Belchite, memoria del dolor
La Vereda del Capitán ·
Muy recomendable la visita a un lugar donde la guerra civil asoma en cada casa destruidaMerece la pena poner rumbo a Belchite, en la provincia de Zaragoza, para saber lo que sucedió en este lugar durante la guerra civil española. ... Lo explican muy bien hoy guías turísticas como Pilar Martínez, de la Fundación Pueblo Viejo de Belchite, creada para promover la restauración y mantenimiento de su patrimonio histórico y artístico, así como su investigación y difusión. En el nuevo Belchite viven alrededor de 1.500 personas; el viejo, con tres arcos mudéjares en distintas entradas, cinco iglesias en su interior, calles tortuosas y muchos callejones sin salida en los que se alzaban notables casonas con bodegas, quedó parcialmente destruido durante entre 1936 y 1938.
En este emplazamiento también hicieron estragos la guerra de la independencia y la guerra carlista, pero, sin duda, las batallas en la guerra civil y su posterior abandono frenaron su desarrollo. En 1964 fue abandonado en su totalidad por decisión política. Fue pasto de vándalos y expoliadores que robaron ladrillos, tejas, maderos, la forja de las balconadas... Hasta hace años en las fachadas se podían ver aún las balas.
Conviene recordar que en España gobierna entonces la República. Hay una sublevación militar por parte de Franco; si esto hubiera llegado a buen puerto, para él hubiera sido un golpe de Estado, pero como esto no ocurre, los ejércitos se dividen: por un lado, el bando republicano; por otro, el bando nacional. Nacionales son los partidarios del bando sublevado, así se hacen llamar en ese momento.
Belchite será tomada en tres ocasiones durante la guerra civil; cuando comienza el conflicto vivían 3.800 personas, y llegó a tener hasta 5.000; era cabeza de partido judicial. En las elecciones de febrero del 36 salió elegido un alcalde socialista. Zaragoza es tomada por el Ejército nacional, y a los pocos días ya viene hacia Belchite un destacamento de la Falange que, con ayuda de la Guardia Civil, sustituyen a este alcalde socialista, al que apresan. Ellos van a colocar un alcalde afín a ese régimen, toman la población y hacen fortificaciones alrededor. En la montaña del Calvario colocarán su mayor punto de defensa: cañones, carros de combate, ametralladoras... El Ejército republicano avanza y somete a todos los pueblos del Bajo Aragón a su paso. Hay enfrentamientos entre las columnas de ambos bandos.
En ese año 36 alrededor de unos 200 vecinos son apresados y fusilados. El inicio de un horror. De muchos horrores. Belchitanos como la madre de Serrat –quien nunca ha querido cantar aquí–, bombardeados por unos y otros, testigos de batallas cuerpo a cuerpo. Días, semanas, meses horribles escuchando obuses, disparos y gente pidiendo auxilio. Todavía dicen que gritan.
El dolor también se hereda.
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