que con el tiempo me fui enterando de que eran comunes a todos los centros escolares de la Región; algunas AMPAS han pagado pizarras electrónicas e interactivas; otras, equipos de aire acondicionado; las de más allá, arreglos de sombra; estas de aquí, equipos o instrumentos, y ya no hablamos de las cuentas comunes en las clases para comprar material básico. Vamos, que una parte de las mejoras de los centros dependen directamente de la colaboración de la AMPAS, lo que un padre definió como un copago educativo del que nadie se queja.

En la primera oleada de la pandemia la falta de medios fue suplida por los ordenadores, móviles... de los profesores. Para la segunda ola, por falta de medios y rastreadores, hemos vuelto, en algunas zonas, a la formación telemática sin que la Consejería haya invertido ni en ordenadores ni webcams... Seguimos igual que antes, con ordenadores obsoletos con Windows XP que no tiran ni del Linux de la Consejería: Avatar, que además virtualiza XP. Mientras, una vez más, los departamentos piden a las editoriales donaciones de ordenadores o pantallas para ir tirando.

Consciente de la situación de su parque tecnológico, la Consejería dio marcha atrás en su plan de llevar en las zonas sin clases a los profesores a los centros para que trabajasen con sus propios medios. La Consejería de Educación acertó en que somos gilipollas, es consciente que no dejaremos plantados a nuestros alumnos, que se lo merecen todo, no así quienes no han planificado esta situación que ya no es nueva. Entre tanto nos venden como nueva una licitación para comprar ordenadores que es de mucho antes de la pandemia, mientras todavía esperamos la de las pantallas que debieron comprarse en junio y que todavía están por llegar.

Sin pandemia o con ella seguimos sin invertir en educación y una cosa digo: el coste a largo plazo de esta falta de inversión, de las medidas de semipresencialidad que se han propuesto, supera con creces el montante de una inversión que nos tiene que conducir a otro modelo productivo. El que hasta ahora nos vendían basado en el turismo va a entrar en una profunda crisis y vamos a necesitar la educación y un adecuado plan industrializador. ¿Estamos pensando en ello?

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