Yo soy Mar Menor
Solo desde una perspectiva integrada, desinteresada y proactiva es posible llegar a consensos y actuaciones con posibilidades de éxito
También crecí mirando al mar, también soy sol y sal hasta la raíz. En mi infancia y adolescencia fue otro mar, pero después llegué a ... Murcia y llevo cuarenta años de mi juventud y madurez mirando al Mar Menor. Queriéndolo, como muchos, hasta sentir que dejo de respirar con él. Desde la mayor humildad, trabajando para conocerlo, comprenderlo, e intentar contar a los demás quién es, qué necesita y qué le ocurre, básicamente como consecuencia de las presiones que nosotros mismos ejercemos sobre él.
En múltiples ocasiones, y dándole vueltas a tantas cosas, he dicho que cualquier iniciativa que suma en beneficio de la laguna es bienvenida, aunque reconozco que algunas pueden no ser del todo de mi gusto. Por ejemplo, me parece muy importante haber conseguido impulsar su personalidad jurídica, pero me preocupa quién va a ejercerla, quién va a hablar en nombre del Mar Menor y qué Mar Menor querrá.
Tantos años trabajando en su entorno me han servido para ver que los intereses y las aspiraciones son tan numerosos como personas implicadas. Unos quieren calidad para el baño, esto suele concretarse en que la mayoría no gusta de pisar fangos ni algas cuando entran al agua, hace años el rechazo a las medusas era casi absoluto, muchos vecinos piden paseos marítimos como sinónimo de mejora en las playas, están los que lo han vivido desde pequeños, los que se emocionan con sus recuerdos, al ver un caballito de mar, los que tienen viviendas o negocios que se deprecian en sus orillas, los que pescan o los que dependen de actividades turísticas, los que lo han pintado, o han escrito sobre él, entre otras muchas percepciones y sentimientos. Ana María Hernández Salgar, presidenta del IPBES (Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos) nos recuerda que «es fundamental comprender las formas muy diferentes en que las personas valoran la naturaleza, así como las diferentes formas que existen para medir estos valores». Yo añado que solo desde una perspectiva integrada, desinteresada y proactiva es posible llegar a consensos y actuaciones con posibilidades de éxito.
A pesar de esta dificultad, en este momento, voy a tomarme una licencia y, pidiéndoles disculpas, me voy a arrogar el derecho de hablar en su nombre, aun sabiendo que me puedo equivocar. Yo hoy soy Mar Menor. Y me estoy muriendo, de asfixia y de pena. Quiero decir que basta ya. Que dejen de buscar culpas y culpables. Ya no es el momento. Es el tiempo de poner las manos, arrimar los hombros, y actuar, por mí. Con la generosidad que esto implica, sin protagonismos fatuos, sin injerencias y sin prejuicios sobre cosas que a mí no me importan.
Evitándome todos y cada uno de esos pequeños daños que, al final, son mi gran dolor. Por ejemplo, cuando las últimas lluvias fuertes, además de la gran cantidad de agua dulce que llegó a mi cubeta, en los pueblos ribereños las aguas arrastraron hacia mí bolsas de plástico, papeles, mascarillas, y hasta pañales de bebé, parece mentira. Basuras que tiran indebidamente muchos que luego dicen que me quieren. Limpien mis orillas, dejen de verter desde lo pequeño a lo grande, rastrillen las algas flotantes que me asfixian, no se hagan fotos con ellas para salir en la prensa o en la tele, simplemente sáquenlas.
Mis aguas siempre han sido salinas y ni yo ni los organismos que me habitan soportamos más estas aguas dulces que cambian completamente mis condiciones de vida y mi fisiología. Si me conoces, sabes que mi comunicación con el mar mayor siempre ha estado restringida y esto me ha hecho peculiar y diferente a otras lagunas que nunca han tenido ni mi transparencia ni mi biodiversidad. Si hoy tuviéramos que revisar las figuras de protección que me amparan, y que tendrían que ser suficientes, seguramente sería difícil justificarlas si no es por lo que fue y lo que pudo ser. Quiero volver a ser el Mar Menor de siempre y les necesito. Obras son amores, yo peleo todos los días en esta guerra con mi capacidad de regulación, mi resiliencia y mi amor por la región en la que habito como bandera ¿Tu qué haces?
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