Memoria de fin de curso
JARABE GIGESTIVO ·
He visto profesores transmitiendo con ilusión sus conocimientos, como si su moral fuera invulnerable a los desatinos de la políticaSecciones
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JARABE GIGESTIVO ·
He visto profesores transmitiendo con ilusión sus conocimientos, como si su moral fuera invulnerable a los desatinos de la política¿Es verdad que cuando hablamos de enseñanza secundaria la ideología y la metodología opacan la importancia de los contenidos y de los hábitos académicos? ¿ ... Es verdad que los alumnos llegan a esta etapa con un desarrollo muy pobre? ¿Es verdad que ley educativa tras ley educativa lo ponen cada vez más difícil? ¿Es verdad que muchos padres usan los institutos como aparca-adolescentes? ¿Es verdad que algunos profesores han tirado la toalla? ¿Es verdad que hay profesores adocenados que matan las ganas de aprender y la curiosidad? ¿Es verdad que en los institutos, además de profesores, hay mucho agente político, agente de viajes y animador sociocultural? ¿Es verdad que las autoridades no invierten lo suficiente en recursos? ¿Es verdad que se produce una hipertrofia de algunos contenidos, materias y programas (las TIC, el bilingüismo) en detrimento de otros elementos igualmente valiosos? ¿Es verdad que una burocracia demencial lo vuelve casi todo imposible? ¿Es verdad que a veces parece que en la enseñanza no hay más que papeleo? ¿Es verdad que nadie se toma nada en serio y que las evaluaciones a veces son un remedo, una broma o un cachondeo? ¿Es verdad que está todo contra la enseñanza secundaria? Y, en fin, ya puestos: ¿es verdad que en los institutos está todo mal?
Pues lo digo descarnadamente. Sí, casi todo es verdad. Son procesos destructivos reales. No son una interpretación. No hay más ciego que el que no quiere ver.
Pero la vida persevera. Incluso en las condiciones más adversas. Doy fe. Yo, como Roy, el nexus de 'Blade Runner', «he visto cosas que no creeríais, atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser». He visto profesores transmitiendo ilusionadamente sus conocimientos.
Es como si su moral fuera invulnerable a los desatinos de la política educativa, a los discursos negativistas tradicionales (es que se ha perdido la autoridad, es que la escuela ya no es un ascensor social, etc...), o a la realidad que tan tristemente pinta el machacón relato reivindicativo de otros (que si recortes por todos lados, que si falta de inversión, que si ratios, que si gaseosa para todos...). Siguen siempre adelante, como si un ángel los librara de todas las zancadillas de algunos padres o de las asechanzas de la administración.
Son profesores que lo tienen claro. No cierran sus ojos a la realidad presente. No rehúyen de la crítica a las políticas educativas de los gobiernos de turno. No son insensibles a las necesidades de las distintas formas de entender la enseñanza. Pero nada los desvía del frente donde concentrar las fuerzas principalmente: sus alumnos. Así, los espolean, los exhortan, los remueven, los llevan por nuevos caminos o retan sus capacidades y sus habilidades.
Porque las leyes, la administración y la burocracia no entienden de dificultades. A diferencia de los profesionales de cualquier ámbito, que saben lidiar perfectamente con ellas. Así ocurre con los profesores que consiguen enseñar superando dificultades episódicas (lo covidiano, semipresencial, caótico, complicado e impredecible de este curso) o más estructurales de nuestra época (el antiintelectualismo, rechazo de la instrucción, superficialidad, sumisión a consignas...).
Son profesores que, en suma, poniéndose la personalidad socialmente configurada de sus pupilos por montera hacen como si nada. Los alumnos no son culpables y se lo perdonan (casi) todo. Y como su tarea no es solitaria, sin creerse mejores que nadie, cual Sócrates descalzos sobre la nieve de un campo de batalla invernal, frío y montañoso, a pesar de la derrota y del toque de retirada, entre sus compañeros generan robustez, alientan confianza, incitan alegría... sin guardar las ofensas recibidas 'in anima'.
Ellos son la sangre y la vida de la enseñanza secundaria. Mientras existan profesores así, los institutos seguirán siendo el ámbito nutricio donde las primicias de personas que los pululan aprendan y descubran, como en ningún otro lugar, ni en ningún otro momento, una realidad más asombrosa que la embrutecida existencia con la que los queremos anestesiar. No. La labor de estos profesores no se perderá como lágrimas en la lluvia.
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