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En la sexta edición de 'Lectores inquietos', ciclo organizado en la Universidad Católica San Antonio por el profesor titular Antonio Candeloro, tuvimos ocasión de deleitarnos ... esta semana con la conferencia de Felice Gambin (Università di Verona) a propósito de 'La melancolía en la literatura hispánica del Siglo de Oro'. Estas jornadas, según Juana Mulero Cánovas, decana de la Facultad de Educación de la UCAM, se han consolidado como «un referente de encuentro en torno a la palabra». Y en ellas se explayó Gambin con su lectura inquieta sobre un gran mito de la cultura como la melancolía, capaz de explicar la subjetividad humana. Según el profesor italiano, que recientemente ha realizado la edición crítica del libro del jienense Alonso de Freylas 'Si los melancólicos pueden saber lo que está por venir con la fuerza de su ingenio o soñando' (Olañeta, en su colección Centellas), «la melancolía es un fantasma de nuestra cultura occidental, un duende que nos alimenta a la vez que nos amenaza».
Le otorgamos estatuto fantasmático, incide Gambin, «porque desde el principio la atrabilis se caracterizó por carecer de una evidencia material. Por paradójico que resulte, son patentes y evidentes las perturbaciones mentales que remiten a la atrabilis, y en cambio es quimérica la causa humoral. Sus variaciones son infinitas y es imposible comprimirla en una definición satisfactoria». Porque, asegura el erudito italiano, se agotó durante siglos el sistema cultural que le servía de referencia. «Es decir, la doctrina de los cuatro humores, conservada por Galeno, sin apenas alteraciones, durante casi dos mil años».
Parece que la condición melancólica es la más desgraciada y temible, insistió el profesor de Verona. De hecho, la inflamación de la bilis negra es tenida por causa de alucinaciones, locuras y tristezas profundas. «Existe todo un repertorio de peculiares obsesiones que sufren los melancólicos, la de quien mueve las manos como hace el gallo con las alas, la de quien cree haberse convertido en un jarrón, o en grano de mostaza, o en tacón de zapato, hasta la de quien vive obsesionado por verse roto en pedazos, motivo que hallamos en muchos tratados médicos, y que Cervantes reelabora en una de sus novelas ejemplares, 'El licenciado Vidriera' (1613), donde Tomás Rodaja enuncia singulares, agudas y mordaces verdades». Según Gambin, estas alucinaciones no deben extrañarnos, porque él mismo dijo que se despierta «como Ronaldo, pensándome que puedo jugar bien». Cada uno, y cada época tiene sus aberraciones, pero lo cierto es que para Gambin los españoles son los europeos más melancólicos. ¿Podemos darle la razón? Nos conoce bien.
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