Borrar

El Mar Menor dice qué le daña

El Campo de Cartagena tiene que volver a ser secano, y derivar las aguas del Trasvase Tajo-Segura a la cuenca del río Mula

Martes, 3 de marzo 2020, 02:51

En la madre Naturaleza los océanos –tres cuartas partes del globo– son sabios y lógicos en sus comportamientos, aunque puedan resultar incomprensibles los tornados, tsunamis o la gota fría. Las torrenciales lluvias del 12 y 13 del último septiembre –y otras posteriores– en el sureste español (Valencia, Alicante y Región de Murcia) han causado innumerables y cuantioso daños. Estas incidencias se han acentuado en el Mar Menor por tratarse de una albufera mínimamente comunicada con el Mediterráneo.

Esta superficie líquida de 135 kilómetros cuadrados de gran salinidad y 73 kilómetros de perímetro interior, con playas de templadas temperaturas, muy agradables para el baño con aguas transparentes y poca profundidad, ha originado que excesivamente desde la segunda mitad del siglo XX se haya asentado allí una colonia turística que el definido Mar Menor soportó sin inmutarse hasta que hace cuarenta años llegaron al Campo de Cartagena las aguas del Trasvase Tajo-Segura y, el secano –desde tiempo inmemorial– con solo una cosecha anual de cereales, melones o calabazas (el algarrobo el árbol más común), se transformó paulatinamente en regadío con cosechas intensivas –de hasta tres al año– con múltiples productos y los consiguientes arrastres de aportes de fertilizantes y pesticidas (sulfatos y nitratos) que incluso se filtran en las corrientes subterráneas que desembocan en la laguna. En septiembre de 2019 sus playas han aparecido mermadas en los aportes de arena incrementados artificialmente y, sobre todo, sembradas de restos de plásticos de invernaderos, mangueras de riego, tomates, pimientos, lechugas, melones... y toda clase de artefactos y productos agrícolas que le son ajenos al mar y sabiamente los ha repelido al litoral como prueba irrefutable de que le son dañinos y perjudiciales para su existencia hasta el extremo de aparecer también flotando cantidades de peces muertos como evidencia máxima de que no han podido subsistir por falta de oxígeno y exceso de contaminación.

Todo lo anterior nos lleva irremisiblemente a la rotunda conclusión de que el Mar Menor, y la agricultura en sus vertientes, son incompatibles. Al igual que en el ser humano cuando se diagnostica gangrena no hay más solución qué hacer cirugía radical y suprimir miembros para salvar a la persona, en este caso del acueducto Tajo-Segura no hay más remedio que en su canal de la margen izquierda que va hasta la Vega Baja alicantina, hay que suprimir el ramal de derivación que desde San Pedro del Pinatar riega toda la vertiente occidental del Mar Menor, incluido el citado municipio, San Javier, Los Alcázares, Torre Pacheco y Cartagena, con sus múltiples pedanías. Es decir, todo lo que desde tiempo inmemorial se definía como Campo de Cartagena y tiene que volver a ser secano, como era hace más de cuarenta años, porque la madre Naturaleza le ha dicho, a lo largo de los últimos diez años, que esos terrenos han sido modificados por el hombre y no tiene capacidad para asumirlos. Razones, las mismas por las que hace cincuenta años (en los setenta del siglo pasado) se le roturaron a la cuenca del río Mula cañadas enteras de olivares para hacer el trasvase.

Ahora, evidenciada la incompatibilidad del Mar Menor con la agricultura, la solución es muy sencilla. Está dentro de la misma Región de Murcia y aprovechando igualmente el Trasvase Tajo-Segura. No hay más que desde el azud de Ojós desviar esas aguas (que iban a San Pedro del Pinatar) y conducirlas a la cuenca próxima del río Mula para regar las enormes llanuras de las pedanías muleñas de Yéchar, Cagitán, Los Baños, La Puebla y después continuar por los municipios (de la España que se vacía) de Albudeite y Campos del Río, donde los atraviesa el propio acueducto. Finalmente concluir en la cola del río Mula en los términos de Las Torres de Cotillas y Alguazas. En las nuevas zonas citadas se tendría además el beneficio añadido de algún grado más de temperatura que en el litoral marmenorense y se paliaría, como tercer aspecto positivo, el deterioro que sufre esta comarca.

En los años setenta del siglo pasado se le asignó gratuitamente al denominado Campo de Cartagena aguas para el regadío, sin mayor razonamiento, simplemente porque desde la zona demandaban la biprovincialidad y para acallarlos se decidió, incluso, construir allí el Parlamento Regional.

Además de la suprema incompatibilidad del regadío con el Mar Menor, existen muchísimas razones para erradicarlo. No proceden dos riegos, ni uno. Tiene que ser ninguno. Se pueden trasladar a la zona descrita de Mula, porque la tierra es mero soporte –no aporta nada– y los nutrientes incluirlos en el riego, en cualquier sitio. ¿Qué es eso de dejar una franja de 500 metros? Los legisladores no han tenido en cuenta que las corrientes subterráneas son infinitas, con múltiples aportes contaminantes, e imposibles de controlar.

Para comprender la problemática del Mar Menor hemos de contemplar más de medio siglo atrás, desde la década de 1960, y exponer de dónde viene, lo mucho hecho y en lo que se ha acertado o errado.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad El Mar Menor dice qué le daña